El Real Madrid no ganará esta Liga, fue al Camp Nou con el torneo ya perdido, pero mostró al mundo cuál es su verdadero nivel y también cuál es el de esta liga. El Barcelona, el equipo del Doblete, quedó únicamente a merced de lo que hiciera el equipo de Zidane. El campeón de Liga y Copa fue claramente inferior al finalista de Champions. Y eso indica muchas cosas. [Narración y estadísticas: Barcelona 2-2 Real Madrid]
El resumen del Clásico fue ver a un Barcelona necesitado de lo que en los últimos diez años no hizo (faltas, pérdidas de tiempo, sin balón en los pies) para parar el ímpetu de un Madrid que fue mejor que el Barça. Bastante mejor. Y, con mucho mérito, los blancos se sobrepusieron a todo: a un primer gol culé (de Suárez, minuto 10), a otro que era el 2-1 (de Messi, 52') y especialmente a un arbitraje que le penalizó al máximo. Hernández Hernández, con un historial detrás, volvió a favorecer al Barcelona.
Lo que hizo el Madrid, en realidad, fue sobrevivir a un encuentro en el que tenía más que perder (lesiones) que de ganar. La dureza de un Barça irreconocible, más centrado en 'ensuciar' el partido que en jugar al balón, dejó por el camino a Cristiano, lesionado (leve) por un golpe de Piqué justo en el momento en el que marcó el empate del Madrid (14'). La imagen de Messi yendo a por el tobillo de Sergio Ramos puede perseguir al Barcelona.
Es imposible no hablar del colegiado. Imposible. Porque el resultado queda claramente influenciado por lo que hizo Hernández Hernández, el mejor colegiado de España, según la Federación y su secuaz Victoriano Sánchez Arminio. El árbitro no acertó en nada. Un doble criterio alarmante a la hora de sacar tarjetas, una roja, por doble amarilla, perdonada a Bale, otra a Jordi Alba, un gol de Messi precedido por una falta clamorosa de Suárez a Varane y un penalti clamoroso de Jordi Alba a Marcelo. En lo único que acertó fue en la expulsión a Sergi Roberto, que pegó un puñetazo a Marcelo en el momento de más frustración del Barcelona. Hubiera sido ya escandaloso que ahí tampoco hubiera impartido justicia.
Las dos jugadas claves fueron la falta de Suárez a Varane en el 2-1 y el penalti a Marcelo. Si el árbitro imparte justicia, el segundo gol azulgrana nunca hubiera llegado y, en caso de anotar el penalti, el Madrid hubiera ganado hasta con comodidad (1-3). Ambas jugadas no admiten la excusa de que se necesitan una o diez repeticiones para juzgar si fue una cosa u otra. Se vio claramente a la primera, tengas los ojos que tengas. Lo vio hasta Colón desde su estatua, en la otra punta de Barcelona.
El Barcelona salió en la primera parte con todo lo contrario a lo que habían promulgado desde la grada. El club sacó un mosaico en el que se leía 'La pilota ens fa més' ('El balón nos hace más') y de 'pilota' poco hubo. Al contrario. El Barcelona tuvo ciertas acciones que sobrepasaron la fuerza. Por ejemplo, una de Messi a Sergio Ramos donde el argentino fue directamente a por el tobillo del capitán del Real Madrid. Antes, en el gol blanco, Piqué había enganchado a Cristiano, lo que obligó a que el portugués tuviera que ser cambiado.
El baño del Madrid al Barça en la primera mitad fue claro. También en la última media hora de partido. En general, fue un repaso, un meneo. Marcó primero Suárez, después empató Cristiano, en una reacción excelente de los blancos y el propio Ronaldo falló otras dos ocasiones claras. Antes del descanso, Sergi Roberto fue expulsado al agredir a Marcelo.
El Real Madrid, quizá acostumbrado a jugar con uno menos ante el Barcelona, no supo jugar con uno más ante los culés. Se quedó sin Cristiano y, pese a tener un jugador más, se diluyó. Fue como si le faltara la fuerza que aporta el portugués. Y de eso se aprovechó el Barcelona, marcando el 2-1 de las botas de un Messi que penas apareció en el duelo. El gol, como decimos, vino precedida de una clara falta de Luis Suárez a Varane, que arrastró con su pierna la de Varane e impidió que el francés le siguiera en carrera. Hasta el delantero culé reconoció la infracción.
Otra vez el Madrid mostró orgullo y empató Bale, en un gol con rosca que si no le salvará de la quema, al menos le dará un adiós bonito. Con el Barça encerrado en su área, dejando pasar los minutos y guardando el invicto en Liga (siguen sin perder), el Clásico intrascendente en la clasificación fue vibrante en el juego. También le dio la salsa un arbitraje pésimo que perjudicó (y mucho) al Real Madrid.