No era el día, ni el partido, ni siquiera la hora. Sábado, buen tiempo, gente en la calle. En fin, difícil reclamar cualquier interés –más allá del de la comunidad china, siempre pendiente de la última jornada española–. Por eso, lo que hizo el Madrid durante buena parte del partido tiene mucho mérito. Sí, no vamos de farol. Comparecer contra el Villarreal con tal seriedad con una final de la Champions en apenas una semana es de alabar –más allá de la pájara final–. Y mucho. El espectador –al menos, el poco que estuviese pendiente– debería agradecerlo. Y Zidane, para qué engañarnos, tendría que estar contento. Los suyos, a una semana por concretar un asalto a la historia, están enchufados -más allá del empate final-. Incluso Bale, con medio billete comprado para salir este verano, se portó con corrección: marcó, jugó bien y se postuló para estar en el once en Kiev. [narración y estadísticas: 2-2].
Pero la seriedad del Madrid no fue circunstancial. Los mensajes, a menudo, se mandan desde el vestuario. Y Zidane mandó uno con su alineación –un posible once titular parecido (o igual) que el de Kiev–. Sólo Luca, su hijo, destacó entre la cotidianidad de los nombres. Nadie más. Y lo cierto es que cumplió. ¡Hasta dejó una instantánea para la posteridad! Una parada en una falta tirada por Sansone que despejó con elegancia y corrección. Acabó con nota su actuación y, indirectamente, reclamó cierta condescendencia con el futuro en la portería. Él está ahí. Y, quizás, por qué no, puede ser el sustituto de Keylor Navas en un par de años. Sí, incluso después de encajar ese tanto de Roger Martínez en la segunda mitad (un disparo directo a la escuadra imposible para cualquier portero) o tras el tanto final de Castillejo.
Pero eso, ya decimos, es sólo lo anecdótico de un día muy correcto del Madrid, que cumplió en la primera mitad y compareció algo más apático en la segunda. En cualquiera de los casos, más que suficiente para ser en la última jornada de Liga y con esa final de la Champions por delante. Así, el equipo de Zidane saltó serio al campo para adelantarse en los primeros minutos. Los blancos sacan rápido una falta y Bale hace el resto: buena maniobra y perfecta definición. Un mensaje en toda regla para Zidane, un aquí estoy por si me necesitas. Y luego ya se verá si en verano se marcha o no. Lo importante, ahora mismo, es que está disponible para jugar en Kiev. ¡Y en buena forma!
Pero él no iba a ser el único que diera la cara. Minutos después, Marcelo, con un centro precioso con el exterior, se la dejaba en la cabeza a Cristiano Ronaldo para que hiciera el segundo. El Madrid se crecía y pudo irse con más ventaja al túnel de vestuarios en una contra que Isco no acertó a culminar. Da igual. El equipo de Zidane se marchó al vestuario cumpliendo de sobra. Pero en la segunda, eso sí, bajó el pistón. Y lo pagó. Roger Martínez y Castillejo pusieron las tablas en el marcador. Pudo cambiarlo, de todas formas, Benzema, que tuvo hasta dos ocasiones. Pero ninguna fue dentro. El partido capituló con un empate que sirve como prueba de lo que debe hacer el Madrid en Kiev (con una buena primear parte) y de lo que no debe ocurrir (esa segunda mitad). El resto importa poco. Ya lo decíamos: no era ni el partido, ni la hora, ni siquiera el día.
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