Cuando te preguntan en el Mesón Moreno qué quieres de aperitivo, nada hace sospechar que aquel sea el nuevo campo de batalla inventado por el presidente del Rayo Vallecano, Martín Presa, y su gestión kamikaze.
No tienen bastante en Vallecas con los líos de inicio de temporada: polémicas con Marcelino García Toral recordando partidos dañinos de la temporada pasada, campaña “Esta casa es una ruina” denunciando que están dejando morir el estadio para recalificar terrenos y construir en otra parte, peleas en el vestuario, destitución de Sandoval, malos partidos, muy malos, y el famoso Caso Zozulya. Nada de eso es suficiente para la Junta Directiva presidida por Martín Presa.
La última moda es cargar directamente contra la afición. No sólo la Liga de Fútbol Profesional arremete contra la hinchada rayista, el propio club también. A su manera. Con extrañas represalias como la lanzada contra el Mesón Moreno, sede de peñas frente al estadio de Vallecas, por usar, como es habitual por toda la geografía futbolística y hostelera mundial, la simbología del equipo en sus instalaciones.
Todo empezó con un burofax entregado por Correos en el mesón. Entre las raciones de queso, jamón y tortilla de patata, saltaba la bomba informativa: “Hacen uso de las marcas de nuestro club sin haber obtenido ningún derecho o autorización por nuestra parte”, avisaba el departamento jurídico del equipo vallecano. El plazo para la retirada de los símbolos: cinco días. Improrrogable. De lo contrario, “nos veremos obligados a interponer contra usted las pertinentes acciones judiciales penales y civiles que nos amparan”.
La automática contestación pública salió de la Peña Bus Uno, la más representativa de las que allí se reúne. Confirman que tienen autorización del club para uso de la simbología desde noviembre de 2014. Es irónico y significativo que EL ESPAÑOL localice al coordinador de la peña, Javi, en el aeropuerto de Palma de Mallorca, formando parte de una expedición de unos setenta aficionados que siguió a la franja del barrio hasta las Islas Baleares para enfrentarse al Mallorca. Pequeños detalles que se le pasan por alto a Martín Presa. Si no existe otra alternativa, acatarán el requerimiento, pero la Peña Bus Uno recuerda, ya que estamos, que aporta 200 abonados al club año tras año. Hagan sus cuentas.
En la cuerda floja, por supuesto, el establecimiento. Todos los que por allí aparecen con pinta de forasteros son tratados como potenciales espías buscando información. Mucho cuidado con fotografiar el local, y muchas complicaciones para que los responsables del mismo den la cara. Hay miedo de las medidas legales que pueda tomar el Rayo Vallecano contra ellos.
Están nerviosos, eso no se puede negar. Cuesta arrancarles palabras. Preparan un burofax que responda al del Rayo, explicando sus razones, explicando que tener símbolos del club desde la terraza hasta la barra sería raro si fueran un mesón de Badajoz, pero no es raro estando situados frente al propio estadio. No se están lucrando por ello, aseguran. No precisamente por ello. Alegan que acogen a una peña que tiene el permiso para usar la simbología y por ello la utilizan tranquilamente. Sobre todo en la mampara de la terraza, en la acera. Ahí es donde más le duele al club.
En el Mesón Moreno no quieren ni pensar en lo que pueda hacer el Rayo cuando pase el plazo marcado de cinco días –no da tiempo a cambiar la marquesina en cinco días, se quejan, y es un gasto extra–. Prefieren hacer un llamamiento al diálogo, al entendimiento, a que el club atienda a razones.
El Mesón Moreno fue centro neurálgico de los actos de protesta el domingo 5 de febrero, en la previa del partido frente al Almería. Junto a su marquesina, adornando su terraza, en la valla que separa la acera de la calzada, destacaba una inmensa pancarta: “Presa, escucha el clamor vallekano”. El burofax recibido por el establecimiento tan sólo unos días después suena a revancha. Al otro lado de la acera, el club tiene otra versión. En la nota aclaratoria publicada este lunes 13 de febrero por el departamento jurídico del Rayo Vallecano, se resguardan de esta sospecha aclarando que el requerimiento estaba preparado desde el pasado mes de enero.
La situación es particularmente cruel porque cualquiera que se haya adentrado en el estrecho y largo mesón sabe que no sólo es lugar habitual de encuentro de aficionados del Rayo Vallecano, sino también de deportistas en general relacionados con las diferentes federaciones regionales que tienen su sede en el estadio de Vallecas, en los locales de la calle Payaso Fofó. En sus pantallas, además, siempre va de un lado a otro un balón, ya sea martes por la noche o sábado por la mañana.
Como el gigante cuenta con la ventaja de poder pisotearte, para el mesón y para las peñas tal vez lo más fácil, rápido y barato para evitar un enfrentamiento judicial sea tapar los escudos del Rayo en la marquesina, ocultarlos, encapucharlos, disimularlos. De este modo, se apagará de paso un poco más el sentimiento de los aficionados hacia el club, dirigido por una gerencia que va de guerra en guerra. Es eso o la revolución. Pero con aperitivo, siempre.
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