Jugueteaba con el móvil de forma compulsiva. Abría una aplicación, la cerraba. Abría otra. También la cerraba. Casi tan rápido como su swing, como su velocidad al hablar con ese acento tan peculiar de Sheffield. Danny Willett escondía los nervios mirando la pantalla. Primero tras colgar a Nicole, su mujer. Después mientras contemplaba a Zachariah James, su hijo recién nacido. Había que cumplir, regalarle algo bonito a Nic en su cumpleaños, hacer bueno el dicho del pan debajo del brazo.
Sir Nick Faldo, tan apreciado en el palmarés como rechazado por gran partes de los jugadores de las nuevas generaciones, ganó tres Masters de Augusta. El único inglés. Hasta ayer, pues el mérito ya será compartido. Danny Willett, a los 28 años y sólo en su segunda particiación en el primer grande del año, ya tiene una chaqueta verde. Y la vestirá por méritos propios.
El hundimiento de Jordan Spieth
Habrá quien regale el título al inglés -justo 20 años después del último triunfo de Faldo aquí en 1996- por los fallos de Jordan Spieth. Y en parte tendrán razón, pero sólo en parte.
Entre 2014 y 2015, el estadounidense apenas acumuló un doble bogey. En 2016, tres. Y, además, un cuadruple bogey, el más doloroso, el que le hizo en realidad perder el Masters después de su error en el hoyo 11, porque en ese momento Spieth dominaba la clasificación holgadamente.
Fue en el hoyo 12, el par tres corazón del Amen Corner. Ese green protegido por agua al frente, con vientos rizados indescifrables en las alturas. Ya le sucedió en 2014 y como entonces se quedó corto, por la izquierda. Al agua. Lo inexplicable fue el golpe desde la zona de dropaje. Un golpe contra el suelo, como un amateur en un día malo. De hecho casi se quedó corto del propio obstáculo de agua.
Una falta de concentración que le mandó en la clasificación a la quinta plaza con sólo un golpe bajo par. Lo que obviarán los defensores de Spieth es que justo en ese preciso instante Willett hacía coincidir los errores del estadounidenses con sus birdies en los hoyos 13 y 14 para situarse cuatro abajo. Incluso mejoró su resultado en el 16, el mismo par tres donde el número dos del mundo erró su putt de birdie y dejó ir toda opción de encadenar victorias en el primer grande del año.
De Olazabal a Willett
Un grande que quedará en los anales de la historia por romper la sequía inglesa y, sobre todo, la europea, pues desde que José María Olazabal lograse su segunda victoria en el Masters de 1999, ningún jugador del Viejo Continente lo había conseguido. Más mérito aún para Willett que hace menos de dos años caminaba fuera del Top 100 mundial o que hace apenas dos semanas era duda para disputar el torneo.
Porque hace dos semanas Zachariah aún no tenía claro cuando iba a nacer y, claro, una cosa es el Masters y otra el nacimiento de tu primer hijo. Eso Willett lo tenía claro, aunque no hubo necesidad. Con el 89 en el pecho de su caddie -en Augusta los caddies visten un mono blanco numerado según el orden de inscripción de sus patrones-, el último jugador en inscribirse, Danny, que fue número uno del mundo amateur en 2008 y segundo en la Race to Dubai del European Tour en 2015 sólo por detrás de Rory McIlroy, cumplió: regalo para su mujer y del pan qué vamos a decir.