Es complicado recordar un grande con tanta expectación, con tanto candidato al título. Más complicado aún parece recordar un major en el que Tiger Woods, sin ser el máximo favorito al título, fuera el centro de todas las miradas sólo por razones deportivas. Un protagonismo que le robó Sergio García, el vigente campeón del Masters de Augusta, y no precisamente por tirar de galones. El español se marcó un Tin Cup en el hoyo 15, donde firmó 13 golpes rememorando lo peor de la mítica película de Kevin Costner.
En la primera jornada del primer grande del año, Sergio García se presentó en el tee del hoyo 1 como defensor del título, el primero de una lista que espera ampliar en el futuro, aunque seguramente no será en el Augusta National en 2018. Y todo después de una jornada controlada, igualando aciertos y errores incluso tras pasar el temido Amen Corner, el español se llevó un revolcón de los de antaño en el campo de Georgia, ese al que hay que querer porque sí pero al que puedes llegar a odiar con todas sus fuerzas.
En el ataque bandera del hoyo 15, ese mismo en el que en 2017 sacó un eagle que le valió muchas de sus opciones del título en aquella pelea cerrada con el inglés Justin Rose, se ha convertido en su peor pesadilla. Con un wedge en las manos dejó la bola a la altura de bandera, posición perfecta para buscar el birdie, pero el efecto de retroceso, el conocido backspin, la hizo rodar hacia atrás con tan mala suerte que la bola enganchó la pendiente del hoyo llevándola al agua.
A dropar, penalidad y volver a jugar desde el mismo sitio. ¡Y volvió a suceder! Y no una, sino dos veces.
El castellonense tuvo que dropar tres veces en total, con los golpes de penalidad consecuentes hasta que dejó la bola cerca de la bandera y consiguió embocar para terminar el hoyo con ¡¡¡13 golpes!!! Ocho por encima de ese par 5 para quedar en ese momento con 10 golpes sobre par y tres hoyos por jugar. La jornada terminó con nueve sobre par tras su birdie en el 16, a 15 golpes de distancia de Jordan Spieth, líder con menos seis. Adiós a las opciones de victoria. A rezar y rascar muchos birdies el viernes para soñar con pasar el corte.
El regreso de Tiger y el vendaval de Spieth
Mucho menos traumático fue el regreso de Tiger Woods a Magnolia Lane. El californiano, que no jugaba el Masters desde 2015, terminó con un golpe sobre el par del campo y con muy buenas sensaciones, sobre todo con el drive, confirmando lo que ya se barruntaba antes del inicio del torneo: el exnúmero uno del mundo es favorito, y muy favorito, a la chaqueta verde este año. A pesar de que, como dijo en zona mixta, no jugó bien los pares cinco...
No hubiera llegado ni con esas Tiger a los guarismos de Jordan Spieth, y eso que el texano la lió bien liada en el 18. Para él, que ya sabe lo que es vestir la chaqueta verde, la mirada asesina le sirvió en este primer día para firmar su mejor racha en los torneos de Grand Slam con cinco birdies consecutivos del 13 al 17 que le catapultaron hasta el liderato en franca ventaja sólo para que Augusta le recordase que el torneo termina el domingo y que al igual que la Champions no se gana en diciembre, el Masters sólo empieza a ganarse en los últimos nueve hoyos del domingo.
Por detrás, Tony Finau y Matt Kuchar con menos cuatro y hasta siete jugadores con tres bajo par, entre ellos Rory McIlroy y Rafa Cabrera-Bello, el mejor de los españoles al que por algo le concedieron el honor de jugar en el último partido del día junto a Dustin Johnson, el número uno del mundo. Más allá, tres sobre el par del campo y ya a nueve golpes del líder se quedó Jon Rahm, que no termina de encontrarle el punto al campo de Georgia, como su riqueza gestual dejó ver en más de una ocasión. José María Olazábal, que se ponía como objetivo antes del torneo pasar el corte, terminó justo un golpe por encima del de Barrika con dos sobre par.