Arabia Saudí y la alianza con Donald Trump: un nuevo circuito de golf y un contrato millonario
El empresario y expresidente de Estados Unidos quiere sacar partido de su poder dentro de este deporte para llegar a un acuerdo con LIV Investments.
22 febrero, 2022 03:00Noticias relacionadas
La Superliga árabe de golf es un proyecto que parece imparable. Es el reto que se han marcado tanto Arabia Saudí como el fondo de inversión (PIF) que se haría cargo de la misma y que pondría en el mercado unos 1.000 millones de dólares para crear los torneos más exclusivos, modernos y sofisticados del mundo. Además, de esta gran bolsa también saldrían las comisiones que tienen que recibir los jugadores que decidan adherirse a este nuevo circuito y que en el mejor de los casos podrían llegar hasta los 50 millones de dólares.
Sin embargo, desde Arabia Saudí se guardan un as en la manga para darle todavía más empaque a su llegada al mundo del golf. Se trata del ofrecimiento que les ha llegado desde la cuna de este deporte, desde Estados Unidos. Ha sido el polémico Donald Trump quien ha levantado su teléfono para ponerse en contacto con las potencias económicas saudíes para ofrecerles un acuerdo de colaboración y, entre ambos, ejercer una posición de dominio mundial en el golf.
El acuerdo sería el siguiente. Trump aprovecharía su poder dentro del mundo del golf para allanarles el camino a cambio de entrar en el proyecto y, por supuesto, llevarse una generosa cuantía económica. Además, el expresidente de los Estados Unidos pondría al servicio de la nueva Superliga algunos sus campos y complejos. Estos están considerados como unos de los mejores del mundo, pero recientemente han registrado pérdidas financieras preocupantes. De esta forma, cobraría él, reflotaría sus negocios y ganaría una posición dominante.
Por su parte, Arabia Saudí recibiría un empujón en su proyecto por crear un circuito de golf mundial paralelo al PGA y al European Tour, que ya se han mostrado contrarios a esta iniciativa. Además, conseguirían su ansiada entrada en Estados Unidos gracias a un Trump que mantiene estrechos lazos con el gobierno saudí, a quienes apoyó durante su legislatura a pesar de sus crímenes y de sus violaciones de los derechos humanos.
Las intenciones de Trump
El expresidente de los Estados Unidos Donald Trump está intentando llevar a cabo un ambicioso proyecto a tres bandas. Por un lado pretende convertirse, de nuevo, en un gran magnate del golf. En segundo lugar, sacar rentabilidad a campos tan importantes como los de Doral y Bedminster, dos de las instalaciones con más prestigio que posee dentro de su amplio patrimonio. Y por último, acercarse al sol que más calienta y que ahora mismo son los petrodólares saudíes.
Arabia Saudí ya tiene perfilado su proyecto de la Superliga de golf que ha gustado a algunos de los veteranos, como Phil Mickelson, que desean romper con el PGA Tour, y que sin embargo ha sido rechazado por jóvenes como Jon Rahm. El objetivo a corto plazo en estos momentos es poder incluir en la gira de torneos dos más en el país americano gracias a las instalaciones que posee Trump en Nueva Jersey y Florida.
Este pacto traería consigo una lucrativa asociación comercial entre el expolítico y el LIV Golf Investments, la división del fondo de inversión saudí destinada a sacar adelante este proyecto. Las conversaciones entre el equipo de Trump y los portadores de los cheques cargados de petrodólares están más que avanzadas. Y en ellas existe una pieza clave que están haciendo de nexo. Se trata de Greg Norman, exnúmero 1 del mundo y ahora director del LIV Golf Investments.
Las cantidades reales y los términos financieros del acuerdo propuesto no están todavía cerrados, pero estos proporcionarían sin duda ingresos a Trump por valor decenas de millones de dólares. Si no más. Arabia está haciendo una importante apuesta por reclutar jugadores del PGA Tour y lanzar sus propios de torneos de golf.
El salvavidas de Trump
Salvar este acuerdo para Donald Trump es básico y fundamental, ya que le permitiría recuperar la estabilidad financiera de sus instalaciones, la cual perdió hace varios años. El complejo de Doral ha sido el mayor generador de ingresos de todas las instalaciones golfistas que posee el expolítico.
Sin embargo, ha tenido que pedir en los últimos tiempos varios préstamos de cientos de millones de dólares para reflotarlos y remodelarlos. Por eso, ahora necesita liquidez y acuerdos masivos para darle la vuelta a esa situación y así darle sentido a tan mastodóntica obra. Se calcula que entre el préstamo y los demás gastos derivados de las obras, la deuda haya crecido hasta cerca de lo 400 millones de dólares.
Trump pensaba que iba a recuperar ese dinero rápidamente tras mejorar sus instalaciones, pero lo cierto es que en la última década los ingresos no han dejado de caer. Para colmo, en 2020 llegó la pandemia y lo puso todo mucho más complicado. Donald ha intentado resucitar sus negocios deportivos desde que abandonó la presidencia, especialmente en Doral. Y quizá ahora haya encontrado el camino que tanto buscaba tras no poder hacerlo antes.
Normalmente, las organizaciones profesionales de golf suelen pagar unas cuotas de alquiler a los dueños de los campos en los que celebran los eventos. No obstante, se ganan con ello el derecho a imponer obligaciones y responsabilidades que a veces son también muy costosas. Hoy por hoy, los únicos complejos que son rentables de verdad son aquellos en los que se celebran el Campeonato del PGA, el Abierto de Estados Unidos y la Ryder Cup.
Los planes de LIV Investments
De momento, la gira golfista creada por Arabia Saudí no ha arrancado, pero sí se han establecido ya algunas bases, sobre todo económicas. En su puesta a punto, el proyecto cuenta con un presupuesto estimado de unos 1.000 millones de dólares que saldrán de las arcas públicas del país saudí.
Esta aportación llegará mediante el PIF, el fondo soberano que obra desde Arabia y que es dirigido por Mohammed Bin Salman. Dentro del fondo de inversión pública se ha instaurado una empresa que será la encargada de dirigir el circuito. Se trata de LIV Golf Investments. Estará dirigida por el exnúmero 1 del mundo Greg Norman y aspira a hacer el país el epicentro del golf mundial con hasta diez torneos anuales.
Sin embargo, la idea es expandirse por el mundo, empezando por Estados Unidos. Allí tienen planeado disputar, al menos, otros diez torneos más, pudiendo llegar a ser incluso catorce. Para ello, la labor de Trump moviendo sus hilos es fundamental. Además, el reto de Arabia Saudí es convencer a los 40 mejores jugadores del circuito para que se unan a su gran golpe. Muchos de ellos, la mayoría jóvenes talentos que ahora dominan el ránking como Morikawa o Koepka, han rechazado este ofrecimiento, pero cerca de la mitad ya habrían dado el "sí" para arrancar cuanto antes su participación.
Lógicamente, detrás de esta labor de persuasión se encuentra el pago de primas que juntan varias decenas de millones de dólares. Por su parte, el PGA y el European Tour ya han unido fuerzas para intentar hacer frente a este proyecto bañado de oro para proteger la esencia de un deporte que consideran que les pertenece. Para ello este curso también prepara una expansión internacional sin precedentes con eventos en Tailandia, en Corea, Oriente Medio, China o Hong Kong.
La guerra de Donald Trump
Aunque seguramente sea algo que no le importe mucho, esta vinculación de Donald Trump con Arabia Saudí ha provocado un sinfín de críticas. El estado que pretende lanzar la nueva Superliga de golf se ha convertido históricamente en un reino que denigra a las mujeres, que no respeta los derechos humanos, que lleva a cabo prácticas de encarcelamiento y tortura por pensamientos políticos contrarios al gobierno y que realiza prácticas inhumanas contra los homosexuales.
Esta son algunas de las cosas que le echan en cara a un Trump que no parece preocupado. Pero también son armas arrojadizas contra los jugadores que pretenden pasarse a su bando como Phil Mickelson, quien ha asegurado que, sin olvidar todo esto, a veces hay que aceptar ciertas cosas para luchar contra injusticias establecidas como las que lleva a cabo, bajo su criterio, el PGA.
Lo cierto es que Arabia Saudí siempre ha sido un país hermano para Trump, ya que lo consideró aliado durante su legislatura. Mantuvo unas relaciones institucionales impecables, les apoyó en varios conflictos e incluso les instó a comprarles armamento. Incluso les apoyó cuando pesaron sobre ellos acusaciones relacionadas con el asesinato de Jamal Khashoggin en el año 2018. De hecho, el primer viaje al extranjero que hizo Trump como presidente fue a Arabia Saudí.
A pesar de que algunos socios de Trump en sus instalaciones deportivas podrían no ver con buenos ojos que su imagen quedara salpicada por los escándalos saudíes, Donald tiene otra guerra que librar. Es la suya personal contra el PGA. El expolítico y el circuito profesional estadounidense habían mantenido muy buenas relaciones durante años.
Sin embargo, mientras Trump se encontraba en plena campaña política en el verano de 2016, el PGA Tour anunció que retiraba su torneo de élite, el World Golf Championship, de Doral y lo trasladaba a Ciudad de México. Trump también perdió el campeonato de la PGA de su campo en Nueva Jersey el año pasado, ya que la organización retiró su evento días después de la insurrección del 6 de enero de una turba pro-Trump en el Capitolio de Estados Unidos. Estas fueron las chispas que detonaron la bomba entre ambos y que ahora ha explotado derivando en esa alianza con Arabia Saudí.
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