El golf atraviesa uno de sus momentos más tensos en décadas. El empuje del dinero saudí para formar un circuito alternativo ha ido a más, tambaleando por momentos los cimientos del PGA Tour. Este, sin embargo, parece mantenerse firme para este 2022, aunque aún persisten las secuelas de ese movimiento que busca resurgir en cualquier momento a base de millones.
El PGA Tour trata de aparentar tranquilidad desde su posición. Su comisionado Jay Monahan habló recientemente sobre el arranque de la temporada, previsto para este jueves: "Seguimos adelante", dijo el martes Monahan. "Tenemos demasiado impulso y mucho que lograr para distraernos continuamente con los rumores de otras ligas de golf y sus intentos de impedir que nuestros jugadores, nuestros socios y, lo que es más importante, nuestros fanáticos disfruten del Tour y el juego que tanto amamos", añadió.
Por momentos pareció que el impulso de la Super Golf League, el proyecto saudí, era imparable. El motivo es que su propuesta se juntó con el descontento de algunos golfistas del circuito por la apuesta del PGA Tour para repartir los premios económicos basados únicamente en el desempeño de un jugador en un evento. Arabia Saudí apareció con la intentación de cazar más talento sin la necesidad de ofrecer mayores premios sino garantizar una compensación por campos más pequeños.
Hubo momentos de dudas, que parecieron disiparse cuando estalló la 'bomba Mickelson'. Las jóvenes estrellas del circuito se han ido comprometiendo con el PGA Tour, lo que deja sin mucho margen al proyecto saudí, pero entre los jugadores (los más importantes, especialmente) hay un sentimiento de protesta por la nueva estructira financiera del Tour.
Cambios drásticos en los premios
Lo que ha cambiado en el PGA Tour lo hace a partir del nuevo acuerdo de derecho de los medios, duplicando el circuito sus ingresos hasta los 720 millones de euros. El Tour tiene posee los derechos de comercialización de la imagen de sus jugadores, lo que provoca que muchos no entiendan la nueva forma de distribuir el dinero que ahora trata de ser más justa con los resultados deportivos.
El PGA Tour aumentó las bolsas de los torneos en casi 55 millones de dólares, la mayoría de ellos destinados a torneos por invitación, e inyectó 20 millones adicionales a la Copa FedEx (competición con un sistema de puntos acumulables a lo largo de toda la temporada) y otros 20 en un fondo de bonos, como medidas para premiar a los mejores jugadores de la temporada regular que alcancen los playoffs.
Menos convincente ha sido para los grandes del circuito la decisión del Tour de otorgar 50.000 dólares a cada jugador que compita en al menos 15 eventos, cuantificando la suma total en algo más de 9 millones de euros. Eso supone una salvación para jugadores de perfil bajo, pero es una suma insignificante para aquellos acostumbrados a llevarse premios grandes. Es el caso del número 2 del mundo, Colin Morikawa, que se llevó 8 millones y medio el año pasado y, en su opinión, cree que habría que dividir los 10 millones en cantidades más grandes a repartir entre menos jugadores.
Otra de las apuestas que se barajan en el PGA Tour es ampliar su calendario en otoño, quizás explorando nuevos formatos y sin contabilizar para la clasificación de la Copa FedEx, que dejaría satisfechos a los mejores jugadores, pero perdería el brillo que da poner en juego los puntos.
La gira organizada por Arabia Saudí, dirigida por LIV Golf Investments bajo el amparo del fondo soberano PIF, se mantiene como una 'bestia dormida'. Una posible alianza con Donald Trump para saltar a Estados Unidos y un presupuesto estimado de unos 1.000 millones de dólares hacen imposible que el PGA Tour no se siga sintiendo bajo amenaza. Al menos, a corto plazo, sí se respira tranquilidad.
La polémica de Phil Mickelson
El otro foco de atención en el mundo del golf está puesto sobre Phil Mickelson, de 51 años. Su órdago al Tour en defensa de la Super Golf League saudí no le puso salir peor y se encuentro en un retiro autoimpuesto. Monahan reaccionó el martes a la noticia así: "Él ha dicho que se retira y quiere tiempo para reflexionar. Eso es algo que vamos a respetar y honrar. Cuando esté listo para regresar al PGA Tour, tendremos esa conversación. Esa es una conversación que espero con ansias".
El campeón de seis torneos majors se plantóen esta situación cuando salieron a la luz sus fuertes ataques al gobierno saudí, al que antes se había unido por la SGL para combatir al "codicioso y odioso" PGA Tour, como él mismo lo llamó. Todo surgió de una conversación que mantuvo con el autor Alan Shipnuck, quien preparaba una biografía.
Estas fueron las palabras de Mickelson: "Da miedo involucrarse con esos temidos hijos de puta. Sabemos que mataron al reportero del Washington Post Jamal Khashoggi, y tienen un historial horrible en materia de derechos humanos. Allí te ejecutan por ser gay. Sabiendo todo esto, ¿por qué consideraría irme a su liga? Porque es una oportunidad única en la vida para remoldear la forma en como opera el PGA Tour.
Nos han manejado con tácticas manipuladoras, coercitivas y de mano dura porque nosotros, los jugadores, no teníamos ningún recurso. El comisionado Jay Monahan, a menos que tengas influencia, no hará lo correcto. Y el dinero saudita finalmente nos ha dado esa influencia. Ni siquiera estoy seguro de querer que la nueva liga (SGL) tenga éxito, pero solo la idea de que lo tenga nos permite resolver algunas cosas con el PGA Tour".
Mickelson trató de defenderse contra los medios asegurando que esa conversación era off the record, cosa que desmintió el propio Shipnuck. Eso desembocó en que el estadounidense perdiera a los principales patrocinadores que le habían estado respaldando por años y alejó del golg profesional por un tiempo indefinido. Las puertas a la reconciliación están abiertas como golpe a Arabia Saudí.
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