La de Tatyana no ha sido una vida fácil, especialmente en sus primeros años. Nació en la ciudad rusa de Leningrado en 1989 con espina bífida, una enfermedad congénita que la mantenía paralizada de cintura para abajo. Su madre la abandonó en un orfanato porque no podía ni costear la silla con la que la pequeña podría moverse. Así que allí pasó los primeros seis años de su vida, arrastrándose con las manos y sin apenas salir a la calle.
Era tan débil y estaba tan enferma que los médicos que visitaban el centro de cuando en cuando le dieron apenas unos meses de vida… y entonces apareció su “verdadera” madre: Deborah McFadden. Esta estadounidense que visitaba Rusia en calidad de enviada del Departamento de Estado de EEUU de lucha contra la discapacidad decidió adoptarla nada más verla y llevársela a vivir con ella a Baltimore.
Los primero años siguieron siendo duros, aunque radicalmente diferentes. Tatyana tuvo una silla de ruedas, varias incluso, y según fue ganando fuerza fue practicando diferentes deportes en el colegio: natación, gimnasia, baloncesto en silla de ruedas, hockey... hasta que descubrió el atletismo.
Atenas 2004
Tatyana tenía entonces ocho años y consiguió, con la ayuda de su madre, que le permitieran participar con su silla en competiciones escolares de atletismo, tras denunciar al sistema público escolar y ganar varios juicios. Así, mientras estudiaba en la Universidad de Illinois, becada como miembro del equipo de atletismo en silla y baloncesto en silla, llegó a los Juegos de Atenas. Su primera experiencia paralímpica de la que salió con una plata en los 100 metros y un bronce en los 200.
De Pekín 2008 se llevó cuatro medallas más –plata en los 200m, 400m, y 800m, y bronce en los 4x100m- y salió coronada como la gran especialista mundial en pruebas de velocidad, pero Tatyana, como casi siempre, no se conformaba. Por eso decidió en 2009 inscribirse en el maratón de Boston, “a ver qué pasaba”. Ganó, claro. Y lo hizo tan rápido que cuando llegó a meta, la primera en silla, su madre no estaba allí lista para hacer la foto.
Sí lo estuvo en los siguientes maratones en los que Tatyana probó suerte: Nueva York 2010, Chicago 2011, Londres 2011, Boston 2015 y Nueva York 2015. En todos ellos ganó, convirtiéndose en la maratoniana –en silla- más laureada de la historia.
Londres 2012
Con ese palmarés, era obvio que los Juegos de Londres iban a ser suyos, y vaya si lo fueron: oro en los 400m, 800m, 1500m y bronce en los 100m. Es también la primera atleta en ganar seis oros en el Mundial de Atletismo Paralímpico, en Lyon, donde ganó todas las pruebas entre los 100 y los 5.000 metros. El mismo año que ganó los maratones de Boston, Chicago, Londres y Nueva York, siendo así la única persona, con discpacidad o sin ella, que ha ganado los cuatro grandes en un año.
De nuevo, para la mujer más rápida en silla era hora de buscar nuevos retos, y los encontró en su país de origen, Rusia, a donde regresó en los Juegos de Sochi para competir en esquí de fondo adaptado, un deporte con bastante transferencia del atletismo en silla, y en el que se llevó una plata en el sprint de 1 km.
¿Y ahora qué? Pues ahora Tatyana, convertida en embajadora del Comité Paralímpico Internacional, y aupada como la atleta paralímpica estadounidense más reconocida y querida en su país, acaba de anunciar que en los Juegos Paralimpicos de Río intentará llevarse siete medallas, compitiendo en casi todas las pruebas de atletismo: 100m, 400m, 800m, 1.500m, 5.000m, maratón y relevos.
Como ella misma recuerda en cada ocasión que sube al podio, “si tienes un cuerpo eres un atleta, sólo hay que luchar por ello y trabajarlo”. Nadie mejor que ella para demostrarlo, y salir de Río convertida en una leyenda.