Nadie contaba con Carlos Tobalina (Barakaldo, 1985), quizás ni siquiera él mismo. Sin embargo, el lanzador de peso, tras ser tercero en el campeonato de España con 26 años, decidió dar un salto de calidad. Trasladó su residencia a León y se puso en manos de especialistas para depurar su técnica. Y la apuesta le ha salido bien. Tras conseguir la mínima, irá a Río con la esperanza de estar entre los 12 primeros. Pero antes se para a hablar con EL ESPAÑOL.
¿Cuál es su plan de aquí a Río?
En este momento, entrenar tranquilamente. Tuve un problema en el Mundial y me vine con una lesión en el gemelo que todavía estoy arrastrando. Pero me han dicho que en tres semanas, si todo va bien, podría volver a competir, que es lo que quiero y de lo que tengo ganas. El problema es que, a este nivel, necesitamos entrenar. Y ahora mismo, con tal de hacerlo, pongo la pierna en un banco y entreno de cintura para arriba. Pero estoy muy ilusionado y con ganas.
Hablando de usted. Lo primero que llama la atención nada más verlo es su barba. ¿Cuánto tiempo lleva creciendo?
Pues ya tiene un año y cinco meses. La última vez que me afeité fue en la Nochevieja de hace dos años. Y, por lo menos, aguantará hasta Río, y luego después ya veremos lo que ocurre. De momento, no tengo un plan para quitármela, pero sí que la modificaré para el Europeo y los Juegos.
Imagino que hay un motivo por el que tiene esa barba…
Pues no. No hay apuesta de por medio ni nada. Siempre he tenido barba porque lo de afeitarme nunca ha ido conmigo, y hace un año y cinco meses dije: ‘Voy a dejarme la barba larga hasta que me pueda hacer una buena coleta o una trenza’.
¿Y no le resulta un poco incómodo?
[Risas] Bueno, ahora que llega el calorcillo… Pero no, es bastante cómoda y estoy muy a gusto con ella.
¿A su familia también le gusta?
[Risas] Bueno, mi madre ya desistió; y mi padre se queja, pero como está lejos ya no me dice nada. Luego hay amigos que me dicen que me la quite, otros que no dicen nada. Al final, mientras no me moleste a mí, la seguiré teniendo.
¿Sabe que es el Gandalf del deporte español?
Ya la tengo casi más larga que él, no para de crecer. Lo que sí me han llamado es hipster en algún periódico, justo después de ganar el campeonato de España. Pero si yo soy hipster, apaga y vámonos…
Hablando ya de atletismo. Usted compite con la camiseta del Barça. ¿Le dejan ser de otro equipo?
Yo soy del Athletic de Bilbao desde que nací y lo seré hasta que me muera. Pero, obviamente, el Barcelona me gusta muchísimo, tanto en atletismo, porque es el club que ha confiado en mí, como en lo deportivo, por lo bien que trabajan la cantera y la filosofía que tienen. En definitiva, se puede decir que soy del Athletic a muerte, porque además tengo a un amigo allí (Iago Herrerín), pero que el Barça también me gusta.
¿Hay que ser antimadridista para competir en el Barça?
No, procuro no entrar en esas cosas. En España, que ganen el Athletic y el Barça; y a nivel internacional, pues que lo haga un equipo español.
Siguiendo con su vida. ¿En qué momento le da por el peso?
Pues empiezo con 17-18 años. Entonces yo lanzaba martillo, pero en los campeonatos de España competía en peso y obtenía mejores resultados. Y como tenía más facilidad, pues me decidí por el peso. Y luego fui progresando poco a poco. Primero empecé a entrenar en Zorroza (Bilbao), y con 26 años fui a Málaga al campeonato de España de 2011 con la intención de dejar el atletismo después, pero entonces conseguí mi primera medalla absoluta (fue tercero) y pensé que no lo podía dejar. Y para mejorar me fui a León para ponerme en manos de Carlos Burón, y eso es lo que ha hecho que hoy esté en disposición de ir a unos Juegos.
Viendo cómo está el atletismo en España… ¿Se puede vivir del peso?
Ahora mismo, y tras quedar décimo en el Mundial, pues sí que se puede vivir. Yo estudié dos módulos de ciclo superior, uno de construcción y otro de producción mecanizado, y también comencé una carrera en León, pero no me gustó. Ahora estoy con el inglés… Pero me dedico exclusivamente al peso porque es año de Juegos y tengo los apoyos del Barcelona, de la Federación y recibo la beca BAT. Aun así, voy año a año. Sé donde estoy ahora, pero no el año que viene no lo sé.
A pesar de que usted viva de él, ¿cómo ve el atletismo español?
Por lo que veo, yo creo que hay muy buena cantera. Y este año tenemos elecciones, a ver los candidatos que entran… Pero los que estamos tratamos de estar ahí arriba.
¿Hasta qué punto se enfada si sabe que alguien se dopa?
Qué quieres que te diga. Yo tengo la conciencia tranquila. Si hay gente que usa malas artes… el problema lo tienen ellos. Es verdad que a nosotros nos perjudican y en un momento dado sí que puede dar rabia. Pero tú no puedes hacer nada. Al fin y al cabo cada uno hace lo que quiere en su casa. Pero sí, de mala hostia sí te pone, pero tendremos que convivir con ello.
Usted ha conseguido la mínima para los Juegos con 30 años. ¿Por qué ahora y no hace cinco años, por ejemplo?
Bueno, empecé a entrenar de forma más seria con 26 años y, al fin y al cabo, la buena edad para los lanzadores está entre los 28 y los 32, y yo estoy ahora en ese momento.
Cambiando de tercio. ¿Cómo se imagina Río 2016?
Pues la verdad que no me he puesto a pensar en ello. Sé que tengo la marca y posibilidades, pero hasta que no me vea allí, no pienso que vaya a ser olímpico.
¿Va acompañado o solo?
Ahora mismo estoy a expensas de si va mi entrenador o no. Pero no depende de mí, sino de la Federación. Los que no vendrán serán los familiares, que sí estarán en el próximo Europeo. Pero a Río vendrá también Paula González Berodia, que competirá en maratón y es casi como mi hermana.
Aunque todavía le quede lejos, ¿cómo se imagina las horas previas a la competición?
Pues como si fuera una competición normal. La cita es especial por aquello de que es en unos Juegos, pero la actitud con respecto a la prueba debe ser la de siempre, la de hacer lo que ya había entrenado y dar lo mejor que tengo. Pero, la verdad, no tengo ningún ritual antes de salir a competir. Mi única manía es que cuando salgo me coloco al borde y con el dedo visualizo el lanzamiento y dónde quiero lanzar.
¿Da un poco de miedo?
Sí, antes de entrar sí que da miedo. Al fin y al cabo, estás ahí con los mejores del mundo. Pero también dices: ‘Si estoy aquí es por algo’. Y entonces te vienes arriba.
¿Cuál es su objetivo de cara a esa cita?
Estar entre los 12 primeros.
Y si está entre ellos... ¿Hace capoeira?
No, yo no bailo, soy más de baldosa [Risas].
¿Se ha jugado algo si gana?
No, lo que sí que haré será tatuarme los aros olímpicos como recuerdo cuando vuelva.