El deporte más especial también llega a Río
Olimpíadas Especiais Brasil –la rama brasileña de Special Olympics– comienza a trabajar en la ciudad olímpica con atletas con discapacidad intelectual. Robson da Silva, Ziko, Romario o Cafú, embajadores.
24 julio, 2016 00:42Noticias relacionadas
El joven que calienta en la imagen junto a Robson Caetano da Silva –leyenda del atletismo brasileño–, antes de una maratón, mientras es entrevistado, estaba destinado a no poder ni caminar ni hablar. Al menos ese fue el veredicto del médico a su madre cuando nació. Pero a veces los ángeles de la guarda se calzan las zapatillas deportivas y salen a estirar las piernas.
Special Olympics se dedica a este tipo de milagros, por todo el mundo, y este mismo año ha abierto su oficina en Río de Janeiro, tras estar presentes antes en Brasilia –llegaron en los años ochenta, tras surgir de la mano de Eunice Kennedy Shriver en los sesenta en Estados Unidos– y en São Paulo. Trabajan a corazón abierto, cuentan con centenas de voluntarios y una estupenda pandilla de embajadores encabezada por el propio Robson, Zico, Romário, Cafú y Jackie Silva.
Robson da Silva, bronce en Seúl´88 en 200m y en Atlanta´86 en 4x100, además de ser el más veloz atleta suramericano de todos los tiempos, cuida con cariño de muchos de los chicos y chicas que forman parte de la red de Olimpíadas Especiais Brasil. Cuida y también exige a los que se les puede exigir, porque eso ayuda a la inclusión, según explica para EL ESPAÑOL. “Siempre he entrenado cerca de atletas con discapacidades físicas, y el tratamiento ahora es el mismo. Una vez que están en la pista para entrenar el proceso no puede ser diferente, hay que tratarles como atletas de alto rendimiento”.
Todas las puertas, para estos chavales, tienen colgado un cartel de “Prohibido el paso”. Robson no permite que se vengan abajo. “Tienen que salir de casa y perseguir sus sueños, y utilizar el deporte como puente para conseguir su espacio en la sociedad, que es cobarde y preconceptuosa. Tienen que romper las cadenas que les retienen por sus discapacidades, para ser felices como ciudadanos, como individuos, a través del deporte”.
La fundación Special Olympics Brasil acaba de brasileñizar su nombre convirtiéndolo en “Olimpíadas Especiais Brasil”. Ana Paula Mendonça Soares, una de sus directoras y delegada en Río, se enorgullece de su trabajo en conversación con este periódico en un centro cultural carioca: “Special Olympics es muy inclusivo porque no solo se dedica al alto rendimiento. Hay muchos niveles. Si un atleta tiene un rendimiento bajo, competirá junto aquellos que también tienen rendimiento bajo. Todos ganan medallas. Organizamos competiciones de ocho atletas y repartimos ocho medallas”.
La directora resume la organización de las tareas. “Todos nuestros entrenadores son voluntarios. Las personas con discapacidad intelectual normalmente ya están en determinadas instituciones, escuelas inclusivas, clubes específicos, etc. Como todavía no tenemos un centro propio para poder entrenar con ellos, recorremos el camino inverso: capacitamos a los profesionales de la educación física dentro de la metodología de Special Olympics para que entrenen a los chavales con esa metodología propia. Una vez que estos atletas están formados, comenzamos a organizar competiciones locales, municipales, estatales, federales y finalmente mundiales.”
Entre todos los flancos que tiene el trabajo de la fundación, hay uno que forma parte de su ADN. Una exigencia genética: el deporte unificado. “Todo en Special Olympics está volcado a esta acción”, explica Soares. “Unir en un mismo equipo, en una misma competición, personas con discapacidad y personas sin discapacidad, dentro del mismo nivel de habilidad. De ese modo el espectador que está viéndolo no identifica quién cuenta con discapacidad y quién no. Es perfectamente posible. Con esa convivencia ganan los dos lados. Hay superación, hay tolerancia y desaparece el preconcepto”.
A la inmensa mayoría de la población esto le puede parecer una utopía. La buena noticia es que este equipo de héroes no piensa como la inmensa mayoría. “En los últimos Juegos Mundiales ya se puso en práctica con el Fútbol, tenis en modalidad de dobles, pruebas de relevos en atletismo, pruebas de relevos en natación, y algún deporte más.”
Acostumbrados muy a nuestro pesar a la avariciosas industrias deportivas, todo lo que siembra Olimpíadas Especias Brasil, en un país tan necesitado de labor social, pone la piel de gallina. Robson, recordman suramericano de 100m –paró el crono en 10seg. en 1988–, guarda como momentos más emocionantes de su carrera sus medallas olímpicas, sobre todo la de Seúl, y se estremece también con los pequeños detalles diarios: “Me emociona la sonrisa de estos jóvenes, siempre. Esa es la razón por la que estoy a su disposición a todas horas”.
“Ha habido avances significativos, pero necesitamos sacar más tiempo cada uno de nosotros para estas cuestiones”, añade el campeón, “hasta conseguir políticas públicas de calidad para la inserción de los jóvenes, tengan necesidades especiales o no”.
Mientras llegan esa ansiada mejora en las políticas públicas, Soares afronta, entre otras muchas, la complicada misión de conseguir fondos para el proyecto. El contexto actual brasileño no ayuda: no tanto por la crisis política y económica, sino por la enorme red de corrupción institucional y empresarial que azota el país: “Necesitamos sobrevivir económicamente, pero entre tantos escándalos y más escándalos no aceptaríamos ahora mismo, por ejemplo, dinero procedente de Petrobras. Ni de la constructora Odebrecht [tanto la empresa estatal petrolera como el enorme grupo constructor están envueltos en el famoso Caso Lava Jato]. No me presentaría ni en la reunión. No me gustaría ver sus logos en nuestro proyecto.”
La directora simultanea esa función financiera con la presencia constante junto a atletas y familias en entrenamientos y competiciones. Arropa sin descanso a las familias, sobre todo a las madres, que quieren pelear hasta el final. “Cuando tienes un hijo con discapacidad intelectual, los médicos solo hablan de lo que no va a ser capaz de hacer. Nosotros buscamos lo que sí va a poder hacer. ¿Puede sujetar una raqueta, puede hacer un relevo, puede practicar algún deporte? Hay que encontrar los síes. Breno Viola es uno de nuestros mejores ejemplos: primer judoca con síndrome de down que alcanzó el cinturón negro”.
Así que rebuscando uno se da cuenta de que los ángeles de la guarda son las madres y padres de estos atletas, y los voluntarios y embajadores de Special Olympics. Los que saben cosas que no se aprenden en la universidad ni se encuentran en google. Los que dan ejemplo. Los que saltan muros como gatos, cansados de encontrarse puertas cerradas.