Como era de esperar, Mireia Belmonte se metió en la final de los 400 metros estilos tras una carrera impecable en semifinales en la que, sin embargo, sólo pudo ser segunda.
La húngara Katinka Hosszu, presumible rival de la española en la lucha por las medallas, se impuso con un estratosférico 4:28.58, a tan sólo 15 centésimas del récord del mundo.
Casi siempre que se celebra una cita olímpica, los tiempos de los nadadores suelen amenazar los mejores registros de la historia. Y Río no ha sido una excepción. La extraordinaria carrera de Hosszu, que rozó la perfección, podría ser el aperitivo de una final de altura.
A pesar de tener que nadar hasta en seis ocasiones este sábado, Mireia estuvo pletórica en esta semifinal. A cuatro segundos de Hosszu, su tiempo engañó. Recorrió los 400 metros en 4:32.75, cuatro segundos más lenta que la húngara, pero en la que ha sido su mejor carrera hasta ahora.
La española, que logró dos medallas de plata en Londres 2012, rebajó en casi un segundo su récord personal. Nunca había bajado de los 4:33 minutos. Y lo hizo, de nuevo, con su particular ritmo: de menos a más. Apretando en los últimos 100 metros para asegurar su plaza en la final.
Pocos aprecian el esfuerzo que hay detrás de quien llega a una final. Mireia sí lo hace. Ha luchado durante los últimos cuatro años para llegar en la mejor forma posible a Río. Con renuncias y sacrificios, sabe que está a sólo 400 metros más de conseguir la primera medalla para ella y para España.
Y que, con trabajo, puede soñar aún más alto. Quién sabe si con el oro que ansía Hosszu. O con Shiwen Ye, aquella china que en 2012 logró la mejor marca de la historia en el 400 estilos.