Primer día de competición, primera medalla. Mireia Belmonte dio esta madrugada la primera gran alegría al deporte español al conseguir el bronce en la final de 400 metros estilos, por detrás de la extraterrestre húngara de 27 años Katinka Hosszu (que logró una marca memorable, 4:26:36, dos segundos por debajo del anterior récord del mundo).
Ante un pabellón con huecos en las gradas, la nadadora catalana supo mantener la calma tras la explosiva salida de la deportista magiar y aguantó los embates de sus rivales en una demostración de su estilo: ir de menos a más hasta colarse en el podio por detrás de la estadounidense Maya Dirado. "Hasta que no he tocado la pared, he dado todo lo que tenía", reconoció después Belmonte, que se consolida definitivamente como la mejor baza de la delegación española para Río 2016. Aunque sufriese más de lo esperado para cumplir su papel de favorita a un metal ("El año pasado no podía nadar por los hombros y ahora soy tercera en unos Juegos").
La española ya había rebajado en las semifinales su mejor marca personal en esta prueba, una de las más exigentes de la natación, bajando por primera vez de los 4 minutos y 33 segundos. Volvió a hacerlo en la final, aunque su objetivo final (la presea) llegó con mucho más suspense, en la brazada final, adelantándose a la nadadora inglesa que le había enseñado el camino durante toda la prueba. Es su forma de nadar: conservar fuerzas y estallar en el último hectómetro, el crol. No pudo con la estadounidense Dirado, pero sí con Miley, desolada y exhausta en la línea de llegada tras quedarse fuera de las medallas por 15 centésimas de segundo.
El oro no tuvo discusión en ningún momento (tampoco entraba en los cálculos de nadie). La campeona mundial de las dos últimas ediciones, Hosszu, aventajó a todas desde el salto inicial: tenía, con una diferencia de cuatro segundos, la mejor marca de calificación, a sólo centésimas del récord mundial, y al completar la primera piscina el locutor del Estadio Acuático avisó ya a los espectadores de la posibilidad de una nueva (y estratosférica) marca mundial.
El 4:32.75 de Mireia en su serie era la segunda mejor marca de clasificación. Por la calle 5, la española sufrió en la mariposa (era quinta al finalizar los primeros 100 metros) y la espalda, que había mejorado últimamente, y se vació como pocas veces en las dos últimas piscinas, temerosa de quedarse sin un metal que la afición española daba ya casi por descontado.
Una carrera angustiosa en su segunda mitad, dividido el interés entre el probable récord de Hosszu (27 años) y el nombre de sus dos acompañantes en la entrega de medallas. En los últimos 50 metros el público que no fuese español o británico (la inmensa mayoría) se preocupaba ya sólo de la nueva marca mundial en una prueba endiablada, que combina versatilidad, la velocidad y la resistencia de las pruebas de medio fondo.
El resultado final es un presagio de mayores alegrías en los próximos días (comenzando por este mismo domingo, cuando disputará los 400 libre). La capacidad de recuperación de la catalana se pondrá a prueba como nunca esta semana: ha optado por nadarlo todo. Por ahora, y llevamos sólo un día de la competición, ha estrenado el casillero de España. Sólo ella sabe cuál es su techo a los 25 años, una edad de transición entre la explosividad y la resistencia. Se ha ganado el derecho a constituir la mayor esperanza española en Río 2016.