Fue un buen estreno y una esperanzadora vuelta a la competición. Rafael Nadal, que llevaba sin competir más de dos meses (desde la segunda ronda de Roland Garros) como consecuencia de una lesión en la vaina cubital posterior de la muñeca izquierda, venció 6-2 y 6-1 a Federico Delbonis en su debut en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro y alcanzó la segunda ronda del torneo, donde jugará con Andreas Seppi (6-3, 3-6 y 7-6 al ucraniano Marchenko).
Para el español, oxidado por la falta de partidos, fue una noticia que bien mereció un brindis: el triunfo empezó a construir el camino que le llevará a recuperar la confianza y despejará las dudas que le rodean para poder optar al sueño de morder otra medalla, ocho años después de conseguir el oro de Pekín 2008.
El cruce empezó tarde porque el tremendo vendaval que azotó la ciudad por la mañana obligó a retrasar más de una hora y media el comienzo de la jornada en las pistas exteriores. Solo la central se libró del aplazamiento por su construcción (circular, muy cerrada y de muros altos), una arquitectura impenetrable para las ráfagas de viento.
Mientras los voluntarios retiraban las lonas, los tableros y las maderas que volaban con peligro por las pistas secundarias, Nadal esperaba pacientemente en el vestuario, jugando al parchís, como tantas otras veces. Sorprendentemente, la organización tomó la decisión de programar su debut en la pista uno, fuera del estadio principal. El recargado orden de juego (con Djokovic, Serena o Murray) y la presencia de un brasileño (Bellucci) enviaron al campeón de 14 grandes lejos del suelo donde en unos días se peleará por las medallas.
Así, y bajo grandes nubarrones negros, Nadal se enfrentó a la inactividad y pronto recordó lo desagradablemente incómoda que es esa sensación: competir tras una larga lesión es como bajar una escalera con los ojos vendados. Dudas. Inseguridades. Miedos. Que la lesión sea en la muñeca amplifica notablemente el problema. La muñeca es al tenista lo que dedos al pianista o los pies al equilibrista. Hacen falta otras partes del cuerpo para jugar, pero esa articulación es la encargada de enviar a la raqueta la última orden, esa que separa las victorias de las derrotas.
El español, que apareció con el mismo vendaje compresor en la muñeca que lució en Madrid, Roma y Roland Garros, sufrió de arranque para calibrar su derecha (el tiro más afectado por la lesión) y por ahí cargó Delbonis sus embestidas, intentando entrar al partido por la vía más lógica. Con miedo al golpeo, Nadal jugó una bola larga por cada nueve cortas y eso le puso en situaciones de presión una vez tras otra.
El argentino, zurdo como Nadal, aprovechó esas invitaciones para reventar la pelota y buscó descoser las defensas del número cinco. Hecho un flan, a Delbonis le faltó decisión para hurgar en la herida de su rival y cuando se quiso dar cuenta ya era demasiado tarde.
Con paso el de los minutos, Nadal encontró aplomo y solidez. Incapaz de confirmar el primer break que logró (de 2-1 a 2-2), el campeón de 14 grandes tuvo una reacción formidable para tapar su gris comienzo y espantar los miedos. De menos a más durante el encuentro, históricamente una de las señas de identidad que han marcado su camino hacia los grandes títulos, el mallorquín atropelló al argentino y acabó gobernando un partido de una sola dirección con un plácido segundo parcial.
Pese al buen comienzo, solo la agenda y la exigencia de los siguientes encuentros marcarán el verdadero estado de Nadal. El mallorquín, que tomó la decisión de acortar los plazos de su recuperación para jugarlo todo en Río (individuales, dobles y dobles mixto), podría encontrarse obligado a jugar tres partidos el mismo día, siempre y cuando avance en todas las modalidades.
Solo entonces, cuando su muñeca vaya al límite, se despejarán las dos preguntas que se hace el vestuario ahora mismo: saber si Nadal está preparado para pelear por una medalla y evaluar si el esfuerzo le dejará secuelas en la muñeca. Algo, en cualquier caso, está claro. Tras perderse Londres 2012 por una lesión en la rodilla, no hay nada más importante que Río de Janeiro para el mallorquín en su 2016. Por una vez, el peaje es secundario.
Nadal también gana en dobles
Horas después de estrenarse en individuales, Nadal volvió a pista junto a Marc López para iniciar con victoria su andadura en el cuadro de dobles (6-4 y 6-4 a los holandeses Haase y Tecau). La pareja española, que consiguió una rotura de saque en cada parcial para avanzar, se enfrentará ahora a Juan Martín Del Potro y Máximo González, otra buena prueba.
Nadal y López, ganadores de varios torneos de primer nivel en el circuito (Indian Wells o Doha), se mostraron completamente armónicos para derrotar a una pareja dura, que les apretó en el tramo final de la primera manga y también durante toda la segunda. La victoria, por supuesto, mantiene intactas las ilusiones de la dupla: la medalla sigue siendo posible.
Muguruza debuta con contundencia
En su primer partido individual en unos Juegos Olímpicos, Garbiñe Muguruza se estrenó con una sólida victoria (6-2 y 6-2 a la rumana Mitu) y alcanzó la segunda ronda, donde ahora se encontrará con Nao Hibino (6-4, 3-6 y 6-3 a Irina-Camelia Begu). La española, que tiene previsto jugar las tres pruebas en Río (el sábado avanzó en su primer encuentro en dobles con Carla Suárez), había ganado un solo encuentro desde que se proclamó campeona de su primer Grand Slam en Roland Garros, hace unos meses. En Brasil, sin embargo, Garbiñe demostró algo que parecía evidente: no se ha olvidado de ganar.
La número tres mundial, que se enteró a mediodía de que su rival sería una distinta a la inicialmente prevista (la serbia Jankovic se retiró, dejando paso a Mitu), protagonizó un arranque romo, posiblemente desconcertada por ese cambio inesperado. Así, Muguruza se encontró 0-2 en un abrir y cerrar de ojos. Esa pequeña brecha fue la única opción que tuvo Mitu para haber firmado una sorpresa mayúscula.
Desde ese 0-2 inicial, Muguruza se recompuso, le propinó un 6-0 de parcial a su contraria, ganó la primera manga y se la llevó por delante en la segunda. Con su tenis agresivo de siempre, un juego que lleva grabado a fuego, Garbiñe cerró el estreno en Río y se plantó en la segunda ronda sin esfuerzo.