España ganó esta tarde las semifinales olímpicas de dobles masculinos y luchará por el oro este mismo viernes en Río de Janeiro. Al igual que la victoria individual de Rafa Nadal en su partido de la mañana, el duelo mejoró mucho (para los intereses españoles) después de un igualadísimo set resuelto en el ‘tie-break’. En un partido que empezó con retraso y un sol justiciero, la pareja española se vio sorprendida inicialmente por la precisión y el orden de la pareja canadiense, extraordinariamente efectivos en la red.
López y Nadal hablaban bastante. El manacorí, con el gesto de extrema seriedad (incluso enojo) que le acompaña desde que llegó a Río (probablemente molesto por el cóctel de ruido y viento que le esperaba en la diminuta pista 3 del centro de tenis, donde las jugadas eran frecuentemente interrumpidas por aplausos de otros partidos).
Nestor y Pospisil, la pareja canadiense, dominó la red en los primeros juegos (cerca estuvo España de ceder un ‘break’ a la primera) y se defendían bien de los intentos de ‘passing’ liftados que ejecutaba Nadal con agresividad a los laterales.
España cedió el ‘break’ no a la primera, sino a la segunda (1-3), y mantuvo su posición atrasada para seguir bombardeando el ataque norteamericano. Pero con un punto mayor de calma (y eficacia). Pareció el juego de la inflexión: tras un ‘deuce’ y dos ventajas, un ‘drive’ demoledor de López devolvió el ‘break’ inmediatamente después y restauró el equilibrio. “¡Vamos!”, explotaron los dos tenistas, sacudiéndose la sensación de inferioridad que arrastraban hasta ese momento.
Las bolas ‘liftadas’ empezaban a hacer daño a los canadienses, pese a su altura y su rapidez junto a la red. España se colocó 3-3 con un juego en blanco. Nadal miraba constantemente a su tío Toni, como tranquilizándole, y la afición brasileña mostraba ruidosamente su admiración por el balear. López ganó su saque sin problemas después del 4-3 y el empate siguió inalterable. Era un partido muy igualado, que se resolvía por detalles y con primacía de los servicios (no habría más ‘breaks’ en todo el partido).
Pospisil solucionaba los entuertos en la red y España, aunque siempre a remolque, lograba mantenerse en el ‘set’. El ‘tie-break’ se perfilaba en el horizonte. Del 5-4 se pasó al 5-5 (buenos primeros saques de Rafa). Y así hasta la muerte súbita, en la que los españoles impusieron su carácter para avasallar a una pareja canadiense que probablemente merecía mejor resultado en la primera manga (7-6, 7-1 en el ‘tie-break’).
Los gestos de la pareja española al comenzar el segundo ‘set’ auguraban menos dificultades. Nadal había ganado confianza en la red y la comunicación con López y sus técnicos en la banda (se oía todo: la pista es diminuta) era más frecuente. El sol se había ocultado tras las nubes, mejorando la visibilidad, y el público (exactamente 66 espectadores, quitando prensa e invitados varios) apoyaba mayoritariamente a la única estrella mundial de entre los cuatro jugadores presentes).
El intercambio de juegos se reanudó, pero España llevaba esta vez la delantera (sacó primera) y la iniciativa. Con el 3-2 y el consiguiente descanso pareció que un sólo ‘break’ español decantaría las semifinales para siempre. Los canadienses empataron a 3, sin embargo, apoyados en el buen saque de Nestor. Después cumplieron Pospisil y Nadal.
España se colocó 5-4, toda la presión sobre el equipo americano. Nadal colocó el 15-30 con una bola ‘liftada’ de otro planeta, pero Nestor era solvente al saque. Llegó el ‘deuce’ tras un golpe de suerte precedido de un magistral globo de López y Canadá sintió el miedo. López enmendó un error de Rafa; segundo ‘deuce’. Nestor no metía el primer saque. España desperdició dos bolas de partido en ese juego (uno tras error incomprensible de Rafa en un ‘smash’) y Canadá igualó a 5.
Rafa, que sacaba, tuvo un momento de cansancio en el juego siguiente, pero la pareja lograría levantar el juego y volver a colocar a los rivales en el desfiladero. López, valiosísimo en esa fase, mantuvo la calma y las probabilidades de ganar en dos sets: algo relevante teniendo en cuenta el partido de dobles mixto que le queda todavía a su compañero.
Con el 6-5 aumentó la tensión: se produjo, incluso, una discusión por una bola dudosa que duraría hasta el ‘tie-break’. En la muerte súbita volvió a aparecer el carácter ganador de Nadal. Si el primero se había resuelto por 7-1, éste fue 7-3. La leyenda continúa y la medalla está asegurada.