La piscina de saltos de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, cuyo agua se tornó verde esta semana por deficiencias en el sistema de filtración, ha tenido que ser cerrada hoy después de que los deportistas reportaran malos olores y picor fuerte en los ojos. El portavoz del comité organizador, Mario Andrada, confirmó a varias agencias la medida tomada y dijo esperar que el problema se resolviese “pronto”.
En el centro acuático Maria Lenk del Parque Olímpico estaba prevista esta tarde la celebración de la ronda preliminar de la competición femenina de trampolín individual, cuya final es el domingo. El clamor de los atletas se ha impuesto sobre la reticencia de la organización a asumir el error (algunos comités olímpicos especulan con que el problema se debe al desteñimiento de una publicidad que hay en las paredes de la piscina).
El británico Tom Daley, reciente medallista de bronce en saltos sincronizados, estropeó la mañana al comité organizador con un tuit en el que anunciaba el cierre de la piscina y esperaba que “no hayamos estado sumergidos en nada demasiado malo estos día”. El saltador alemán Stephan Feck ya había subido anteriormente a su cuenta de Facebook una foto donde se tapa la nariz cerca de la piscina. Le acompañaba la siguiente frase: "Ese momento en que quieres entrenarte un poco y la piscina está cerrada. El edificio entero huele a pedo".
Entre el lunes y el martes, el agua azul de la piscina se volvió verde y también cambió un poco la tonalidad de la de waterpolo, que está a su lado, aunque ahí ya se vuelve a ver azul y continúan las actividades con normalidad. Los jugadores de waterpolo se quejaron el miércoles de que les ardían los ojos, probablemente por el cloro. La Federación Internacional de Natación (FINA) informó de que lo ocurrido en la piscina de saltos a comienzo de semana había sido que los tanques de agua se quedaron sin ciertos productos químicos, lo que derivó en un aumento del nivel de pH (acidez) del agua. Ahora la situación parece estar fuera de control.