Barcelona, 1992. Génesis del deporte español. Germen de los éxitos actuales, motivo de la invención, creación y desarrollo del Programa ADO que sigue alimentando a nuestros deportistas. Culmen de la gloria deportiva de un país que hoy, casi un cuarto de siglo más tarde, afronta sus horas más bajas en lo que a olimpismo se refiere. España, la de los 13 oros en Barcelona, encara los últimos días de Río 2016 con apenas cinco medallas, con los mismos oros que en Sídney, Atenas y Londres, pero con una proyección que condenaría a nuestro equipo al peor resultado que se recuerda desde los primeros Juegos de este siglo.
Sobrevivió el osito Mischa al recuerdo, pero cayeron en el olvido los Juegos de Moscú 1980, con el boicot de 66 países y un medallero infame para España a pesar de vislumbrarse futuros semilleros del deporte español (Alejandro Abascal en vela -hoy responsable del equipo olímpico-, Jordi Llopart en la marcha, el hockey hierba, López-Zubero en la piscina -David, el mayor de los hermanos- o el piragüismo con Herminio Menéndez y Gregorio Ramos). Un medallero tan triste como el de 1984 y el de 1988. En Los Ángeles, esta vez con el boicot del bloque soviético y la ausencia de 14 países, la cifra no pasó de cinco metales y en Seúl la cosa fue aún a peor (4).
Barcelona hizo con el deporte español lo que el Dream Team logró para el deporte profesional a nivel mundial. La profesionalización provocó un salto cualitativo y cuantitativo. Creció el número de medallas de forma exponencial (22 en aquellos Juegos, 13 de ellas de oro), pero sobre todo aumentó el número de deportistas españoles presentes y diversificó las competiciones con presencia nacional. De hecho, en Río, la delegación española está integrada por 306 deportistas (163 hombres y 143 mujeres), el décimo contingente por número de participantes en Brasil.
Y, sin embargo, hoy, a seis días de que la ceremonia de clausura eche el cierre en Maracaná, España no sólo no está cumpliendo las expectativas sino que se enfrenta a la posibilidad de firmar su peor resultado en un cuarto de siglo, pues si Barcelona firmó el récord positivo de los últimos tiempos -y a pesar del bajón en Atlanta (17 medallas)-, Sídney supuso el momento más bajo del deporte español con apenas 11 medallas. Subió el número a 20 en el gran éxito de Atenas 2004 y se mantuvo a ese nivel tanto en Pekín 2008 (18) como en Londres (17).
Lo que se quedó por el camino
Un fantasma que acecha a España por resultados tan inesperados como el undécimo puesto de Miguel Ángel López, campeón de Europa y mundial en los 20 kilómetros marcha, o la quinta plaza de Marina Alabau, que defendía el oro conseguido cuatro años atrás en Londres. Marcas que, sin embargo, no dejan tan mal sabor de boca como el chocolate, esos puestos de diploma que pudieron tener regusto metálico.
Ejemplos, después de 10 días de competición, hay muchos en la delegación española. Desde la frustración de Fátima Gálvez en el Foso Olímpico con su cuarta plaza en la muerte súbita, a la derrota en la técnica de oro de María Bernabéu, vigente campeona del mundo de judo en -70, cuando peleaba por las medallas. De los tres segundos que privaron a Jonathan Castroviejo del bronce en la prueba ciclista contrarreloj o la pena por la derrota de Samuel Carmona cuando perdió su combate de -43 kg de boxeo que le habría asegurado un bronce.
Tampoco dejó buen sabor el ciclismo en ruta con Purito Rodríguez en la quinta plaza, ni la eliminación de Ray Zapata, que ni siquiera consiguió entrar en la final de suelo de gimnasia artística. Llegó incluso el enfado con los árbitros por ese penalti stroke que pitaron a favor de Argentina en los cuartos de final del hockey hierba masculino a menos de un minuto para el final y que condenó a los 'red sticks' a volverse a casa de vacío cuando ya vislumbraban la pelea por las medallas. La misma sensación agridulce de la doma, en la que Jesús Jurado acarició el bronce hasta el último suspiro, cuando las dos últimas participantes le llevaron hasta la quinta plaza.
Soñó también con el bronce Rafael Cabrera-Bello en el campo de golf. Más cerca incluso lo tuvo Mireia Belmonte en la final de los 800 metros libre en la que terminó cuarta el día después de agotarse por completo para conseguir su oro en 200 mariposa. Y doloroso fue también el tiro olímpico con Sonia Franquet en la sexta plaza de pistola de aire de 10 metros, Alberto Fernández -campeón de la Copa del Mundo y número 1 del ránking mundial- eliminado en las series de Foso Olímpico y Pablo Carrera -cuarto en Londres 2012-, noveno en pistola de aire de 10 metros.
Y todo ello sin olvidar a Garbiñe Muguruza y Carla Suárez, que tras la eliminación de Serena y Venus Williams habrían encontrado el cuadro más asequible que se pudiera imaginar para conseguir una medalla olímpica, algo con lo que Ander Elosegi ha soñado desde Pekín, donde fue cuarto, y Londres, donde también terminó cuarto, para irse hasta la séptima plaza en las Aguas Bravas de Río.
Lo que aún puede llegar
Una revisión de las penas que no puede ocultar las alegrías que tiene España por delante, porque si son varias las medallas que se quedaron en el camino, son aún muchas, hasta 20, las oportunidades que tendrá el equipo español de encarrilar los Juegos y superar los registros de Sídney 2000. Las más claras, la de Carolina Marín en el bádminton, el 49er FX de la vela con Tamara Echegoyen y Berta Betanzos -primeras en la general después de nueve regatas-, el triatlón con Mario Mola y Fernando Alarza, los 110 metros vallas de Orlando Ortega, el salto de altura de Ruth Beitia, el conjunto de gimnasia rítmica evolucionado respecto a aquel que terminó cuarto en Londres o Joel González en taekwondo, que defiende el oro logrado cuatro años atrás.
Y todo lo anterior sin hablar de las selecciones de baloncesto, tanto la masculina por ser quienes son como la femenina, ya clasificada para cuartos y con unos hipotéticos cruces ilusionantes si se quiere pensar en la final. De hecho, tampoco se puede quitar ojo al canal de remo, donde Saúl Craviotto competirá en K1 200 metros y, junto a Cristian Toro, en K2 200 metros, o donde Teresa Portela y Marcus Walz ya están clasificados en sus respectivas finales. Y que nadie se atreva a dar por perdida la sincronizada a pesar de la quinta plaza provisional de Gemma Mengual y Ona Carbonell o el balonmano femenino pese a ese cruce con Francia en cuartos que exige 'vendetta' del pasado Mundial. Y los 50 kilómetros marcha. Y a Jesús Tortosa y Eva Calvo en taekwondo. Y a los chicos del K4 de piragüismo. Y a los chicos del waterpolo.
Seis por delante para compensar los malos ratos de los días pasados y los ausentes, pues sería injusto valorar al equipo español sin contar que el Elliot 6m que nos dio el oro en el campo de regatas en Londres es una modalidad que ya no existe; que España ya está huérfana de David Cal, nuestro olímpico más grande; que también se ha retirado Brigitte Yagüe del tatami; que Maider Unda no está en Río; que faltan las chicas del equipo de sincronizada (sólo se ha clasificado el dúo); o que se echa terriblemente de menos al equipo masculino de balonmano, vigente subcampeón de Europa, que perdió su clasificación en un preolímpico a traición en Suecia.
Y a pesar de los pesares, España atesora ya tres oros y dos bronces que sitúan al equipo nacional rondando el topten del medallero, una posición que se podría alcanzar si no queremos retroceder en el tiempo y volver a Sídney o, peor incluso, a las épocas pretéritas donde un sólo dígito acompañaba a la bandera en el medallero.