Todo el sufrimiento y la incertidumbre de los tres últimos años cobraron sentido para Orlando Ortega la noche de este martes en Río de Janeiro, después de quedar segundo en la final de 110 metros vallas y lograr su sueño: dar la vuelta al Estadio Olímpico envuelto en una bandera de España, su país de acogida.
El español, como si de una metáfora de su vida se tratase, tuvo que remontar una "pésima arrancada" (según definición propia) en la segunda parte de la prueba para alcanzar un podio que el atletismo español no saboreaba desde Atenas 2004. Su marca (13.17, por encima de sus récords) le situaron segundo en la meta, por detrás del jamaicano y gran favorito Omar McLeod (13.05) y justo por delante del dúo de franceses, Dimitri Bascou (bronce con 13.24) y Pascal Martinot-Lagarde (cuarto con 13.29). Una carrera dura pero no memorable (nadie bajó de 13 segundos).
Con el mejor tiempo de reacción en los tacos de salida (0.127) con diferencia, el español se 'enganchó' en los tacos, llegó en posición retrasada a la primera valla y, por momentos, vio todo perdido (el espectador, claro, porque Ortega lo tenía clarísimo). Forzando cada apoyo, exigiéndose al máximo en cada valla, el hispano-cubano llegó mediada la prueba justo por detrás de los franceses y el jamaicano e igualado, cabeza con cabeza, con el estadounidense Devon Allen. Su escenario perfecto, ideal para que su explosividad en las últimas vallas le propulsara al podio, el momento de la verdad.
Ortega alcanzó su velocidad punta en las dos últimas vallas para adelantar a todos sus rivales salvo McLeod, mejor marca mundial del año, y colgarse una plata que no sabe a plata ni a oro sino a gloria, "a récord del mundo" (como diría en zona mixta), a recompensa de esfuerzos superpuestos y a agradecimiento, la palabra que más repitió además de "orgullo" y "España". Orlando Ortega no tenía mucho que demostrar -ya fue sexto en la final olímpica de Londres 2012, entonces bajo bandera cubana-, pero España no subía al podio de una prueba de atletismo desde que Paquillo Fernández en 20 kilómetros marcha, Joan Lino en salto de longitud y Manolo Martínez en lanzamiento de peso, lograsen una plata y dos bronces, respectivamente, en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004.
Ortega fue muy sincero después sobre la carrera: "Como siempre, y es lamentable para mí, la arrancada fue pésima... Es característico, la estoy mejorando poco a poco, pero tuve la confianza de que la segunda parte es lo mejor que tengo. A partir de la quinta valla pude remontar poco a poco... En la décima estaba en posición de medalla, fui a por la meta. Cuando miré la pantalla vi que era segundo. Hasta entonces no sabía nada... Me siento muy fuerte físicamente, sabía que a partir de la quinta valla iba a remontar".
Todavía con los ojos enrojecidos por el llanto, el hombre que desertó en el Mundial de Moscú 2013 no cabía de en sí de emoción: "Gracias a España por enseñarme a no rendirme y que los sueños se pueden cumplir".