Brasil desnuda la mentira de Lochte: tapó con un robo la farra que acabó en borrachera
Tras retirar el pasaporte a los dos deportistas que quedaban en Río, las autoridades difunden vídeos donde se comprueba la verdad de los hechos: los cuatro atletas inventaron un ‘atraco’ para ocultar que habían destrozado el baño de una gasolinera en estado de ebriedad.
18 agosto, 2016 20:54Noticias relacionadas
Brasil ha reaccionado con sumo malestar al invento por parte de cuatro nadadores estadounidenses de un supuesto atraco por parte de policías disfrazados la noche del pasado domingo, cuando regresaban de una fiesta en el barrio de Gavea. Las cámaras situadas en la Casa de Francia (donde habían acudido a una fiesta) y la propia Villa Olímpica (donde ingresaron a las siete de la mañana con sus teléfonos móviles y efectos personales) han demostrado una mentira particularmente dolorosa para el país anfitrión por su pésima reputación en materia de seguridad.
Los vídeos, a los que ha tenido acceso EL ESPAÑOL, permiten reconstruir los hechos auténticos: Ryan Lochte, Jack Conger, Gunnar Bentz, y James Feigen no salieron de la citada fiesta a las cuatro de la madrugada, sino a las seis menos diez. Y llegaron a la Villa Olímpica (residencia oficial de los atletas) a las siete, ya de día. Entre ambos momentos pasaron por una estación de servicio donde tuvieron un comportamiento lamentable: orinaron en diversas partes del establecimiento y destrozaron una puerta (presuntamente del baño o del almacén) en las instalaciones. Después, ante la reacción de los dos guardias se seguridad que custodiaban la gasolinera, la emprendieron a golpes con ellos.
La Fiscalía estudia abrir cargos por “falso testimonio” contra los cuatro deportistas (dos de los cuales ya están en Estados Unidos), lo que podría acarrear una pena de seis meses. La sociedad brasileña ha despertado escandalizada ante la mentira que recorrió el mundo en la mañana del lunes, y que volvía a poner en cuestión tanto la seguridad en Río como el papel de la polémica policía carioca. Tanto Jack Conger como Gunnar Bentz han sido privados de su pasaporte y están siendo interrogados por oficiales brasileños.
Las lagunas en la versión ofrecida por los deportistas y el vídeo que recoge su llegada a las instalaciones de la Villa Olímpica horas después del supuesto asalto llevaron a la policía brasileña a abrir una investigación sobre la veracidad de sus declaraciones. Las contradicciones principales estribaban en los horarios de llegada a la Villa (un vídeo les recoge entrando a las seis de la mañana, dos horas después de lo que decía su testimonio) y el hecho de que llevaban sus efectos personales (teléfonos, relojes, carteras). Las especulaciones en Río -sin que hayan trascendido más detalles- es que trataron de tapar con la historia del atraco algún tipo de incidente relacionado con prostitutas o narcotraficantes.
INTERROGATORIOS
Una juez local pidió este jueves que se retiraran sus pasaportes y les prohibió salir del país, pero Lochte y Feigen ya habían regresado a Estados Unidos. La policía sigue sin hallar rastro del taxista que presuntamente trasladó a los deportistas norteamericanos a la Villa Olímpica esa noche.
En cumplimiento de la orden judicial, la policía impidió el embarque de Bentz y Conger en el aeropuerto internacional de Galeao cuando se disponían a viajar a Estados Unidos. Según medios locales, la policía brasileña enviará un oficio al FBR estadounidense para que interrogue a Lochte en su país.
El comité olímpico de Estados Unidos ha confirmado que la policía estuvo en la Villa Olímpica buscando a los nadadores y apuntó que el equipo había dejado las instalaciones tras el fin de la competición, según el diario O Globo.
Lochte ganó una medalla de oro en el relevo 4x200 metros libre y quedó en quinto puesto en los 200 metros estilos en Río. Bentz y Conger participaron en las eliminatorias de estilo libre en relevo 4x200 metros y Feigen en el relevo 4x100 metros. Ahora puede convertirse, por una borrachera mal gestionada, en el villano de los Juegos: el estadounidense que intentó ensuciar aún más la reputación del país anfitrión.