La máscara que asustó a España
Tina Charles, máxima reboteadora de la final olímpica, impuso su ley bajo los tableros y marcó las diferencias para Estados Unidos.
21 agosto, 2016 02:12Noticias relacionadas
España perdió la final olímpica contra Estados Unidos, entre otras cosas, por Tina Charles. La presencia de la jugadora natural de Nueva York no pudo ser más intimidante bajo los aros para las jugadoras de Lucas Mondelo. No sólo por sus números: 8 puntos, 7 rebotes y 5 asistencias en 25 minutos (segunda estadounidense con más tiempo en cancha tras Diana Taurasi). También por su máscara, que le acompaña desde hace dos meses en cada partido de baloncesto que disputa.
Todo se remonta al pasado 22 de junio. Charles, que se encontraba disputando la WNBA con las New York Liberty, se rompió la nariz en un partido contra las Atlanta Dream de Sancho Lyttle. A consecuencia de la lesión, tuvo que empezar a llevar un protector para evitar nuevos golpes en la zona. Quién sabe si por casualidad o por causalidad, la pívot acabó cuajando la mejor temporada anotadora de su carrera en la liga estadounidense antes de competir en los Juegos: 21.4 puntos, aderezados con 9.6 rebotes y 3.7 asistencias por partido.
De hecho, la interior neoyorkina no bajó de las dobles cifras en puntos ni una sola vez desde que empezó a llevar la máscara protectora. Anotó 10 o más puntos con las Liberty hasta el 21 de julio, su último partido en la presente temporada de la WNBA. Un hito estadístico también repetido en la mitad de partidos (cuatro de ocho) de este torneo olímpico femenino.
Su mejor partido no fue contra España (18 puntos contra China en primera fase). Y eso que se mostró bastante acertada en el tiro (4/7, incluyendo alguna canasta de media distancia). Fue en defensa, con su aportación al rebote, donde Tina Charles se hizo notar de verdad. Capturó los mismos balones que su compañera Brittney Griner, con la salvedad de que la jugadora de las Phoenix Mercury no tuvo un día precisamente espléndido. No obstante, Charles tampoco logró su tope reboteador en la final (8 capturas frente a Serbia).
Puede que la jugada más significativa del partido para la jugadora de Jamaica (un distrito del barrio neoyorkino de Queens) fuese un pick and roll con Maya Moore, una de las líderes de la selección estadounidense. Acabó, cómo no, en canasta de Charles. ¿Por qué? Porque Moore no es sólo su compañera. También es una de sus mejores amigas.
Un equipo de leyenda
Después de promediar 26.5 puntos, 14.8 rebotes y 5.2 tapones en su último año de instituto en Nueva York, Charles aterrizó en la NCAA de la mano de la Universidad de Connecticut. Fue allí donde coincidió por primera vez en un mismo equipo con Moore. Ambas jugadoras ya se conocían desde que eran adolescentes, ya que les tocó ser compañeras de habitación varias veces en algún que otro campamento de baloncesto de verano. Sin embargo, su amistad se forjó durante la etapa universitaria.
No fue para menos, ya que las Huskies ganaron el campeonato dos veces consecutivas (2009 y 2010) y, para darle mayor empaque a su hito, sin perder ni un solo partido. Curiosamente, el entrenador de aquel equipo era el mismo que hoy en día dirige a la selección femenina estadounidense: Geno Auriemma. En la actualidad, tanto Charles como Moore aparecen en el podio de máximas anotadoras y reboteadoras de la historia de su universidad (Tina es tercera en puntos y primera en rebotes; Maya primera en anotación y segunda en rebotes).
Pero las dos grandes referentes de Connecticut no sólo conectaban en la cancha. También compartían un sinfín de cosas fuera de ella: habitación en la universidad y en los viajes, pasión por sus madres, rituales antes y después de los partidos, devoción por la música gospel...
Hermanas de sangre baloncestística
En verano de 2010, Tina Charles decidió presentarse al Draft de la WNBA, en el que fue elegida en primera posición por las Connecticut Sun. Significó su separación baloncestística de Maya Moore, que retrasó un año su asalto a la mejor liga femenina del mundo (también fue elegida número uno del Draft después). Al menos, en la cancha.
Porque, sí, el vínculo entre ambas jugadoras continuó siendo muy fuerte. ¿Que Charles era elegida mejor novata del año? Pues Moore la imitaba una temporada después. ¿Que iba al All-Star y era elegida en el primer o segundo mejor equipo de la liga? También Moore. ¿Que designaban a una mejor jugadora de la competición? También a la otra.
De momento, sólo hay una cosa en la que Charles y Moore se diferencian: los títulos de la WNBA, pues la segunda ha ganado tres con las Minnesota Lynx y la primera, ninguno ni con las Connecticut Sun ni con las New York Liberty. Si nos ceñimos a su palmarés con la selección estadounidense, donde vuelven a coincidir cada verano, ambas también lo comparten: dos oros olímpicos (Londres 2012 y Río 2016) y dos oros mundiales (República Checa 2010 y Turquía 2014).
Juntas, pero nunca revueltas, Charles y Moore continuarán unidas por siempre. Lo saben de sobra, pero, por si acaso, la jugada que coprotagonizaron en la final olímpica les recordó los buenos tiempos en la universidad. Porque, con máscara o sin ella, Tina Charles sólo asusta en la pista. Cuando los focos se apagan, esta graduada en Psicología (especialista en justicia criminal) se dedica a los asuntos de la fundación que creó para distribuir desfibriladores en los colegios. También a construirlos, como hizo en su día en Mali. Y, entre acción solidaria y acción solidaria, juega al baloncesto. Y, como quedó demostrado ante España, nada mal.