Mo Farah pasó a la historia olímpica tras ganar los 5.000 metros, culminando así el doblete en Río, segundo consecutivo en unos Juegos Olímpicos tras sus otras dos medallas de oro en Londres 2012 e igualando de esta forma al finlandés Lasse Viren, quien lo hizo en Múnich 72 y Montreal 76.
El británico marcó un tiempo de 13:03.30 en la prueba de los 5.000 metros, colgándose así su segundo oro en estos Juegos, tras su victoria en los 10.000 metros. El etíope Hagos Gebrhiwet llegó segundo en 13:04.35 y el estadounidense Bernard Lagat, de 41 años, consiguió la medalla de bronce con 13:06.78.
La eliminación de los tres kenianos en la primera ronda facilitó la final a Mo Farah, quedando la batalla a un choque entre el británico y los tres etíopes: Hagos Gebrhiwet, dos veces medallista mundial, Dejen Gebremeskel, subcampeón olímpico, y Muktar Edriss, que en 2014, con solo 20 años, encabezó el ránking mundial con 12:54.83.
Acostumbrado a que los kenianos, en su afán por castigar sus piernas, le hicieran de liebre durante diez vueltas antes de tomar personalmente el timón en la penúltima ejecutarlos en un sprint de 500 metros, Farah no cambió de táctica. Fueron los etíopes, Gebrhiwet y Gebremeskel, quienes tomaron el vagón delantero (2:37.40 el primer mil, 5:15.96 el segundo, 7:57.15 el tercero). En ese punto, antes de lo que acostumbra, Farah tomó personalmente el mando de la carrera, que cedió al ugandés Joshua Cheptegei al entrar en el último mil.
La carrera llegó relativamente compacta a la última curva, y cuando parecía que sus rivales se le echaban encima, Farah metió la directa para conseguir su segunda medalla de oro en Río, rematando un nuevo doblete.
Diploma olímpico para David Bustos en el 1.500
El estadounidense Matthew Centrowitz se consagró en la final olímpica ganando al sprint la prueba de los 1.500 metros con un tiempo de 3:50.00. El argelino Taoufik Makhloufi cedió la corona olímpica pero se aferró al podio como segundo (3:50.11), seguido del neozelandés Nick Willis (3:50.24).
En lo que a la participación española se refiere, David Bustos, que se clasificó a la final gracias a una recalificación por una caida en la semifinal, consiguió un meritorio séptimo puesto con un tiempo de 3:51.06 que le aseguró el diploma olímpico.
Röhler, oro en jabalina
Thomas Röhler consiguió su primera medalla de oro al proclamarse campeón olímpico de jabalina con un lanzamiento de 90,30 metros en su penúltimo tiro. El keniano Julius Yego, actual campeón del mundo, terminó segundo con 88,24 y el trinitense Keshorn Walcott, sorprendente campeón en Londres 2012, subió con ellos a un podio de gran prestigio con una marca de 85,38. El germano fue el único que alcanzó con el dardo la raya de los 90 metros.
Hasta que Walcott se hizo con la corona olímpica hace cuatro años, el título de jabalina había recalado en un atleta europeo desde 1952. Röhler lo ha recuperado con enorme solvencia -más de dos metros de margen- ante la amenaza de lanzadores procedentes de países advenedizos en esta disciplina.
Semenya, con autoridad en los 800 femenino
En el 800 metros femenino, la sudafricana Caster Semenya bajó su récord personal hasta 1:55.28 y se proclamó campeona olímpica con gran autoridad sobre el resto. La burundesa Francine Niyonsaba llegó a continuación con un tiempo de 1:56.49 y la keniana Margaret Wambui completó el podio con 1:56.89.
Invicta durante en ocho carreras este año, Semenya -plata en Londres 2012- ha estado siempre rodeada de polémica por el hiperandrogenismo que padece.
La IAAF le impidió competir mientras abría pesquisas que detectaron en ella un tipo de hiperandrogenismo, lo que condujo a establecer en 2011 una norma sobre criterios para separar las categorías por sexos, obligando a quienes presentaban esta anomalía a reducir sus niveles de testosterona por debajo de 10 nanomoles por litro de sangre, tres veces por encima de lo normal entre las mujeres.