Quién le iba a decir al mongol Ganzorigiin Mandakhnaran que celebrar una victoria antes de tiempo le iba a salir tan caro como para ser sancionado y quedarse sin el bronce olímpico en lucha libre (categoría de 65 kilos). Pero, sobre todo, quién le iba a decir que sus entrenadores reaccionarían de la manera en la que lo hicieron tras la derrota contra el uzbeko Ikhtiyor Navruzov (7-6): desnudándose ante los árbitros y el público presente en el Carioca Arena 2 brasileño en señal de protesta por el desenlace final.
Mandakhnaran empezó a festejar el bronce unos segundos antes de que hubiese terminado la pelea, y sus preparadores aparecieron en escena dispuestos para la celebración poco después, ya con el combate terminado. Fue entonces cuando los jueces decidieron darle la victoria a Navruzov, con la consiguiente decepción para el mongol.
Mientras el luchador lloraba desconsolado, los técnicos empezaron a desnudarse lanzando su ropa ante los árbitros. A tal extremo llegó su 'striptease' que uno de ellos incluso pidió a los espectadores que le jaleasen mientras se desnudaba y se quedó en calzoncillos, dejando para la posteridad uno de los momentos más surrealistas de Río 2016.
Finalmente, Mandakhnaran se recompuso del mazazo como buenamente pudo para darle la enhorabuena a su rival y abandonar el tapiz. No sin antes pararse alguna que otra vez para, agachado, seguir llorando sus penas, a la vez que sus entrenadores seguían protestando y abandonaban el círculo de combate en calcetines. Al mongol ya no se le olvidará la lección nunca. Ni por su conducta ni por la reacción de sus técnicos.