A Ryan Lochte se le escapa la carrera profesional entre los dedos. Ya con 32 años, sus posibilidades de volver a brillar en unos Juegos Olímpicos son entre mínimas y nulas, por lo que hay que aprovechar el (poco) tirón que queda. Sobre todo después del escándalo en los Juegos de Río que ha provocado un ataque que quedó en nada pero bien podría haber sido algo peor.
"Excuse me, excuse me. Hey! Back off! Off!". La coreógrafa Carrie Ann Inaba tenía cara de no entender nada y casi no hace falta ni traducción ("Perdona, perdona. ¡Eh! Atrás, atrás"). Como miembro del jurado de Dancing with the stars, la versión estadounidense del Mira quién baila español daba su veredicto a la ejecución de un foxtrot con la música de Call Me Irresponsible cuando dos hombres irrumpieron en el plató y trataron de agredir a Ryan Lochte, impecablemente vestido de blanco y sudoroso tras el esforzado baile.
La cadena ABC cortó inmediatamente y mandó el espacio a publicidad y BBC Worldwide Productions, la productora del programa, ofreció la versión oficial de los hechos: "Dos individuos irrumpieron en la pista de baile y fueron inmediatamente reducidos y conducidos al exterior del edificio". Y un portavoz de la policía de Los Ángeles, donde se estaba grabando el programa, añadió el detalle de que ambos atacantes vestían camisetas con mensajes contra el nadador.
En uno de los reportajes de Dancing with the stars, Lochte reconoció que lo sucedido en Río es uno de los mayores pesares de su vida, quizás el acto del que más se arrepiente y afirmó que quiere "probar al mundo que he cambiado. Esta es mi segunda oportunidad y no quiero fastidiarla".
Un mensaje que pareció importar tan poco a sus atacantes como a los críticos con él 12 veces medallista olímpico, pues en Río a punto estuvo de provocar un incidente diplomático después de que él y otros tres nadadores del equipo estadounidense protagonizarán el escándalo de los Juegos Olímpicos.
Tras una noche de fiesta, los cuatro deportistas, en su camino de regreso a la Villa Olímpica, se detuvieron en una gasolinera y cuando encontraron los baños cerrados orinaron en cualquier lugar, lo que provocó un enfrentamiento con los trabajadores de la gasolinera que, con signos, pues sólo hablaban portugués, les exigieron el pago de los daños que habían ocasionado. Una historia que los deportistas convirtieron en un atraco a mano armada incluyendo el relato pormenorizado de Lochte de cómo le habían encañonado en su misma frente. La situación derivó en la retirada de los pasaportes de los nadadores, pero Lochte, el más conocido de los cuatro, ya se encontraba de vuelta en Estados Unidos.
Las consecuencias no fueron legales para el nadador de Nueva York, pero sí económicas, pues a los pocos días de conocerse los verdaderos hechos prácticamente la totalidad de los patrocinadores personales de Lochte decidieron comunicarle bien la retirada de su apoyo bien la renovación de los contratos que les mantenían unidos. Marcas como Ralph Lauren o Macy's rompieron su relación con él, después de años y años de fructíferos patrocinios que, según los cálculos de Forbes, habrían reportado al nadador en torno a los 15 millones de dólares a lo largo de su carrera.
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