Jonatan y Mikel, camino de los Juegos estrenando instalaciones en escalada
La vida de ambos ha cambiado desde que se anunció que su deporte sería olímpico en Tokio 2020. Hasta ahora no podían entrenar una de las tres modalidades de escalada porque el muro no estaba construido.
16 octubre, 2017 00:23Noticias relacionadas
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“¿Vivir de la escalada? Muy difícil”. Jonatan Flor (Elda, Alicante, 1996) y Mikel Linacisoro (Bergara, Guipúzcoa, 2000) están de acuerdo. No dudan. Se les pregunta y responden automáticamente, sin pensar. Sin embargo, ahora su deporte sí les da para subsistir. El COI (Comité Olímpico Internacional) anunció que la escalada estaría entre los nuevos deportes de los Juegos de Tokio junto al skate, el surf, el béisbol y el kárate, y a ellos les tocó la ‘lotería’: fueron becados por Podium (ayuda destinada a deportistas de élite impulsada por el COE y Telefónica) y se pueden dedicar exclusivamente a entrenar y competir. Un lujo circunstancial, sí, pero muy bienvenido. Ahora, saben que pueden ser olímpicos y a eso dedican sus esfuerzos, con la mente puesta en el día a día, pero con los sueños fijados en estático en 2020.
Lo suyo responde a aquello de estar en el momento justo (son menores de 23 años, requisito indispensable para recibir las becas Podium) y en el lugar oportuno. Pero, obviamente, la ayuda no les ha caído del cielo. Tanto Jonatan (12º en el ránking continental cuando habla con este periódico) como Mikel (campeón de Europa sub-16) son dos de las grandes promesas (y realidades) de este deporte. Tienen talento y futuro, pero también muchas horas de entrenamiento detrás, máxime cuando se encuentran ante la oportunidad de sus vidas y han tenido que cambiar su rutina para hacer frente a lo que se les pedirá en el futuro.
Muy al contrario que en muchos deportes (por ejemplo, el surf o el skate), ellos sí saben cómo va a ser la competición. En 2020, la escalada hará su debut olímpico en tres modalidades: dificultad (consiste en una vía progresiva de 20 metros y gana el que llegue más arriba), bloques (paredes más cortas, pero con movimientos duros) y velocidad (el que alcance antes la cima es el vencedor). Todos competirán en las tres y el oro será para el que consiga más puntos en la totalidad de todas las pruebas.
¿El problema? Hasta ahora, que se acaba de inaugurar un muro en Madrid, ninguno de ellos podía entrenar en España la modalidad de velocidad. “Aprovechábamos las concentraciones, íbamos antes o nos veníamos después para poder practicarlo porque fuera de España las cosas están mejor”, confiesa Jonatan Flor. Y Mikel apuntilla, bromeando: “Incluso aprendíamos viendo vídeos en Youtube para repetir los movimientos”. Eso sí, ahora, como reconoce el segundo, “bajarán siempre que puedan a entrenar a la capital”.
Pero esa no es la única dificultad que han tenido que superar en este tiempo. “La diferencia es que antes te preparabas todo el año para competir en una disciplina y ahora lo tienes que hacer en las tres”, explica Jonatan, que sabe bien cuál será su otro hándicap de aquí en adelante: competir en todas bien de cara al Mundial del año que viene, donde, en teoría, se jugarán la clasificación para los Juegos Olímpicos.
JONATAN ‘EL CAMARERO’ Y MIKEL ‘EL ESTUDIANTE’
Ambos comparten hobby, recorrido y, de alguna manera, han pasado por diferentes dificultades hasta llegar a estar becados. Jonatan, al que su padre hizo escalador, nunca pensó en dedicarse a ello profesionalmente. Lo hacía para divertirse y como buenamente podía. “En Elda, donde nací, hay muchos rocódromos, pero son todos muy pequeños. Te sirven para entrenar, pero, claro, para competir no son ideales. Por eso me vine a Bilbao a entrenar y vivir con la beca”, explica.
Hasta recibir esa ayuda, sin embargo, no atisbó claro su futuro como escalador. Empezó a participar en campeonatos a los 12 ó 13 años y estudió hasta la ESO. Después, tuvo que compaginar su deporte con algunos otros oficios. “Cuando me faltaba dinero, cogía trabajos temporales. Estuve un tiempo en el bar de un chico de mi hermana…Terminaba de competir y me iba allí. Y con eso, claro, me pagaba las competiciones”, sentencia.
Ahora, Jonatan prepara los campeonatos en Bilbao, donde coincide con Mikel, que tampoco lo ha tenido fácil. El alpinista vasco, sin embargo, pudo haber elegido otro deporte. De hecho, llegó a proclamarse campeón de esquí de España, pero se decantó por la escalada. “Un amigo de mi hermano nos llevó y le cogimos el gustillo”, reconoce. Y, desde entonces, no ha parado. Pero sí que ha compaginado la escalada con los estudios, “por si acaso”.
Mientras sueña con los Juegos, Mikel estudia segundo de Bachillerato en Bilbao (a una hora de su casa) y tiene que ir y venir todos los días. “Mi vida, a ver, en realidad ha cambiado por lo de las ayudas y eso, pero en la esencia sigue siendo la misma”. De ahí que no haya cambiado el rumbo. Terminará el instituto e irá a la universidad. O, al menos, esa es su intención. Quiere estudiar Medicina (“o quizás Fisioterapia, ya se verá”) y mientras tanto entrenar con el sueño olímpico en la cabeza. Con dificultades, como Jonatan, pero también con la certeza compartida de que tanto él como su compañero están ante una oportunidad única. “Y por nosotros no creo que quede”, finaliza. Eso no lo duda nadie.
[Capítulo I: Andrea Benítez, educada en el skate callejero y camino de los Juegos Olímpicos]
[Capítulo II: Vicente Romero, el surfista brasileño, catalán y español que mira a los Juegos]