Este lunes la Agencial Mundial Antidopaje (AMA) anunció una sanción a Rusia que dejaba al país presidido por Vladimir Putin sin participar en competiciones internacionales durante los próximos cuatro años. Algo que afecta a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, los de invierno de Pekín 2022 y el Mundial de fútbol de Catar 2022.
La sanción no se extrapola a la Eurocopa, que se disputará el próximo año, ya que la AMA no considera los torneos continentales como competiciones de "primer nivel". La selección rusa si podrá por tanto estar en la cita y ejercer su rol de anfitriona albergando tres partidos en San Petersburgo, una de las 12 que habrá en el Viejo Continente.
La situación deportiva tan grotesca que se le presenta a Rusia se plasmará en la cita de Catar, ya que su selección sí podrá participar en la fase de clasificación, aunque no en las fases finales, tal y como ha confirmado el Director General de la AMA, Olivier Niggli.
El inicio de la investigación
La causa que ha desencadenado la sanción ejemplar contra Rusia tiene su núcleo en la base de datos del Laboratorio de Moscú que la Agencia Rusa Antidopaje (RUSADA) tuvo que entregar a la AMA en enero de este año. Un banco de información que, tras su verificación e investigación, se ha dictaminado que ha sido manipulado. Algo que ha dado lugar a lo que ya se ha denominado como dopaje de Estado en todo el mundo.
El historial de Rusia en esta oscura polémica es alargado, ya que el país ya fue sonrojado cuando sus deportistas fueron apartados en atletismo de los Juegos Olímpicos de Río 2016 por dopaje.
Todo su sistema se comenzó a destapar con el escándalo de dopaje en los Juegos Olímpicos de Invierno de Sochi 2014. Una sanción que le costó no estar en PyeongChang 2018 y dos mundiales de atletismo.
El sistema de la polémica
La clave de todo está en Grigori Rodchenkov, doctor y exdirector del laboratorio del Centro Antidopaje de Moscú (2006-2015). Una eminencia de la farmacología al que Vladimir Putin calificó en 2016 como un "hombre con una reputación escandalosa" y a la que concedió la medalla de la Orden de la Amistad.
Él fue quien durante años diseñó el sistema de dopaje ruso. Así lo confesó a The New York Times el propio Rodchenkov en 2016, desvelando que tenían como objetivo destacar en los Juegos de Invierno que ellos mismos organizarían y que estaría bajo su supervisión.
El médico utilizaba un cóctel de esteroides denominado 'Duquesa', compuesto por tres sustancias prohibidas que posteriormente mezclaba con alcohol (hombres con whiskey y mujeres con vermut). Se trataba de una fórmula que posteriormente era administrada a los deportistas para mejorar su rendimiento.
Para evitar los positivos de los atletas, expertos rusos en antidopaje y miembros de los Servicios de Seguridad Federal (FSB) -el 'nuevo' KGB-, reemplazaban las muestras negativas por orina limpia que había sido recogida meses atrás. Se llegaron a cambiar hasta 100 muestras y muchos deportistas conseguían escapar de los controles.
Las primeras denuncias de atletas llegaron en 2012, cuando los deportistas comenzaron a reclamar que podían doparse y salir impunes a cambio de un precio. Pero sería el propio Rodchenkov quien destaparía la trama al huir en 2016 a Estados Unidos, tras ser apartado de su cargo por la AMA un año antes. Fue entonces cuando se sinceró con la prensa y el Departamento de Justicia.
Situación política convulsa
Este hecho ha generado un conflicto en el país entre los dirigentes de las instituciones implicadas y el propio Gobierno. "Esperamos que el presidente -Putin- tome decisiones firmes. Es necesario lanzar una investigación en detalle. Hay que encontrar, de una vez por todas, la base de datos", espetó el director de la RUSADA públicamente tras conocer la sanción.
El dirigente se ha mostrado muy crítico con el Ministerio de Deportes por el tratamiento de la crisis de dopaje que ha golpeado al país en los últimos años. No considera que haya opciones de poder revertir la sanción con un posible recurso: "No tiene perspectivas".
Las escasas opciones de apelación
Tras emitir el fallo, por decisión unánime, con la sanción, la AMA ha comunicado que Rusia tiene 21 días para apelar, algo que en caso de suceder haría que el caso terminara en el Tribunal del Arbitraje para el Deporte. Sin embargo, las opciones de que Rusia pueda esquivar el veto son prácticamente nulas, tal y como reconoció Yuri Ganus, director de la Agencia Antidopaje Rusa (RUSADA). "No tiene perspectivas", señaló en rueda de prensa.
La primera opción que tendría Rusia de intentar esquivar la pena es a través de medidas cautelares que dejaran sin efecto la sanción hasta que se resolviera el caso, pidiendo el contraste en las analíticas que determinan el dopaje. Es decir, poner en duda la objetividad, la forma o la cadena de custodia del dopaje, que es la forma en la se suelen afrontar estos casos. "No me sancione, porque hay dudas sobre la legalidad de la prueba", es lo que habitualmente piden los implicados.
Sin embargo se trata de una fórmula con la que difícilmente tendrían éxito, ya que la base de datos del Laboratorio de Moscú que fue entregada a la AMA había sido manipulada previamente.
Otra forma de intentar esquivar la sanción es tratar de plantear el caso como un hecho aislado de imposible control, que haría recaer la pena sobre la persona concreta y no sobre la propia organización. Esto suele ser muy habitual en casos de dopaje en los que hay implicados un número minoritario de deportista, algo que no sucede en el caso de Rusia, ya que se ha destapado una trama masiva que infringe la normativa.
Pero Rusia tampoco podría alegar que en su caso no se trata de un sistema habitual de dopaje, ya que se ha confirmado que había una trama organizada que implicaba, incluso, al propio Estado. No se trata de un hecho aislado individual.
Lo único que podría ser determinante, en el recurso, para que Rusia evitase la sanción sería que hubiera defectos formales en la interceptación y captación de los datos, lo que anularía el caso, en los que no se hubiesen seguido los protocolos habituales para conseguir las pruebas, algo que las anularía y que por tanto dejaría a la AMA sin ellas en la acusación.
"Estamos habituados a ver cómo casos que aparentemente son cristalinos tienen defectos de forma que terminan siendo una vía de escape para llegar a un acuerdo o no sancionar y derribar toda la estructura deportiva. En los casos de dopaje los abogados suelen atacar la cadena de custodia y cómo se han obtenido las pruebas", señala el letrado José Domingo Monforte, responsable del bufete Domingo Monforte Abogados, a EL ESPAÑOL.
"A un nivel en el que un Estado participe de forma organizada, técnica y encubierta en el dopaje, no ha habido casos. El dopaje habitual es aquel en el que hay cierta complicidad entre el deportista, el club o el estamento o casos puntualizados de deportistas que afectan al médico o al preparador. Aquí estamos hablando de banda organizada, de una política criminal de país", señala el abogado.
"Aquí estaríamos hablando de delitos de fraude, manipulación y corrupción. Podría haber quedado impune dentro del propio país porque lo hubiese organizado o permitido, pero a nivel de competiciones deportivas que se funciona de una manera distinta, donde se acepta una normativa, no", añade.
La salida de los deportistas rusos
La baza de los deportistas rusos de disputar los torneos de las que ha sido vetado su país es aferrarse a la posibilidad de competir bajo bandera neutral, sin himnos ni emblemas tras ellos. Una medida a la que se adhirieron en los Juegos de Invierno de 2018. 33 medallas que podrían haber ido a parar a Rusia pero que no lo hicieron con motivo de la prohibición.
Hubo otro en el que diferentes deportistas participaron en un equipo unificado en una cita olímpica. Fue en los Juegos de Barcelona 92. El proceso de desintegración de la Unión Soviética (URSS) provocó que participara sin bandera, lo hizo como la Comunidad de Estados Independientes (CEI) por motivos políticos.
[Más información: La AMA sanciona a Rusia por dopaje y la excluye de los Juegos de Tokio y del Mundial de Catar]