La tradición española en los últimos Juegos Olímpicos asegura alguna medalla en piragüismo. La trascendencia de este deporte también queda demostrada anualmente en los Mundiales o Europeos, pero es en la gran cita donde se reconoce la capacidad que tiene el país para hacer crecer a sus palistas. Tanto es así que, actualmente, hay seis españoles que tienen un nivel digno de pelear por el triunfo en Tokio y eso ha significado que ha habido que elaborar unas pruebas para conformar el K4.
Después de que España consiguiera en Río de Janeiro tres medallas en esta disciplina y se tuviera que conformar con el diploma en la prueba de el kayak largo en la que son cuatro palistas los que tienen que combinarse para hacer la regata en el menor tiempo posible, la Federación Española de Piragüismo ha querido buscar a los más rápidos y más coordinados para afrontar esta prueba, una tradición que se viene haciendo en los últimos años antes de cada gran prueba. Todo esto se decidía este pasado fin de semana, pero las acusaciones de amaño lo han paralizado todo.
España tiene a tres campeones olímpicos como Saúl Craviotto, Cristian Toro y Marcus Cooper Walz, pero también a dos campeones del mundo como Rodrigo Germade y Carlos Garrote. La retahíla de éxitos en esta disciplina la completa Carlos Arévalo, subcampeón mundial. Estos seis estaban citados en el embalse de Trasona, Asturias, para decidir quiénes serían los palistas que compondrían el K4 para la prueba de 500 metros.
Cabe destacar que Craviotto y Arévalo, que también serán representantes del combinado nacional en el K1, tenían las plazas aseguradas. Entre los otros cuatro se jugaban dos plazas. Es por lo que se decidió hacer varios test distintos con las parejas Craviotto-Arévalo-Cooper-Germade, Craviotto-Arévalo-Toro-Garrote y Craviotto-Arévalo-Cooper-Toro. Fue el primer cuarteto el que hizo el mejor tiempo, mejorando en cuatro segundos a los otros dos.
El amaño
Todo parecía completamente limpio y razonable teniendo en cuenta la capacidad de todos estos, pero no los no ganadores no están de acuerdo. Este martes, el Club Fluvial de Lugo, que representa a Cristian Toro, emitió una carta formal al presidente de la RFEP, Pedro Pablo Barrios, denunciando lo sucedido en Trasona. En el comunicado, se explica que hay "posibles irregularidades en el proceso de selección" y reclama un selectivo "lo más limpio, igualitario y transparente posible".
Esto último lo ha conseguido, ya que, horas después, la Federación ha anunciado que se "reajustará el proceso" y estos tres cuartetos volverán a tener la oportunidad de hacer el mejor tiempo de forma definitiva. Miguel García, responsable de la selección contra el que cargó el Club Fluvial de Lugo y también el expresidente de la Federación Juan José Román Mangas, explicó que la diferencia de tiempos se podía deber a diversos motivos como "el frío, la salida que se hace manual o la propia activación de los deportistas".
Pero la denuncia de la institución y del expresidente apuntaba a que los propios piragüistas habían sido los que habían amañado la prueba esforzándose al máximo cuando el cuarteto Craviotto-Arévalo-Cooper-Germade estaba en el kayak y dejándose algo más de su esfuerzo con las otras dos variantes. "Todo ello teniendo en cuenta que solo se había modificado el cuarto integrante de la embarcación (...) esta actitud acredita que los citados palistas, deliberadamente, no han actuado de forma objetiva ni con el mismo rendimiento que en las otras combinaciones realizadas", expone Tito Valledor, el presidente de la entidad lucense.
Esto también afecta al K1 en el sentido de que el Club Fluvial de Lugo denunciaba que se volviera al sistema de selección que existía anteriormente, donde los contendientes se enfrentaban en pruebas de "la modalidad de K1 200 y de K1 400" para elegir a los representantes de la prueba individual y grupal.
Esto evidencia una clara guerra familiar en la selección española de piragüismo que no beneficiará para nada la preparación para esos Juegos Olímpicos de este próximo verano.
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