El fantasma del dopaje sigue teniendo un episodio particular en los Juegos Olímpicos. Una de las principales lacras del mundo del deporte no termina de desaparecer. Los tramposos que quieren llegar a lo más alto del podio suelen tener las piernas muy cortas y terminan siendo descubiertos, emponzoñando las grandes historias que se ven en esta cita cada cuatro años. Pero el ejemplo de Alex Schwazer es una situación bastante inusual.
El mundo de la halterofilia, el del atletismo y, en concreto, el de la marcha se han visto salpicados por diferentes tramas. En los últimos tiempos, el más sonado ha sido la acusación por dopaje de estado contra Rusia. Esto provocará que este verano en Tokio no se vea su bandera y los deportistas lleven la denominación de ROC (Comité Olímpico Ruso) en lugar de su nacionalidad. Pero hay otro deportista que aún lucha por librarse de su sanción.
Uno de estos casos es el de Alex Schwazer, el campeón olímpico de los 50 kilómetros marcha en Pekín 2008. Empezó una lucha salvaje por salvar su imagen tras un primer positivo real y otro que es digno de una historia de la mafia italiana. El marchador estaba destiando a dominar la distancia en esta última década y por culpa de un error y de una trama contra él tuvo que conformarse con ver a otros tener esa foto que él se imaginaba desde Italia.
El corredor fue inhabilitado después de un complot contra él. Por eso, se puso en manos de Sandro Donati, el entrenador que en los 80 fue apartado de la Federación Italiana por negarse a dopar a sus atletas. Después de que en 2012 fuera descubierto su positivo, quiso limpiar su imagen de cara a 2016, pero se encontró con las garras de la IAAF y otros que le esperaban en Italia. Ahí se encontró con un gran muro, pero con el preparador harían todo lo posible para saltarlo.
La trama
Schwazer se perdió los JJOO de Londres tras dar positivo por EPO y hormona del crecimiento. Fue sancionado con cuatro años por no ser reincidente, un tiempo justo para un delito de esta altura. El marchador se equivocó en ese momento, admitió su error y se comprometió a no quedar para la historia como un dopado. Después de dominar la distancia cuatro años antes tiró por la borda todo el prestigio que había ganado. Cuando estaba listo para darle la vuelta a la tortilla, se encontró el gran escollo.
Tampoco estuvo en Río de Janeiro por un polémico control en enero de 2016. En la Copa del Mundo por equipos de ese año se había salido en lo que era su primera carrera después de 3 años y 9 meses. Pero el 1 de enero dio positivo por testosterona en lo que fue una trampa. Tras cinco años peleando para demostrarlo y, finalmente, el juez Walter Pelino, en un auto de 87 páginas, demostró que era "altamente creíble que las muestras de orina sacadas a Alex Schwazer el 1 de enero de 2016 fueron alteradas para que diera positivo y así conseguir la suspensión y el descrédito tanto del atleta como de su entrenador, Sandro Donati".
La AMA le sancionó sin poder competir hasta 2024 por estas dos situaciones irregulares. Todo se demostró a través de unos emails entre altos mandos de la Federación Internacional de Atletismo (IAAF), el abogado de la misma y el laboratorio de Colonia en el que se analizaron las pruebas que hablan de complot también por la violación de la cadena de custodia de las muestras que queda probada o los frascos no sellados que se identificaron.
"La WADA ha notado con grave preocupación los comentarios hechos por el juez del Tribunal de Bolzano sobre el caso Schwazer. Si bien la decisión es larga [87 folios tiene el auto] y tendrá que ser evaluada en su totalidad, la WADA está consternada por las múltiples acusaciones imprudentes e infundadas hechas por el juez contra la organización y las demás partes implicadas en este caso", ese fue el comunicado que hizo la Agencia Mundial Antidopaje cuando se probaron los hechos, asegurando que pueden acometer "acciones legales".
Compromiso político
El parlamento italiano se ha comprometido este martes a impulsar su absolución ante las instituciones mundiales y así pueda correr en Tokio. Desde la institución transalpina van a trabajar con todos los organismos del mundo del deporte para conseguir esta meta. Es por lo que desde distintos medios de comunicación se han puesto manos a la obra para conseguir que Schwazer pueda estar este verano en los Juegos Olímpicos.
Detrás de él ya tiene más de 40.000 firmas en internet que le apoyan. A sus 36 años quiere poner fin a la pesadilla y redimirse de esas dos medallas que pudo tener en los dos Juegos Olímpicos que se ha perdido.
[Más información - Lydia Valentín: "Me encantaría ser la abanderada en los Juegos Olímpicos de Tokio"]