El boxeo español no gana una medalla desde Sidney 2000 y en Tokio quiere acabar con la mala racha. Hay razones para pensar que será así, ya que tendrá su mayor representación en unos Juegos Olímpicos desde la celebración de la cita en 1992 en Barcelona. Gabriel Escobar, José Quiles, Gazi Jalidov y Emmanuel Reyes Pla conforman el equipo nacional.
EL ESPAÑOL ha hablado con Gabriel Escobar (Leganés, Madrid; 1996), que competirá en la categoría -52 kg. A una semana de sus primeros Juegos Olímpicos, se muestra sorprendentemente relajado aunque él mismo se defina como "puro nervio". La presión de llevar 21 años sin un boxeador español medallista en la cita olímpica no va con él, ya que sabe lo que es romper otra maldición de 48 años sin un campeón de Europa español.
Tiene entre ceja y ceja su sueño de colgarse un metal en Tokio. Le preguntas y no se pone en otro escenario que no sea ese. Aún así es consciente de que puede pasar de todo y mantiene una máxima para seguir con los pies en el suelo: "Cuando ganas tienes un círculo de amigos que no lo tienes cuando pierdes".
Fiel a su trabajo, a sí mismo, a la esencia del Gabi -como le llaman- que se enfundó unos guantes a los 14 años, acaba de ganar el campeonato de España (en una categoría superior, en -57 kg.) y se prepara para emprender el viaje a Japón. Antes analiza las claves de la cita olímpica y de su carrera en este diario.
Pregunta: ¿Qué tal? ¿Cómo están yendo estos últimas días de preparación para Tokio? ¿Qué es en lo que os centráis?
Respuesta: Están yendo muy bien. Muy exigentes, la verdad. Pero ya queda marcar el peso, que es ir bajando poco a poco. Bajar la carga. Y ya listo para las peleas.
Son tus primeros Juegos, ¿te pones expectativas altas?
Voy a Tokio a conseguir el máximo objetivo, que es el oro. Vamos a luchar por todo, a eso vamos.
Para los cuatro del equipo son vuestros primeros Juegos. Con José Quiles además llevas muchos años compartiendo entrenamientos y demás. ¿Ir todos como debutantes crees que puede jugar en contra de vuestras aspiraciones?
Pienso que no. Vamos los cuatro con unas ganas y una ilusión que parecemos niños con caramelos -risas-. Hay veces que la experiencia juega su papel, pero al fin y al cabo la ilusión y la juventud también tira un montón.
Estaba más nervioso para el clasificatorio que ahora para los Juegos
Habrá nervios...
Si te soy sincero, estaba más nervioso para el clasificatorio que ahora que ya estoy clasificado. Osea que bien. Si que es verdad que cuando llegue el momento del combate, o el día o dos anteriores, sí que uno se pondrá nervioso. Pero ahora tengo unas ganas de ir... Estoy muy contento.
Tras el clasificatorio me sentí como uno se siente al haber cumplido un objetivo. En Río 2016 no pude clasificar porque me eliminaron en primera ronda. Tenía 18 años, pero un georgiano me ganó bien. Teníamos la espina de clasificarnos. Bueno, no la espina, mejor dicho el sueño.
Tener como seleccionador a Rafa Lozano, medallista en Sidney y Atlanta, es un impulso para vosotros. De los consejos que os habrá dado para los Juegos, ¿con cuál te quedas tú?
Pues sobre todo que confiemos en nosotros. Que al fin y al cabo tenemos talento, hemos ganado a gente que ha sido medallista olímpico, que nosotros estamos entrenados y podemos ganar a cualquiera.
Bueno has sido campeón de Europa en 2019, algo histórico, justo acabas de ser campeón de España... osea que de ganar sabes un rato. ¿Todo lo que no sea luchar por las medallas sería una decepción?
Yo voy a eso y me veo consiguiéndolo. Quiero ir a Tokio y traerme un metal y si es de oro muchísimo mejor.
¿Cómo manejas una situación en la que te ves con capacidad para ganar? En aquellos Europeos, por ejemplo.
Cada vez que iba pasando las rondas yo tenía más motivación porque más cerca estaba de entrar en las medallas. Si que es verdad que cuando entré en medalla, en semifinales, el bronce me sabía a poco. Era como 'joder, no quiero quedarme aquí. Quiero coger y llegar a la final y luchar por el oro'. Así fue. Poco a poco. Ganando combate tras combate y mentalizándome tras cada uno de la mejor forma posible.
Cuando ganas tienes un círculo de amigos que no lo tienes cuando pierdes
Siendo uno de los atletas españoles que llega a Tokio con posibilidades de medalla, ¿notas la presión?
Yo no noto la presión. Si que es verdad que muchas veces la gente dice 'seguro que tú te traes alguna', pero a mí eso me da igual. Sinceramente, cuando ganas tienes un círculo de amigos que no lo tienes cuando pierdes. Y cuando pierdes es cuando verdaderamente sabes quién es la gente que está ahí en las malas y en las buenas. Yo siempre voy a salir al ring a darlo todo. Y si se pierde en primera, pues bueno... pero yo sé que lo voy a dar todo.
Me llamó la atención que en el campeonato de España compitieras en una categoría superior, en -57 kg, cuando en los Juegos lo harás en -52 kg.
Nos los tomamos como una preparación sin olvidar que es una competición, que también te puede ganar cualquiera y en la preparación solo hay que entrenar y ya está. Pero sí que lo intentamos coger como una preparación, hacer el máximo número de peleas posibles. Fui en 57 mas que nada para no sufrir con el peso, para, como fue una preparación, no estar bajando con el plástico, no estar matándome mucho con el peso.
Son tus primeros Juegos y, seguramente, se tratan de unos de los más extraños de todos. ¿Cómo afrontaste tú el aplazamiento?
Pues yo lo afronté bien, honestamente. Tuve más tiempo para recapacitar, para meditar lo que había conseguido, que era clasificarme. Me acuerdo que me clasifiqué y, si no se hubieran aplazado, al mes ya hubiera estado en los Juegos. A mí me vino muy bien.
¿Cómo te pilló a ti la pandemia?
Estaba en Londres, en el clasificatorio, y allí la vida era normal. Nosotros estábamos como en una burbuja y no veíamos lo que pasaba fuera. Cuando volvimos a España yo me llevé ropa para vestir, incluso, y ya llegó mi madre y me dijo 'pero ¿dónde vas con todo eso? Si no se puede salir'. Y ya es cuando ví la gravedad de lo que estaba sucediendo. En el encierro, la verdad, lo pasé bastante mal.
Yo no iba a competir cuando murió mi abuelo, pero a él le hubiera gustado que saliera y cogí fuerzas...
Han sido un 2020 y un 2021 difíciles para muchos. Este febrero a ti te tocó vivir una situación complicada, enterándote a unas horas de afrontar la final en un torneo en Hungría de la muerte de tu abuelo. Tuviste mucho valor para después de eso salir a pelear y llevarte el oro, ¿de dónde sacaste las fuerzas?
Yo no iba a competir ese día. Hablé con mis entrenadores, Rafa y Carlos Peñate, y mis compañeros y me dijeron que cualquier decisión que tomara era lógica, que si yo no quería competir, no saliera. Yo no iba a competir, yo no estaba para hacerlo. Me recuerdo llorando en ese momento y no estaba... Pero hablé con mi familia y me quedé pensando. A mi abuelo le hubiera gustado que yo hubiera salido a la final y él me habría estado viendo en el streaming. Me decidí a salir porque, aunque mi abuelo no estuviera viéndome en casa, lo mismo me estaba viendo en otro lado. Cogí fuerzas y para adelante.
Creo que lo que acabas de contar te define como persona, pero ¿qué más es Gabriel Escobar fuera del ring? ¿Es muy diferente respecto a lo que vemos en la tarima?
Lo que veis en el ring es lo que se ve también fuera -risas-. Puro nervio. Soy muy nervioso también, así que es como lo veis.
-Risas- Y siendo tan nervioso, ¿cómo llevaste eso de entrenar en casa durante la cuarentena del año pasado?
Mi hermano es exboxeador y le volví a meter un poco. Le tenía un poco harto. Volver a entrenar era como 'joder, qué pesado' -risas-. Pero la verdad que me ayudó bastante y así se llevaba mucho mejor.
Para acabar, te quería preguntar por el uso de CBD -sustancia que salió de la lista de sustancias prohibidas de la AMA y será legal en Tokio-. ¿Cuál es tu experiencia con él? ¿Qué puedes contar para que lo entienda mejor la gente?
Uso unas gotitas que se ponen debajo de la lengua. Cremas y eso no las he llegado usar, pero sí eso. Y noto que descanso mejor. No es que cojas, te lo eches, te entre sueño y te quedes ahí muerto. Te lo echas y a la hora en la que te entra sueño, duerme uno mejor. Duermo más profundo gracias a eso.
Muchas gracias por tu atención, Gabriel. Ojalá que cuando te recibamos de vuelta sea con el oro al cuello.
A eso vamos. Gracias.
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