Laurel Hubbard (Nueva Zelanda, 1978) se presentaba a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 a sabiendas de que haría historia. Se la ha conocido y conocerá como la primera trans en competir en una cita olímpica. El resultado en halterofilia +87 kg. no ha sido bueno, pues con tres nulos se quedó sin opción alguna a medalla. Sin embargo, su impacto en la evolución del deporte es incontestable. Hasta llegar a Tokio ha tenido que pasar numerosos controles de testosterona, algo que en España, con la Ley Trans impulsada por Irene Montero, no pasará en el deporte no profesional.
La ley recientemente impulsada por el Consejo de Ministros tenía algunos apartados que llegaron a generar tensiones hasta dentro del Gobierno. Incluso Carmen Calvo, anterior vicepresidenta, quedó como gran 'derrotada' frente a la ministra de Igualdad por aspectos de esta ley. Calvo acabó siendo uno de los cambios de Pedro Sánchez en su Ejecutivo y la idea de Montero tomó forma.
Entre otras medidas, la Ley Trans incluye la autodeterminación de género y cambiar de nombre y sexo a partir de los 14 años. Además, también tiene influencia en el deporte. Y no en menor medida, pues supone una revolución total respecto a la gestión deportiva en otros países. En el borrador que se conoció en su día, se dejaba claro que la participación en actividades deportivas de personas trans "se realizará atendiendo a su sexo registral, sin que en ningún caso puedan realizarse pruebas de verificación del sexo".
Pero, pese a la contundencia de dicha medida, también se afirmaba que todo se llevará a cabo "sin perjuicio del oportuno cumplimiento de las normas que rijan las competiciones internacionales". Es decir, en deportes profesionalizados la normativa no tiene tales efectos. Sin ir más lejos, el Comité Olímpico Internacional ha precisado una forma de gestionar la inclusión de deportistas trans de una manera muy diferente a la de Montero.
La postura del Comité, cabe destacar, será la que sigan muchos países. El Gobierno de España, como ya publicó EL ESPAÑOL, utilizará la normativa del COI como guía para precisar en los próximos meses la inclusión de las personas trans en el deporte de élite.
Los requisitos del COI
El Comité Olímpico Internacional ha sido uno de los estamentos más importantes en abordar la inclusión de los deportistas transexuales. Según el COI, "es necesario garantizar, en la medida de lo posible, que los atletas trans no sean no sean excluidos de la oportunidad de participar en competiciones deportivas". Y, por ello, en 2015 emitieron una serie de requisitos para la participación de estas atletas.
"El objetivo deportivo primordial es y sigue siendo la garantía de una competición competencia justa", recalcaron en su día, por lo que "las restricciones a la participación son adecuadas en la medida en que sean necesarias y proporcionadas para la consecución de dicho objetivo". Y para ello es necesario llevar un control, algo que choca con la Ley Trans de Irene Montero.
Sin exigir cambios anatómicos, y defendiendo el cumplimiento del Código Mundial Antidopaje, el COI se basó en varias obligaciones para la participación de deportistas transexuales en sus competiciones. Eso sí, recordando que los "que pasen de ser mujeres a hombres podrán competir en categoría masculina sin restricciones".
Para la transición contraria, es obligatorio: declarar identidad de género femenina y no cambiarla en cuatro años, mostrar un nivel de testosterona en suero inferior a 10 nanomoles por litro durante los 12 meses previos y someterse a controles constantes si así lo requiere la organización. Laurel Hubbard, el caso más sonado de estos Juegos Olímpicos, ha pasado por todas esas fases durante dos años después del aplazamiento de Tokio 2020 a 2021.
El 'caso Hubbard'
La halterófila neozelandesa llegó como una de las grandes protagonistas de estos Juegos Olímpicos. Primeta atleta trans en competir y con muchas críticas alrededor. Rivales de la halterofilia catalogaron de injusticia que Hubbard participara en la categoría femenina. Hasta representantes de la halterofilia española mostraron su disconformidad con su participación. Todo para que Hubbard no haya alterado en ningún caso los resultados de la competición olímpica.
La atleta de 43 años, que ha cumplido con todos los requisitos impuestos por el COI y que inició su transición con 30 tras competir una vez en categoría masculina, participó este lunes en la prueba de +87 kg. Y lo hizo sin éxito, pues no consiguió realizar ningún levantamiento válido y sus tres intentos fueron nulos. Con una sonrisa, pero sin cumplir con las expectativas que sus críticos le habían puesto, se marchó del tapiz de Tokio.
Hubbard estuvo aislada en la Villa Olímpica para evitar la presión. Lo confirmaron incluso desde el equipo olímpico de Nueva Zelanda, que destacó que vivía una situación diferente al resto y que la atención generada entre los medios de comunicación debía ser gestionada concienzudamente. Laurel Hubbard, tras semanas protagonista de titulares y críticas, se fue de manos vacías y haciendo historia.
El COI revisará próximamente las condiciones para los atletas trans, según dejaron entrever antes de los Juegos Olímpicos. Si Hubbard puede seguir compitiendo quedará a expensas de esa normativa y de la propia decisión de ella. Siguiendo la ley de Montero, no debería pasar ningún control.
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