El equipo español de piragüismo ha hecho una carrera excelente desde la salida, mostrando un gran nivel desde los primeros metros, manteniendo siempre la punta de la carrera en una dura lucha contra el equipo alemán, que se terminó llevando la victoria en un final apretadísimo con un ataque de los germanos que los nuestros no pudieron batir. [Así hemos vivido la jornada del 7 de agosto en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020].
No pudo ser. España lo peleó hasta el final, pero faltaron unas cuantas centésimas para tocar la gloria. El equipazo formado por Saúl Craviotto, Carlos Arévalo, Marcus Cooper Walz y Rodrigo Germade se merecía un gran éxito en estos Juegos Olímpicos, pero ahora mismo la plata les sabe a poco, a muy poco.
El oro olímpico era el gran objetivo y el gran sueño de este conjunto de palistas que han vuelto a demostrar que están entre los mejores del mundo, pero que no han podido darle al país la alegría que todos esperaban. Aún así, el derroche y el esfuerzo fue máximo, saliendo a por todas desde los primeros metros.
En una prueba conocida como la Fórmula 1 del piragüismo, por ser la prueba más importante y la más rápida donde se compite a nivel colectivo, Alemania se llevó una victoria contundente y de mucho prestigio en un duelo antológico que ya es historia de estos Juegos de Tokio que tan poca suerte están dando a España.
A pesar del sabor de boca agridulce, el medallero nacional recibe la decimosexta presea, una plata que en este caso tiene tintes de derrota, porque la ilusión estaba puesta en ese primer lugar en meta. Sin embargo, habrá que esperar tres años más, hasta París 2024, para intentar hacerse con el cetro mundial del piragüismo.
El equipo español se puso en cabeza desde el principio de la prueba. La estrategia estaba clara, ganar o morir en el intento. Por ello decidieron salir a por todas, sin especular y con la confianza de sentirse los mejores después de haber provado su superioridad en las semifinales, donde pudieron ganar su serie guardando algo de fuerzas.
Un final muy apretado
Desde casi el comienzo, españoles y alemanes estaban claramente por delante del resto, en otro mundo, en otra liga. La victoria y el oro iba a estar entre ellos. Al paso por el 250, el ecuador de la carrera, España se situaba en primera posición y aceleraba el corazón de toda la afición que soñaba con la presea dorada. Sin embargo, a falta de 100 metros, las fuerzas empezaron a fallar. España se mantenía en la pelea, pero se podía comprobar que la tendencia era a la inversa, con Craviotto y compañía perdiendo centímetros a cada segundo y con el equipo alemán asomando la punta de su piragua por delante de la española.
Esas malas sensaciones en los últimos metros terminaron confirmándose en la entrada a meta donde casi no hizo falta ni esperar a la foto finish. El margen fue pequeño, pero permitía comprobar cómo los alemanes se habían llevado el gato al agua definitivamente con una victoria imperial con la que demostraban su supremacía en el mundo de la piragua. Una desilusión tremenda para el galáctico conjunto español que se quedaron a tan solo un paso de la gloria.
El tiempo final que le sirvió a Alemania para llevarse la victoria fue de 01:22:219, dos décimas por delante de Craviotto, Arévalo, Walz y Germade que se tuvieron que conformar con la plata, un metal que hace currículum, sobre todo para aquellos estaba debutando en una prueba olímpica, pero que sabe a poco cuando el sueño es el primer escalón del podio. En tercera posición concluyó Eslovaquia, a más de un segundo para España y tras ganar al equipo del Comité Olímpico Ruso que fue cuarto finalmente en una carrera para el recuerdo que deja a España con media sonrisa y algo de decepción.
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