24 de marzo de 2020. El Comité Olímpico Internacional, en colaboración con la organización de Tokio, acordaba aplazar los Juegos Olímpicos por culpa del coronavirus. La cita más importante para el mundo del deporte se veía sacudida por una pandemia mundial. Los calendarios de los atletas perdían todo sentido. Desde ese momento, el único objetivo era pensar en si se realizarían o no en 2021. Llegaron dudas, momentos de debilidad y muchas presiones, pero el evento acabó disputándose en tierras niponas.
La Covid-19, al fin y al cabo, se ganó ser la gran protagonista de los Juegos Olímpicos. Sus medidas de seguridad, los contagios en la Villa y los incumplimientos del protocolo prometían marcar la actualidad diaria de Tokio 2020. Sin embargo, los JJOO de la Covid se transformaron en los de la reivindicación social. Los atletas, aprovechando el permiso del COI para realizar cualquier tipo de declaración o gesto fuera de los podios, hicieron de su participación el altavoz idóneo para dirigirse al mundo. Una manera de plantar cara a las crisis sociales y la vía más rápida para situarse en el debate público.
Asuntos como el de la diversidad sexual y racial, o incluso el tabú de diferentes enfermedades, han llevado a más de un aspirante a medalla olímpica a transformarse levemente en activista. Durante algunos segundos, como muchos minutos, pero con medio planeta mirando a través de las pantallas. Una oportunidad de oro que no han desaprovechado y que han marcado la actualidad diaria de los Juegos.
Estrellas del olimpismo como Simone Biles han permitido dar cabida a la importancia de la salud mental. Otros como Tom Daley, en su día un niño prodigio del trampolín, consiguieron aparecer en todos los titulares simplemente por defender su sexualidad. Incluso entre los representantes españoles, como Ana Peleteiro o Mohamed Katir, se ha defendido la diversidad en el país.
Del racismo al LGTB
Los Juegos de Tokio han sido los primeros que han tenido a una atleta transgénero. Y su simple participación en el evento ya generó críticas en su día, pese a que los resultados ni se conocían. Se trata de Laurel Hubbard, que ya ha escrito su nombre en la historia del deporte y que prevé retirarse tras haber logrado tal hazaña.
La neozelandesa, cuya transición realizó hace 13 años, cumplió todos los requisitos del COI para poder estar presente. Compitió en la prueba de halterofilia y se llevó todos los focos. Sin embargo, después de que muchos la dieran ya por ganadora, no consiguió ningún levantamiento válido y se marchó, sonriente, consciente de lo que había conseguido. Probablemente haya más casos futuros, pero el suyo fue el primero y la polémica llegó a aislarla en la Villa Olímpica.
Importante para el colectivo fue también la declaración de intenciones de Tom , medallista olímpico en el salto de trampolín y uno de los grandes nombres olímpicos para Gran Bretaña. El inglés, tras llevarse el oro, envió un mensaje que se convirtió en tendencia mundial. "Me siento orgulloso de decir que soy un hombre gay y que también soy un campeón olímpico", explicó. Hubo quien no entendió la necesidad de sus palabras, pero la historia de Daley sirve para entender su paso al frente. Durante años le preguntaron su condición sexual y en 2013 se declaró abiertamente homosexual.
Pero el colectivo LGTB no fue el único que se reivindicó. La lanzadora de peso Raven Saunders, que fue plata en su categoría, se acordó de los "oprimidos". La atleta, que en una entrevista se definió como "negra y gay" para explicar por qué su adolescencia no fue tan sencilla, ha llegado a ser investigada por el COI. Ganó la plata, se alzó en el podio con ella y cruzó los brazos en alto. Pero el Comité pidió que toda reivindicación se hiciera fuera del momento de los himnos y la entrega de medallas. Saunders, sin embargo, ya tenía su metal asegurado.
Salud mental
Nombre y apellidos. Simone Biles. Ha sido quien ha puesto de relieve la importancia de la salud mental en general, y en el mundo del deporte en particular. Gimnasta histórica, principal candidata a todas las medallas en su disciplina y solo 24 años. La estadounidense tenía todos los focos. Lo sabía. De hecho, tras las primeras eliminatorias, se sinceró en sus redes sociales reconociendo que sentía la presión de ocupar el puesto que ocupaba. 24 horas después, Biles se rompió.
La gimnasta abandonó la final por equipos al no poder realizar uno de sus movimientos. Rusia ganó a Estados Unidos, pero lo importante era lo que sucedía con Biles. Fue ella misma la que salió minutos después a explicar que todo era para preservar su salud mental. Ni lesión física, como dijo su equipo en un primer momento, ni nada similar. Salud mental.
Sus palabras la convirtieron en aún más protagonista, pero también sirvieron para extender el debate y las dudas sobre la salud mental por todas las disciplinas olímpicas. Representantes españoles como Saúl Craviotto desvelaron haberse sentido de forma similar. Atletas de otros muchos países mandaron en redes sociales sus respectivos mensajes. Prácticamente todas las Villas Olímpicas se volcaron para dar importancia al asunto.
Tras lo sucedido con Biles, que ha llegado a renunciar a cuatro medallas, se espera que la salud mental vuelva a cobrar importancia en el mundo del deporte. El riesgo que se corre es que quede en un segundo plano cuando los Juegos hayan perdido todo el foco de interés.
El papel de España
La delegación española no se ha quedado apartada de la reivindicación. Y varios nombres han conseguido situarse al frente de esa corriente de normalizar la variedad. Ana Peleteiro es uno de estos. La atleta gallega, con orígenes africanos, se proclamó medalla de bronce en triple salto. Hizo historia en el deporte español y, en plena celebración, se acordó de los sectores racistas que pudieran enfadarse por su triunfo con España. Una frase suya en RTVE se hizo viral: "No somos de color, somos negros. De color son ellos, que cambian más de color que el sol".
Declaraciones que realizó cuando estaba junto a Ray Zapata, otro de los medallistas españoles con orígenes dominicanos. De hecho, el gimnasta nació en Santo Domingo, aunque llegó de pequeño a España y se crio como un canario más. Zapata, en su caso, sacó a relucir su orgullo: "Estamos superorgullosos cuando salimos a la pista a representar a España. Cuando gano una medalla, la gano también para España".
Igual que Peleteiro y Zapata, Mohamed Katir también reafirmó su condición de español. Y concretamente muleño, ese pueblo murciano que le acogió y que se ha convertido en su hogar. El atleta fue claro tras clasificarse para la final de los 5.000: "Yo soy muleño. Me están diciendo todo el rato 'el atleta marroquí' y yo no soy atleta marroquí, yo soy español".
Tal historial no podía tener mejor cierre que el de Alberto Ginés, el oro en escalada que se ha convertido en un fenómeno viral. Una cuenta con pocos seguidores, un joven de 18 años y la valentía de escribir lo que le da la real gana. El cacereño, a través de numerosos mensajes en estos últimos meses, ha promovido mensajes contra la homofobia y el racismo que, a partir de ahora, podrán leer los más de 140.000 seguidores con los que cuenta. Como sus compañeros, se lleva mucho más que un metal.