Masomah Ali Zada vio cumplido un sueño al competir en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. En el Fuji International Speedway formó parte del equipo de refugiados y aunque quedó en último lugar, su historia de superación ha conmovido al mundo. Ella tuvo que abandonar Afganistán porque allí no se le permitía practicar el ciclismo y ahora se ha convertido en un símbolo en todo el planeta.
La ciclista siempre quiso dedicar su vida al deporte. Desde que era niña. Pero lo que puede parecer algo al alcance de la mano en Occidente para cualquier mujer, en Afganistán no lo es. Las mujeres afganas no tienen libertad para hacer lo que quieran. Los talibanes lo prohíben. Y algo tan común como andar en bicicleta es desaprobado por la facción fundamentalista.
Masomah Ali Zada nació en Afganistán, pero los primeros años de su vida los paso exiliada en Irán hasta que pudo regresar a Kabul junto a su familia. Uno de sus objetivos era acudir a la universidad y lo consiguió para convertirse en profesora de deportes. Fue así como comenzó una nueva meta: crear un equipo de ciclismo de mujeres afganas.
Mujer y de la minoría hazara. Esto es suficiente para poner a la ciclista olímpica en el punto de mira de los talibanes. El pueblo de los hazara es una minoría natural de Afganistán y Pakistán, que ha huido históricamente del Estado Islámico, de los talibanes y de Al Qaeda. Por ello la familia de Ali Zada abandonó el país afgano para irse a Irán.
Cuando comenzó el proyecto de su equipo ciclista de mujeres, a Masomah le llegaron a tirar piedras y frutas cuando se montaba en su bicicleta para recorrer las carreteras de Afganistán. Los ataques de los talibanes fueron en aumento y en gravedad, no solo contra ella, pero sí que con las mujeres como principales objetivos, y esto llevó a la familia a volver a dejar su casa, su país, para pedir asilo a Francia.
Era el año 2016 y Masomah Ali Zada empezó a escribir una nueva página de su vida a miles de kilómetros de distancia de donde vino al mundo. Junto a ella su hermana Zahra, quien también formaba parte de esa 'selección afgana' de ciclismo femenino. Gracia a este deporte, ganó una beca del COI para atletas refugiados. "Al participar en los Juegos Olímpicos, quiero convencer a quienes piensan que una mujer en bicicleta es inapropiada o les parece extraño que una mujer musulmana con pañuelo en la cabeza sea ciclista, de que no, es normal", dijo la ciclista.
Les Petites Reines
El taekwondo fue el primer deporte que practicó, pero fue el ciclismo lo que la enamoró. Fue su padre el que le metió el 'gusanillo' en el cuerpo tanto a ella como a su hermana en la etapa de la familia en Irak. Y fue, precisamente, el ciclismo lo que les otorgó el billete para la libertad gracias al documental Les Petites Reines de Kaboul.
Este documental de Arte TV (canal de televisión francés) mostró cómo entrenaban el grupo de mujeres lideradas por Masomah Ali Zada. Pero también cómo nuestra protagonista fue atropellada de manera deliberada por un coche, burlándose además el conductor de ella. Las amenazas de muerte a todo el equipo y su entrenador se fueron sucediendo y ahí entró en juego Patrick Communal, un abogado ya jubilado.
Communal utilizó las redes sociales para contactar con la Federación Afgana de Ciclismo y de ahí a tener línea directa con Masomah y Zahra, según informó Paris Match. Lo siguiente fue invitar a las hermanas a competir el 8-M (Día Internacional de la Mujer) en una carrera en Francia. Así fue como se pudieron conocer y también el abogado pudo conocer de primera mano la situación de las hermanas en su país.
Patrick Communal fue moviendo hilos para que Francia pudiese acoger a las hermanas y toda su familia. Un año tardó en llegar ese visado humanitario, pero finalmente, volvieron a Francia para quedarse. El abogado les abrió las mismísimas puertas de su casa de vacaciones en Bretaña y hasta allí se desplazaban amigos suyos, también jubilados, para dar clases de francés a la familia afgana.
Tanto las hermanas Ali Zada como Frozan Rasooli, otra de las 'Petite Reines', siguieron adelante con su pasión por el ciclismo ya en territorio francés, pero también se matricularon en la Universidad de Lille dentro de un programa para refugiados como ellas. Masomah estudió así Ingeniería Civil, carrera que compaginó con los entrenamientos y competiciones que le llevaron hasta Tokio.
Sueño cumplido, sueño por cumplir
No representó a Afganistán, pero sí al Equipo Olímpico de Refugiados. No lo hizo en la prueba para la que se ha entrenado desde hace años, sino que decidieron que compitiese en la contrarreloj. ¿El resultado? Puesto 25 de 25, a 16 minutos de Annemiek van Vleuten, quien se llevó la medalla de oro, pero una satisfacción difícil de explicar para los que no conozcan su historia.
"Es una gran responsabilidad ya que represento a 82 millones de refugiados ya todas las mujeres en Afganistán y otros países donde la gente piensa que no deberían andar. Me enorgullece representar al equipo de refugiados y enviar un mensaje de esperanza y paz. Fue una experiencia inolvidable para mí", afirmó Masomah Ali Zada después de vivir el sueño olímpico.
El camino no acaba aquí. En el Congreso de la AIPS de 2019, la ciclista ya dijo en Lausana que su propósito era que el ciclismo femenino se viese como una práctica normal en Afganistán. Que las mujeres no tuviesen que verse reducidas a casarse, postrarse ante sus maridos y tener hijos. Que hay un sinfín de escenarios posibles para ellas y que tal vez un pequeño gesto como montar en bicicleta, puede ser mucho más.
"Un día, el ciclismo tiene que convertirse en una tradición. Así que el equipo nacional de ciclismo femenino de Afganistán quiere introducir el ciclismo como una tradición normal y común para todas las demás chicas afganas", dijo a AP. Parece que este deseo es ahora más complicado por el avance de los talibanes en Afganistán, pero su propósito sigue siendo tan claro como contundente.
"Cuando regrese a Afganistán, organizaré una gran carrera ciclista para mujeres y hombres. Llevará el nombre de Abdul Sadiq Sadiqi", afirmó Masomah Ali Zada. Y es que como recuerda siempre que puede con un refrán de su país: "Pueden matar a todas las golondrinas, pero no pueden impedir la llegada de la primavera".
[Más información - Asllani, de la plata en Tokio 2020 al reto del Real Madrid Femenino en la Champions League]