Japón logró celebrar los Juegos Olímpicos más complicados de la historia reciente. Tokio 2020 se transformó en todo un búnker sanitario con controles diarios y restricciones muy duras para todos los participantes hasta convertirse en una zona de calma contra la pandemia. Así se logró mantener el menor riesgo de contagio posible con un gran resultado final. Sin embargo, mientras en la burbuja olímpica se respiraba seguridad, en el resto del país se disparaba la incidencia.
Los datos cosechados durante la cita olímpica no son nada optimistas para las autoridades niponas, que han tenido que endurecer las medidas para intentar controlar los efectos de la Covid-19. Pese a sus intentos, los datos no han mejorado y ya se han tomado varias decisiones muy importantes tanto en términos económicos como sanitarios. Y es que, frente a la confianza en poder desarrollar tanto los JJOO como los Paralímpicos, Japón se ha visto empujada a renunciar a los Grandes Premios del mundo del motor.
Después de tomar esa misma medida en los primeros compases de la pandemia del coronavirus en 2020, Japón ha repetido el mismo guion. Una decisión que contrasta con la tomada en la cita olímpica, donde se intentó trasladar total seguridad pese a las dudas generadas por el malestar social y los datos que se venían recibiendo.
Ahora, toda la atención está puesta en esa cita Paralímpica que comenzará el próximo 24 de agosto. Lo hará sin público, como los Juegos Olímpicos, y con más medidas de restricción en el resto del país. Por el momento, la situación de emergencia sanitaria se mantiene en Tokio, a la que acompañan Saitama y Chiba, y a la que próximamente se puede sumar Shizuoka. La histórica inversión realizada, y que fue una de las principales razones para mantener su celebración, habrá tenido mayor sentido si los Paralímpicos pueden desarrollarse sin inconveniente alguno.
Los datos durante los JJOO
Cabe recalcar que los contagios en la burbuja olímpica han sido mínimos, especialmente los que afectaron a los deportistas. Los controles PCR antes de llegar a Tokio, los diarios que se realizaban a todos los protagonistas, las medidas de seguridad en las instalaciones y la limitación de movimientos de los atletas acabó dando resultado. Tan solo se confirmaron 544 casos desde el 1 de julio hasta el 18 de agosto. De esa cifra, únicamente 28 fueran atletas. Una situación opuesta a la que se vivía en el resto del país.
Sin ir más lejos, Tokio firmó una semana de récord en el tramo final de los Juegos Olímpicos al llegar a situarse por encima de los 5.000 casos de la Covid-19 en solo 24 horas. En la misma semana en la que habían superado por primera vez los 4.000 contagios, ampliaban la cifra récord en mil personas afectadas más. Las cosas en el resto del territorio nacional no iban a mejor.
El 27 de junio la incidencia acumulada a 14 días rondaba los 15 casos. El 2 de julio llegaron los primeros olímpicos a Japón con una incidencia superior a 16. Y fue el 11 de julio cuando la cifra, en clara tendencia ascendente, llegó a los 20 puntos de incidencia acumulada. Los Juegos, que comenzaron el 23 de julio, lo hicieron con un 36,45, cifra que llegaría a triplicar durante la cita olímpica. La semana del 23 acabaría con la incidencia de los 14 días por encima de 60, pero la semana del 8 de agosto, cuando finalizaban los JJOO, se fue a prácticamente 130 de incidencia, más del triple de la cifra con la que había comenzado.
Ese aumento meteórico no se ha podido controlar hasta el momento y se sitúa ya por encima de los 170 casos. La única parte menos negativa es que los fallecimientos se han mantenido en torno a los 20 diarios, con el único pico de víctimas el 28 de julio, durante Tokio 2020, con 78 vidas perdidas. Japón, de momento, ya ha asegurado que pueden alcanzar un "desastre natural" con más de 15.300 muertos. "A este ritmo no seremos capaces de salvar vidas que podrían ser salvadas", ha reconocido uno de los asesores sanitarios del gobierno nipón.
Sin Grandes Premios
Ya en 2020 Japón se vio obligada a renunciar tanto al Gran Premio de Fórmula 1 como al de MotoGP por razones sanitarias. Un duro varapalo en términos económicos que, sin embargo, entraba dentro de lo previsto. Todas las competiciones deportivas estaban aplazando sus grandes citas, entre ellas la Eurocopa, la Copa América o los propios Juegos Olímpicos, y el mundo del motor no iba a establecer una estrategia muy diferente.
A principios de junio llegó la confirmación de que no habría GP de Motegi. "Mobilityland se ha estado preparando para el Gran Premio de Japón de este año, sin embargo, las situaciones en Japón y Europa son impredecibles y se espera la extensión de la prohibición internacional de viajes", explicaron desde la organización asiática. Poco después, fue la Fórmula 1 la que tuvo que modificar su calendario inicial para borrar del mapa el circuito japonés, así como el de Azerbaiyán y el de Singapur.
El país se quedaba sin dos eventos claves en el mundo del deporte del motor. Pese a la dureza de la noticia, eran las previsiones que se tenían a la vista de cómo evolucionaba la pandemia en los diferentes puntos del globo terráqueo. Una actitud muy diferente a la de este 2021, donde el desarrollo de la vacuna, la implementación del plan de vacunación y el control sobre gran parte de los contagios han abierto un pequeño camino hacia la vuelta a la normalidad en los grandes eventos deportivos. De hecho, la celebración de los JJOO ha sido un ejemplo de ello.
Japón, sin embargo, no ha cambiado su planteamiento con el resto de eventos. El pasado 23 de junio, un mes antes de que comenzasen los Juegos, el país nipón se quedó por segundo año consecutivo sin Gran Premio de MotoGP. Las restricciones sanitarias llevaron a la organización del Mundial a dar de baja el circuito. Y, repitiendo los mismos pasos, recientemente se ha confirmado que tampoco habrá GP de Fórmula 1.
Dos momentos distintos, pero dos resultados idénticos que reflejan la tensión de Japón con respecto a los datos de la Covid-19. La celebración de los Juegos confirmó la capacidad del país para celebrar un evento seguro, pero el malestar de la ciudadanía con la realización de la cita olímpica y los datos sanitarios obtenidos durante ese periodo han limitado la capacidad deportiva del país.
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