Bielorrusia vuelve a estar en el centro de la polémica con sus deportistas durante unos Juegos Olímpicos. Si en Tokio 2020 se vivía una situación bochornosa con Krystsina Tsimanouskaya, en Pekín 2022 ha vuelto a suceder con Darya Dolidovich. Como la primera, ha acabado con asilo político en Polonia. La atleta de 17 años fue vetada en enero para las competencias internacionales por las actitudes de oposición ante el régimen de Alexander Lukashenko de su familia.
Acusado de derivas dictatoriales, el régimen bielorruso orquestó una represión sin tregua de la oposición desde el gran movimiento de protestas que estalló en 2020, tras la controversial reelección de Lukashenko. Sergei Dolidovich, su padre y entrenador, estima que su hija fue castigada por sus opiniones y explicó que la familia reside ahora en Varsovia. El castigo pasó porque le impidieron competir en los Juegos Olímpicos de Invierno a comienzos de año.
En diciembre, la Unión de Esquí de Bielorrusia desactivó el código de la Federación Internacional de Esquí de Darya, una identificación necesaria para que los atletas participen en competencias organizadas por la FIS. Tanto su familia como Dolidovich participaron activamente en las protestas masivas que recorrieron el país después de las elecciones celebradas en 2020. El ente bielorruso no dio razones por las que privó a su atleta del permiso para poder competir.
Sergei Dolidovich dijo a Reuters que la familia fue hostigada por las autoridades debido a motivos políticos. Aseguró que la prohibición se produjo después de que funcionarios deportivos lo acusaron de apoyar a la oposición del país. "Darya ha sido despojada de su derecho a participar en competiciones. Todo ha ocurrido por razones inventadas. No veo ninguna posibilidad de que siga haciendo lo que le gusta en Bielorrusia y de que haga realidad su sueño", expresaba el padre de la joven deportista de 17 años.
Oposición y exilio
Darya se encuentra en una lista de hasta doce atletas bielorrusos que han sido excluidos de las competiciones profesionales. Algunos de ellos han tenido que abandonar el país debido a presiones del régimen. La también esquiadora Svetlana Andriuk, de 22 años, fue inhabilitada y aunque asegura que sus opiniones políticas son neutrales, ha expresado en numerosas ocasiones la imposibilidad de seguir entrenando en su país y su intención de mudarse a Polonia.
Gran parte de la oposición política, liderada por Svetlana Tijanóvskaya, vive en el exilio. Quienes han decidido quedarse en el país están encarcelados o viven acosados por el régimen. Polonia alberga varios canales de medios bielorrusos, incluido Nexta, un canal de Telegram que desempeñó un papel clave en la coordinación de protestas. El Gobierno de Varsovia ha dedicado desde 2020 hasta 11 millones de euros a apoyar a la sociedad civil bielorrusa y a medios independientes.
Aleksander Lukashenko ya dejó clara su idea sobre los atletas de Bielorrusia que no conseguían los resultados esperados. "Lo digo a menudo: ¿saben por qué a veces no ganamos en el deporte? Algunos dicen que hay problemas en la educación. Pero lo que sucede es que no pasan hambre [...]. En el mundial de fútbol algunas personas, futbolistas, recibieron grandes cantidades de dinero. ¿Para qué quieren entonces trabajar sus esposas? Están sentadas, con el dedo en sus iPhones. Y todas son opositoras", llegó a declarar.
Se repite Tokio 2020
La cita del último verano también pasó a la historia por los diferentes casos de racismo que se han vivido después de años complicados en este aspecto y por las muestras de opresión que han mostrado hacia sus deportistas algunos países como Bielorrusia. Una opresión que también lleva implícita una carga de xenofobia debido a los ideales de su instigador. Para el COI, ni Alexander Lukashenko, ni su hijo son reconocidos como presidentes del Comité de su país por esta cuestión.
Dos reconocidas atletas de Bielorrusia han sido el ejemplo perfecto de cómo el gobierno de Lukashenko ha 'asfixiado' a los opositores al régimen. Yelena Levchenko, jugadora de baloncesto, y Krystsina Tsimanouskaya, corredora de 200 metros, son dos de los rostros que han conseguido que las presiones se hagan públicas e incluso se denuncien internacionalmente. Esta última fue protagonista en la cita de Tokio.
Tsimanouskaya, ya en territorio nipón, criticó al Comité Olímpico Bielorruso, lo que llevó a las autoridades del regimen a proceder a su expulsión de los Juegos. Llegó a ser trasladada al aeropuerto para regresar a Bielorrusia. Sin embargo, su denuncia pública y el apoyo del COI impidieron su extradición y también consiguió asilo político en Polonia. Dada su situación y como muestra de su compromiso, el pasado septiembre subastó una medalla lograda en 2019 para destinar los beneficios a otros atletas perseguidos.
Unas actitudes del dictador bielorrusosu que ahora quedan contrastadas con política amenazante. El deporte sabe perfectamente cómo ejerce Lukashenko y el 2021, pese a su larga estancia en el poder, quedó como el año en el que el último dictador de Europa atacó a todo aquel que mostrara oposición a su política. El 2022 también comienza por el mismo sentido.
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