Caster Semenya vivió un infierno para competir: de enseñar su vagina a "un ataque al corazón"
La campeona olímpica de 800 metros ha explicado que modificar sus niveles de testosterona era "como apuñalarse con un cuchillo todos los días".
24 mayo, 2022 19:00Noticias relacionadas
La polémica de las deportistas trans comenzó años antes de que en 2021 aparecieran las primeras atletas que habían hecho la transición de hombre a mujer. Caster Semenya encendió todas las alertas por sus niveles de testosterona y su diferencia de desarrollo sexual, una cuestión que elevó al Tribunal Europeo de Derechos Humanos después de que le impidieran competir en pruebas de menor distancia de la milla, siendo campeona olímpica del 800, de cara a Tokio 2020 y World Athletics.
En una entrevista con HBO Real Sports, la dos veces campeona olímpica de 800 metros y referente para el colectivo LGTBI explica que reducir artificialmente sus niveles naturales de testosterona para competir en carreras femeninas era "como apuñalarse a sí mismo con un cuchillo todos los días". La sudafricana también reveló que cuando surgieron las primeras dudas sobre su género después de ganar un título mundial con solo 18 años, se ofreció a mostrarle a los organizadores su vagina para demostrar que era mujer.
Después de que Semenya se sometió a pruebas médicas, se supo que había nacido con testículos internos. Le dijeron que para poder seguir participando en carreras femeninas, tendría que tomar medicamentos para reducir sus niveles naturales de testosterona. El COI renunció al control de los deportistas transexuales, una condición diferente a la de Caster, en noviembre del año pasado y solo evitará las ventajas exageradas, dejando a cada Federación la responsabilidad de decidir.
El caso Semenya
Caster tiene hiperandrogenismo. Este es el complicado nombre que define las características especiales de la atleta sudafricana. En líneas generales, este proceso médico no se trata de otra cosa que de la presentación de unos niveles de testosterona en sangre superiores a los habituales y, por tanto, a los permitidos por la World Athletics. Semenya, ante las diferencias entre las pruebas, expuso hace unos meses que es "un hombre para unas pruebas y una mujer para otras".
Las normas establecidas por la Federación Internacional indican que las atletas femeninas deben ofrecer unos valores de testosterona inferiores a los 5 nanomoles por litro durante un periodo continuado de al menos seis meses. Esto sucede así para las pruebas comprendidas entre los 400 metros lisos y la milla, en torno a unos 1.600 metros. De esta forma, Caster tiene prohibido el acceso a su prueba fetiche, los 800 metros, hasta que no reporte unos niveles dentro de los permitidos.
Las soluciones ofrecidas por parte de la World Athletics para el caso de Semenya, y lógicamente para el resto de deportistas que se encuentren dentro de este suceso tan poco común, pasan por tomar varios caminos. Uno de ellos es el de medicarse para reducir estos niveles de testosterona en sangre, algo que la atleta sudafricana ha rechazado. Otro es pasarse directamente a competir en las pruebas masculinas. Caster decidió pasarse a la larga distancia.
Una de las opciones era bajar en la distancia y pasarse a los 200 metros lisos. Esa fue su primera decisión, ya que consideraba que podía ser una prueba que se adaptara mejor a sus características de velocidad y explosividad y donde sacara beneficio de su fortaleza física. Caster Semenya ha puesto su punto de mira en los 5000 metros, aunque no logró clasificarse para los Juegos Olímpicos. Tratará de hacerlo para París 2024.
Los entresijos
Durante todo este tiempo, Semenya ha vivido un infierno que ahora relata. "Pensaron que tenía un pene. Entonces les dije: Está bien. Soy mujer, no me importa. Si quieres ver que soy mujer, te mostraré mi vagina", desvela la atleta, en un contexto de una conversación con un organizador. Desde entonces, aplicando la normativa de la Federación, comenzó con el tratamiento para reducir sus niveles de testosterona y corregir su hiperandrogenismo.
Entonces comenzó la agonía. "Me enfermó, me hizo subir de peso, ataques de pánico, no sé si alguna vez iba a tener un ataque al corazón. Es como apuñalarte con un cuchillo todos los días. Pero no tuve elección. Tenía 18 años, quería correr, quería llegar a los Juegos Olímpicos y esa era la única opción para mí", sentencia Semenya. Pero tras perder las apelaciones ante el TAS y el Tribunal Supremo Federal de Suiza, no pudo defender los títulos olímpicos que ganó en Londres y Río.
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