"Realmente estoy disfrutando". Quien expresa tan sincero sentimiento es Aina Cid, remera que este domingo debuta junto a Esther Briz en los Juegos Olímpicos de París. "Por primera vez estoy disfrutando del proceso de manera plena", recalca al iniciar su conversación con EL ESPAÑOL.
La tercera participación de Aina en unos Juegos es la primera que siente de manera completa incluso antes de que el pebetero se iluminase. Los de Río 2016 -su debut- no los puede poner en la misma balanza ya que "te subes a una nube y no eres consciente de lo que está pasando", mientras que los de Tokio 2020 -sus segundos- se disputaron bajo las condiciones especiales por el coronavirus y la experiencia fue "extraña".
"Ahora sí estoy disfrutando realmente del proceso. Este último mes ha sido increíble por muchos motivos. Por los entrenamientos, el grupo humano que formamos, mi compañera, mi entrenador... todo ha ha sido genial. Tengo muchas ganas de empezar a competir", detalla una Aina Cid que ha aprendido a disfrutar tras años sombríos en los que llegó a replantearse dejar el remo.
El motivo fue una depresión que coincidió en el tiempo con la de su hermana, Victoria Cid, cuyo recorrido fue similar. Tras ser campeona de España en 2018 junto a Núria Puig y en 2019 con Aina, sufrió una depresión que le llevó a retirada tras varios intentos de suicidio. "En el momento en el que mi hermana sufría su depresión coincidió en tiempo con mis problemas. Me sabe mal que sucediera así, a la vez, principalmente por mis padres. Tiene que ser muy duro ver a sus dos hijas mal en ese aspecto", explica Aina.
"Tardé tiempo en aceptar que estaba mal. Me daba miedo, pensaba que no podía ser así. Era como un tornillo. Cuando le aprietas mucho se pasa de rosca y luego cuando salta y quieres volver a enroscarlo no sabes cuándo debes parar de apretar. Desgraciadamente sí me planteé dejar el remo. La exigencia cada vez iba a más y la persecución de la perfección me hacía mucho daño en el mundo del remo, que era y es mi todo", detalla Aina Cid.
La tarraconense se vio sumergida en una espiral negativa de la que debía seguir mientras no cesaba de entrenar. Aquello que le daba -y le da- la vida, se la estaba consumiendo lentamente. Todo comenzó previamente a los anteriores Juegos en Tokio aplazados un año por la pandemia. De hecho, se sintió mejor durante el confinamiento.
"Estaba en casa en una nube en la que me sentía perfecta. Vivía en una burbuja". Al salir de ella, todo le vino encima. "Cuando volvimos a los centros de entrenamiento empezó el desgaste y el cansancio de decir 'no pudo más'. No podía seguir así, pero claro, tenía que seguir entrenando porque venían los Juegos de Tokio y no podía abandonar, aunque muchas veces lo pensé", explica Aina durante su conversación con este periódico.
"Tenía un cuarto de energía en el depósito. El cuerpo me decía que tenía para 120 kilómetros, pero me quedaban 300 por recorrer". Finalmente, Cid compitió en la capital nipona y, pese a alcanzar la final en su discplina en la que concluyó sexta, se marchó de Tokio con sensaciones contrariadas.
"En aquellos Juegos adoptamos la filosofía de 'el que más sufre, más merece la gloria', como en las típicas películas americanas en las que tienes que sufrir y tener una vida de mierda para ganar, por así decirlo. Lo pasaba mal, pero me decía 'no pasa nada. Si no lo pasas mal es que no lo estás haciendo bien'. Creo que esta filosofía tuvo que tuvo que ver en mi pasada de rosca. Llegué a odiarme a mí misma. Estaba agotada psicológicamente, pero no podía parar de exigirme. Al final, a través de psicólogos y medicación, de hecho sigo medicada, estoy mucho mejor".
Cuando cruzó la meta en sexta plaza, junto a Virginia, su compañera en aquellos Juegos, Aina se dio de bruces con la realidad. "Teniendo en cuenta cómo habíamos entrenado, el rendimiento de aquella final no fue ni la mitad de lo que veníamos haciendo. Entonces, al pasar por la meta, el primer pensamiento es '¿Qué mierda he estado haciendo? ¿Para qué coño lo he pasado tan mal? Qué desgraciada soy'. En ese momento me di cuenta de que esta filosofía era errónea. Podía funcionar en las películas, pero el deporte no es una película".
Tras Tokio, comenzaba el ciclo olímpico más corto de la historia con únicamente tres años de diferencia con los siguiente Juegos, en París. No fue hasta el segundo año cuando cambió por completo su perspectiva. "El primero fue duro, en el segundo ya empecé con Esther como pareja y poco a poco fui cambiando. Tengo que decir que ella me ha ayudado mucho en esto con su forma de hacer las cosas, mezclando exigencia con despreocupación. Se convirtió como en un referente de lo que tenía que hacer".
Aina Cid y Esther Briz empezaron a remar juntas en marzo del año pasado. Un mes después ya estaban compitiendo en su primera Copa del Mundo y al siguiente ganaron el bronce en el Europeo. Después llegaría también el podio en la Copa del Mundo de Varese. "Tenemos muy buena conexión. Es como si fuera una hermana pequeña. Nuestra relación ha ido de bien a mejor".
La conexión fuera del agua se traslada dentro del bote. "Encajamos enseguida en los entrenamientos. Es cierto que hemos tenido una racha en la que nos ofuscamos con algunos aspectos técnicos, pero estamos muy contentas. De hecho, haber pasado por esas dificultad, creo que nos ha unido más. Nuestra comunicación es excepcional. Todas las piezas del rompecabezas han encajado hasta disparar nuestro rendimiento".
Ambas remeras, separadas por seis años, se complementan la una a la otra tanto dentro como fuera del bote. Esther, que había remado con Victoria, hermana de Aina, enseguida se complementó con la mayor de las Cid. "Ella es una persona muy positiva y enérgica, mientras que yo soy más nerviosa. El hecho de que ella debute en unos Juegos me transmite energías renovadas. Yo soy un poco la anciana, le senior digamos [risas], la que regula", explica Aina.
El remo español cuenta con cinco botes en París, siendo el de Aina Cid y Esther Briz, uno de los favoritos para conquistar una medalla olímpica que se resiste desde 1984, cuando Alejandro Climent y Luis María Lasúrtegui fueron planta en el dos sin timonel. Cuarenta años de sequía que se recuerda en cada Juegos.
"Somos conscientes de ello y es algo de lo que hemos hablado. Siempre tenemos el foco puesto en la medalla y nos encantría porque no sólo será la primera medalla en cuatro décadas, sino que seríamos la primera embarcación de mujeres de la historia del remo español que lo consiguiera. ¿A quién no le gusta hacer historia?", reflexiona Aina.
Este domingo se estrenan en las aguas parisinas. Con el objetivo de una presea, pero sin la presión de conseguirlo. "Vamos a dar todo para conseguir una medalla, pero estamos centradas en hacer lo que sabemos hacer", detalla Aina, quien podría culminar en París una carrera de obstáculos haciendo historia. Aunque en realidad, ya lo ha hecho.