La jornada en la que el judo español soñaba despierto en los actuales Juegos Olímpicos amaga con acabar en pesadilla. París amagaba con convertirse en el relevo de Sídney 2000 -cuando Isabel Fernández logró la presea dorada- como ciudad en la que una judoka se cuelga una medalla.
Y oportunidades hubo para ello, dos en total, pero Laura Martínez no pudo aprovechar ninguna de ellos. Primero cayó en semifinales ante la mongola Bavuudorzhiin Baasanjüü, y más tarde, en la repesca por el bronce, sucumbió contra la francesa Shirine Boukli.
El Arena Campos de Marte, un escenario imponente a pies de la Torre Eiffel, vibraba y jaleaba a la española que debuta en unos Juegos. Laura se entrena bajo las órdenes de Quino Ruiz en un dojo que ha fabricado cinco de los nueve judokas que compiten en París durante estos Juegos.
La española, que no estaba exenta de disputar la primera ronda, eliminatoria sí que evitaba Garrigós ha saltado al tatami tranquila y con confianza. En un recinto abarrotado, en el que ha vivido sentimientos enfrentados. Rompió a llorar de emoción al pasar a semifinales y de frustración cuando se le escapó el bronce olímpico.
"Son muchas sensaciones encontradas. Estamos orgullosas de la competición. Poca gente puede luchar por un bronce y lo valoraremos", asegura Laura Martínez una vez bajada del tatami. La última de las tres penalizaciones sufrida desniveló la balanza a favor de la judoka francesa.
Garrigós se baña en bronce
España, que no gana una presea olímpica en judo desde hace 24 años, depositaba sus esperanzas en Fran Garrigós, campeón del mundo en Doha en 2023 en los -60 kilos, y se llevó el tercer puesto tras superar el georgiano Guiorgui Sardalashvili, segundo del mundo.
Contó, además, con un espectador de excepción en el pabellón efímero de Campos de Marte: el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, quien estuvo animando desde las gradas acompañado por el responsable del Comité Olímpico Español (COE), Alejandro Blanco, y por la ministra de Educación y Deporte, Pilar Alegría.