Los focos de la Philippe Chatrier se fueron apagando lenta, pero inexorablemente para la pareja española que forman Rafa Nadal y Carlos Alcaraz. La dupla pone fin a su etapa sobre la arcilla de París después de caer (2-6 y 4-6) ante los estadounidenses Austin Krajicek y Rajeev Ram, cuya experiencia como doblistas les permitió doblegar al balear y al murciano. [Así hemos vivido la derrota de la dupla española ante la norteamericana].

Las altas temperaturas en París obligaban al baile de abanicos en la grada. Sobre la pista, danzaban dos bailarines que se han quedado sin coreografías en su repertorio. Rafa Nadal y Carlos Alcaraz tuvieron que ponerse el mono de trabajo, pero no les dio para remontar un set en contra y forzar el super tie break ante una aguerrida y consolidada pareja estadounidense.

Krajicek, de hecho, es actualmente el número 18 del mundo y Ram es un especialista en dobles de 40 años cuyo currículum es envidiable: número 5 del mundo, tiene en sus vitrinas cuatro títulos de Grand Slam en dobles (el último conseguido en el US Open de 2023), otros dos en dobles mixtos y una plata olímpica en los Juegos de Río 2016.

La Phlippe Chatrier volvió a teñirse de los colores y cánticos españoles. "Sí se puede. Sí se puede". La pista central de Roland Garros es la casa de Nadal y su invitado, Carlos Alcaraz, cada vez es menos invitado y más inquilino. El murciano disfruta de su primera experiencia olímpica, aunque ya es un ídolo querido en la capital gala donde conquistó su primer Roland Garros hace poco más de un mes.

Juntos representan una de las imágenes más icónicas de los Juegos. El pasado, el presente y el futuro del tenis en un mismo lado de la pista. Nadal rejuveneciendo de la mano de Alcaraz y Alcaraz madurando al seguir los pasos de Nadal. Historia del tenis construida e historia por construir. El balear manda y el murciano escucha y ejecuta.

Nadal y Alcaraz, tras su derrota en cuartos de final de los JJOO. REUTERS.

Aunque ese mismo guion siguen también la pareja estadounidense. Krajicek y Ram se agolpaban en la red y Nadal y Alcaraz no pudieron empujarlos atrás. Cada golpe de la dupla española era respondido por el tándem estadounidense que siempre estaba preparado con la caña en la malla para volear, para machacar y, en definitiva, para ganar. 

De nada servía lanzarles golpes ganadores potentes, costaba horrores colarles un globo para desplazarlos al fondo de la pista. No había manera. Especialmente desesperado se vio a un Carlos Alcaraz que había jugado tres horas antes su partido en individual.

El vigente campeón de Roland Garros y Wimbledon no paró de intentarlo, chocaba constantemente contra un muro, el suyo, el que se instala en su cabeza cuando su tenis entra en fase de negación. Únicamente hubo un conato de remontada cuando, tras ser avasallados en el primer set, gozaron de tres bolas de break en el segundo.

La Philippe Chatrier rugía con la intención de empujar a la dupla española. Sin embargo, el brazo de los expertos doblistas no se quebró e hicieron prevalecer su experiencia en dobles. La primera gran piedra en el camino de los españoles fue de un tamaño inabordable.

Quedarán los recuerdos, a Rafa, a Carlos y a los aficionados de los tres partidos que han disputado en los Juegos Olímpicos de París. Nadal entrega el relevo generacional de forma definitiva a Alcaraz. Y lo hace en la Philippe Chatrier, en su casa, donde se ha retozado sobre la arcilla hasta en catorce ocasiones y en la que ya solo quedan sus huellas.