Pau Echaniz se bajó de su piragua golpeando al agua, con la sensación de que un metal se estaba cociendo. Abandonó el canal de competición y abrazó una silla situada bajo una carpa de plástico que fue su cobijo durante prácticamente una hora. Desde allí vio descender uno a uno a todos los piragüistas porque, en su debut en unos Juegos, realizó el descenso inaugural de la final del K1 slalom. 

Completó el recorrido de manera prácticamente impecable. Con la serenidad de un veterano y el ímpetu de un debutante. "Sabíamos que podía hacer un descenso así, tanto en semifinal como en final, pero como tiene esa clase y esa cabeza lo ha realizado en el momento que debía hacerlo. Es una competición muy mental y ha sabido estar a la altura", reconoce a este periódico Javier Hernanz, presidente de la Federación Española de Piragüismo

Su equipo saltaba, se abrazaba y festejaba una bajada majestuosa. Restaban once piragüistas, pero el tiempo establecido por el español rezumaba a medalla. Trabajo hecho, tocaba esperar. Y así hizo. Desde su silla, con una botella de agua como compañera de estancia, fue observando el resto de descensos. Todos contaban con un denominador común: llegaban al final más tarde que Pau.

A medida que avanzaba la competición, la ilusión de medalla crecía. Los errores de los favoritos terminaron de empujar el optimismo. El vigente campeón olímpico, Jiri Prsacek sufrió una penalización, al igual que Jakub Grigar, actual subcampeón, y así fueron pasando otro, y otro y otro. Hasta que Pau miró el monitor y descubrió que estaba muy vivo en la pelea por las preseas. 

Únicamente le superaron el veterano De Gennaro y el local Castryck, y lo hicieron al límite. El bronce ya era del español. "Pau ha sido el más rápido en completar el recorrido. Ha tenido una penalización y, pese a ello, se ha quedado únicamente a seis décimas del oro", recalca a EL ESPAÑOL Javier Hernanz. 

Pau Echaniz tras conseguir el tiempo de 88.87 segundos

En cuanto su bronce se oficializó, Echaniz se fundió en un abrazo con Xabi Echaniz, su padre y entrenador, y Maialen Chourraut, su madrastra. "Conviven y entrenan juntos mañana tarde y noche. Han vivido su crecimiento en cada entrenamiento. Ha nacido dentro de una piragua. Compite con Maialen, la mejor de la historia de España y su entrena con Xabi, el mejor del mundo. Estos condicionantes influyen, pero tiene que ser él quien haga el resto y así ha sucedido. Están y estamos muy orgullosos de él", explica Hernanz. 

El bronce de Pau supone la cuarta medalla para la delegación española en París y la 21ª en la historia del piragüismo olímpico nacional. Empata con la vela como deporte español más laureado de siempre en los Juegos. "Es algo más estadístico que otra cosa. Ojalá la vela también gane muchas medallas, pero la de Pau es un impulso enorme", inicia el presidente de la Federación. 

Todo queda en familia

"Es un chico tan joven que esto servirá como impulso a los niños que vienen por atrás, que necesitan un referente en esta disciplina. Desde la Federación Española se está haciendo una apuesta muy importante porque desde cualquier lugar pueden salir grandes piragüistas. Entre todo intentaremos que cada vez haya más deportistas de slalom. Esta medalla es para que los niños se motiven".

Pau vive en el País Vasco -con su padre, madrastra y hermana- desde donde ha propulsado su carrera deportiva y académica. Es estudiante de moda en la Escuela de Innovación Profesional de San Sebastián y posee su propia marca, Ranger, donde pone las prendas que crea. "Los estudios siempre estuvieron por delante de los entrenamientos", reconoce su padre y entrenador. 

De Pau y de Maialen Chourraut. La reina del slalon olímpico -triple medallista- se va alejando de los canales de competición inexorablemente, pero París ha servido como escenario para el trasvase a Pau Echaniz, el hijo de Xabier Echaniz. Por el momento, la medalla que no ha podido lograr Maialen en la capital francesa ya es de Pau. Todo queda en familia.