Diego Botín-Sanz de Sautuola Le Chever (Madrid, 25 de diciembre de 1993) es campeón olímpico. Su apellido recuerda, y ciertamente es, a una ilustre saga de banqueros en España. Sin embargo, él no quiso seguir con la saga familiar; él quería ser deportista: “Siempre ha sido mi plan, no había otra opción, no había otra salida para mí”, ha reconocido Diego.
Justo antes de ser campeón olímpico reconocía que había puesto todos los huevos en la misma cesta. Afortunadamente, le salió bien y podía presumir de estar cumpliendo su “sueño”. Ahora, ya como campeón olímpico de vela en su tercera participación en unos Juegos, puede presumir de que eligió el camino correcto.
Salirse del camino que marca la familia nunca es fácil. En concreto, a él siempre le exigieron que estudiara. De hecho, comenzó la carrera de Administración y Dirección de Empresas, pero ese no era el camino que quería Diego. “A cierta edad me di cuenta de que tenía que empezar a separarme de todo eso”, aducía hace escasas fechas en conversación con EL ESPAÑOL.
Eso no quita que no quiera seguir desarrollándose en todos los aspectos de la vida. Simplemente, Diego es una de esas personas que rehúyen del método tradicional.
La familia Botín está muy orgullosa de este miembro de la saga. Buena cuenta de ello fue la felicitación de Ana Patricia Botín al hijo de su primo Gonzalo Botín, hijo a su vez de su tío Jaime, expresidente de Bankinter. La presidenta ejecutiva del Banco Santander felicitó al hijo de su primo y su compañero. Presumía de estos terceros Juegos Olímpicos del hijo de su primo y su victoria. "¡¡¡Enhorabuena!!! Habéis trabajado mucho y muy merecida victoria. Bravo, Diego", exponía en un tuit.
Hijo de Gonzalo, nieto de Jaime
La pasión por el mar le viene a Diego de familia. Concretamente, de su padre, Gonzalo Botín San de Sautuola y de su tío Marcelino. Armador de barcos de profesión, su padre también ha sido noticia en varias ocasiones por ser regatista, aunque sin tanto éxito como el cosechado por su hijo.
Marcelino Botín es el que más fama tiene dentro del mundo de las regatas. Ha diseñado en muchas ocasiones los mejores barcos del mundo en lo que a alta competición se refiere. Sus botes cuentan con participaciones en la Copa América, Volvo Ocean Race, 52 superseries o Maxis, entre otros.
Esta relación de los suyos con el mar es lo que ha llevado a Diego a estar siempre en el agua y disfrutando de los barcos. De hecho, esta es una profesión que siempre le ha atraído. "No he tenido tiempo de meterme de lleno en ello aunque he hecho un curso de diseño y yo siempre he sido mucho de números y es algo muy interesante", declaró en su momento a Efe. Eso sí, esos barcos que diseña y crea su tío son oceánicos, en ningún caso similares a los que él utiliza para navegar.
Cabe recordar que el abuelo de Diego es Jaime Botín, que a su vez es nieto, hijo y hermano de los tres Emilio Botín presidentes del Santander. Jaime Botín fue presidente de Bankinter entre 1986 y 2002. La mayoría de sus hijos no ha continuado con la saga bancaria, solo Alfonso. Recientemente, el exbanquero ha elegido a su nieto Gonzalo Blasco Botín, primo de Diego y jinete, como director de Cartival, empresa a través de la que la familia gestiona su participación en Bankinter.
Tataranieto de María Sanz de Sautuola
Modesto Cubillas, un lugareño, descubrió la cavidad de las cuevas de Altamira en 1868 después de que su perro cayera entre unas rocas. Seguía a una presa durante una cacería cuando se perdió, pero su dueño no dio mayor importancia a lo ocurrido, puesto que había muchas cuevas de ese estilo en la zona.
Años más tarde volvió al lugar. Le acompañaba en aquella expedición otro hombre llamado Marcelino Sanz de Sautuola. Corría el año 1875, pero ninguno de los dos varones logró encontrar nada extraño en aquel lugar.
Fue cuatro años más tarde cuando todo cambió. Marcelino Sanz de Sautuola iría con su hija María en 1879 a la cueva y la pequeña, de tan solo 8 años, descubrió un mundo nuevo. “¡Mira, papá, bueyes!”, dijo mientras señalaba al techo.
En realidad no eran bueyes, sino bisontes. La niña reconoció a los animales porque se usaban en la zona, habitualmente para tirar de los carros en los trabajos del campo.
La niña, Ana María Sanz de Sautuola, creció y acabó casándose con Emilio Botín López. Tuvieron dos hijos: Emilio y Jaime. Este último, a su vez, tuvo otros cuatro descendientes: Marcelino, Lucrecia, Gonzalo, Marta y Alfonso. Solo este último decidió seguir con la saga familiar, mientras que Gonzalo y Marcelino se lanzaron al mar, Lucrecia está en otros negocios y Marta, que también hizo sus pinitos en el deporte con la hípica. Sin embargo, eso no les ha alejado del éxito.
Siempre en el agua
Gonzalo ya puede presumir de ser el padre de Diego, el primer campeón olímpico de la saga de los Botín. Diego nació en Madrid, pero lleva toda la vida en Cantabria. No en vano, en el Club Marítimo de Santander todos estaban pendientes, porque ellos también suman una nueva medalla olímpica, la tercera tras las de Alejandro Abascal y Toño Gorostegui.
Diego Botín empezó muy joven en la vela. Con tan solo 7 años le entró el gusanillo al hacer un curso en Santander. Su pasión por el mar era tal que compaginaba su amor por los barcos con el surf.
Poco después llegó al Centro Especializado de Alto Rendimiento de Vela príncipe Felipe, donde ya se le veía madera de campeón. Estos han sido sus terceros Juegos Olímpicos, pero el palmarés de Diego Botín es más amplio: tres campeonatos de Europa, dos subcampeonatos del Mundo, dos bronces europeos y otros tantos mundiales en la clase 49er. Estos eran sus terceros Juegos Olímpicos, tras los de Ríos de Janeiro 2016 y Tokio 2020, los primeros junto a Florian Trittel. Y a la tercera fue la vencida.