"Me ha dicho que no es justo, que no quería acabar su carrera así". Con esas palabras tan demoledoras explicó Fernando Rivas lo que su pupila Carolina Marín sentía después de romperse de la manera más dolorosa, física y emocionalmente, cuando tenía encarrilado el pase para su segunda final olímpica.
Las lágrimas de Carolina Marín inundaron La Chapelle de París durante la mañana del domingo. Su dolor era el de todos, especialmente el de los españoles y también el de su rival, la china He Bing Jiao. Nadie quería un final así, y menos cuando parecía que 'Caro' iba lanzada a por otro oro olímpico ocho años después del que se colgó en Río 2016.
"Es que me ha mirado y me ha dicho 'me he roto'. Ha sido cuando ha caído al suelo. Es una sensación que ella ya conoce. O sea, que si Carolina ha dicho eso, es que es cierto. Ahora hay que valorar la lesión, hay que hacer las pruebas que se hacen de costumbre, estar tranquilos y aceptar lo que hay", explicaba Fernando Rivas, haciendo de tripas corazón, sobre lo que ocurrirá a partir de ahora con la jugadora onubense.
A sus 31 años, Carolina Marín es considerada una de las mejores jugadoras de bádminton de la historia, pero también una de las más castigadas por las lesiones de todos los tiempos. Nadie había conseguido volver en su deporte tras dos roturas del ligamento cruzado, hasta que lo hizo ella. Las primeras pruebas médicas realizadas en París confirmaron que sufre la misma lesión por tercera vez.
No hacía falta esperar a los resultados médicos para imaginarse lo peor. En el momento trágico, el pie derecho de Carolina, al apoyar, queda fijo en el suelo y se produce una rotación externa, brusca, de la articulación de su rodilla. Es la misma de la que tuvo que ser intervenida del ligamento cruzado anterior en 2019.
Cinco años de pesadilla
Un 27 de enero de hace ahora cinco años empezó el calvario de Carolina Marín. En la final del Masters de Indonesia, la rodilla derecha de la jugadora española dijo por primera vez basta. Iba también ganando en ese partido (9-2), y también intentó seguir jugando (se retiró con 10-4). Tras ello se pasó siete meses parada, justo cuando era la vigente campeona olímpica, mundial y europea.
Su meta entonces era llegar a Tokio 2020 en la mejor forma posible, pero la vida la golpeó doble. Primero psicológicamente, por lo que significó para ella ver sufrir a su padre durante cinco meses, víctima de un accidente laboral por el que murió en 2020. Luego, una vez más, físicamente, por otra grave lesión a un mes de una nueva edición de los JJOO que habían sido pospuestos un año por la pandemia de la Covid-19.
En mayo de 2021, Carolina se volvió a romper el ligamento cruzado, esta vez el de la rodilla izquierda, y se llevó por delante también los dos meniscos. Suponía decir adiós a la cita olímpica de Tokio y a la oportunidad de defender su oro. También se quedó sin jugar el Mundial que se iba a disputar en su tierra, en Huelva, con lo que ello significaba para su figura.
El proceso de Carolina ha sido largo y muy duro. No quiso ni ver los anteriores Juegos por televisión. Con mucha ayuda de psicólogos y preparadores físicos, además del apoyo de todo su entorno, lo fue consiguiendo poco a poco. Reapareció en los Europeos de Madrid 2022 y los ganó. "Aquí empieza el camino hacia París", dijo entonces. Entremedias, la onubense se volvió a colgar una medalla en un Mundial (plata en Copenhague 2023) y se proclamó este año campeona europea por séptima vez en su carrera en Saarbrücken.
¿El final de su carrera?
En su cabeza estuvo todo siempre muy claro... hasta que el lado oscuro del deporte se volvió a cruzar en su camino y ahora su futuro se vuelve a ver ensombrecido. "Francamente, creo que no hemos visto el final de la carrera de Carolina Marín y es prematuro pronunciarse por el alcance de la lesión", explicó el doctor Pedro Luís Ripoll, jefe de servicio de Ripoll y de Prado Sport Clinic, este domingo a EFE tras la lesión de la jugadora de bádminton.
"Hay dos posibilidades, que la plastia se haya roto, con lo cual el alcance sería mayor, o que se trate de una simple torcedura, simple en términos relativos. Además de ello hay que ver si hay lesiones meniscales asociadas", añadió. "En cualquier caso", prosiguió, "la ciencia médica, con toda humildad, hoy está en condiciones de asegurar una nueva reincorporación de esta deportista a su brillante carrera profesional", concluyó. No todo parece perdido para Carolina Marín.
"Creo que no hemos visto el final de la carrera de Carolina Marín"
Todas las lesiones pasadas habían dejado secuelas físicas en 'Caro' aunque la volviéramos a ver jugar. "Todavía en mi rodilla no tengo una flexión máxima. Yo, por ejemplo, no me toco con el talón el culo. Entonces pasar mucho tiempo de pie a mí no me conviene mucho por mi circulación. Las piernas se me hinchan, con las rodillas a veces estoy incómoda", contaba a principios en una entrevista en Relevo.
Su capacidad para sobreponerse a tantos problemas y volver a ilusionar a todos con otro oro la llevaron a ganar el Premio Princesa de Asturias de este 2024. Teresa Perales, que preside el jurado que elige al ganador en la categoría de deportes, elogió cuando se anunció el galardón la resiliencia de Carolina Marín: "Es un ejemplo de superación, fuente de inspiración y transmisora de valores, dentro y fuera de la pista", dijo.
En París, la onubense había ido de menos a más. Con pleno de victorias en la fase de grupos. Jugó un mal partido en octavos, pero en cuartos hizo su mejor presentación de la nueva etapa y remontó a la estadounidense Zhang, sacando la 'loba que muerde' que lleva dentro, como luego dijo.
Tras ganar ese choque, Marín sacó a relucir su habitual discurso de autoconfianza y agradeció el apoyo de su psicóloga María Martínez, responsable de que hubiera dejado atrás "el miedo a perder". Ni ella ni nadie podía imaginarse lo que estaba por ocurrir apenas 24 horas después.