Juanlu celebra su gol anotado en el tramo final.

Juanlu celebra su gol anotado en el tramo final. REUTERS.

Juegos Olímpicos

Fermín López vuelve a liderar a una España que remonta a Marruecos y peleará por la medalla de oro en fútbol

El tanto del jugador del FC Barcelona iguala un partido trabado para los de Santia Denia, desatascado por Juanlu (1-2) en la recta final y permite a España pugnar por el oro olímpico. 

5 agosto, 2024 20:07

El fútbol llegó tapadito a París, a lo bajini. No el fútbol en general, sino el español en particular. La resaca de la Eurocopa y el impacto mediático de la selección femenina relegaron a los de Santi Denia a un segundo plano. Ello y su fútbol, que tampoco logró cambiar la percepción una vez superada a fase de grupos. La victoria lograda ante Marruecos en semifinales revierte la situación y les permite soñar con el oro. [Así hemos vivido la victoria de España].

Los de Santi Denia se impusieron a intangibles cuya altitud fue demasiado prominente durante varios tramos del partido. Sofocaron el empuje de Marruecos, que se adelantó en el marcador y puso contra las cuerdas la final desde el primer tiempo, la impotencia de un partido en el que pocas cosas les salieron de la manera esperada y a las dudas de los propios jugadores.

Anularon incluso a una jauría de palomas que fueron espectadoras fastuosas de una nueva exhibición de liderazgo de Fermín López, que protagonizó todas las fotos. La de la liberación, con un zurdazo que igualó el trabado encuentro planteado por Marruecos, y la de la celebración, asistencia mediante a Juanlu para culminar la remontada y precintar el billete a otra final olímpica, la segunda consecutiva.

París recibe el testigo de Tokio y Marsella el de Múnich. No jugaban Lamine Yamal y Dani Olmo, goleadores en la capital alemana, pero el resultado fue el mismo. Una remontada para alcanzar la final del torneo. De la Eurocopa en Múnich, de los Juegos Olímpicos en Marsella. España se reencontró con su mejor versión en el momento adecuado, aunque un penalti infantil amagó con descentrar. 

Para paliar esos intangibles emergió Fermín, de profesión llegador. Se anticipó a la defensa rival para llevarse el balón muerto y devolver las tablas con un zurdazo. Su cuarto gol en los Juegos mitigó el de Rahimi desde los once metros y silenció Marsella, convertida en una sucursal marroquí. Su zapatazo trascendió más allá del césped.

Fue una patada al ambiente hostil y en constante ebullición de una grada repleta de aficionados africanos. Una puesta en escena que, pese a ser fruto de la diáspora social, dibujaba una atmósfera singular para unos Juegos. Marc Pubill decició dar continuidad a los sucesos poco comunes y se llevó por delante al árbitro del encuentro que tuvo que pedir la sustitución. 

Barrios se preparaba para despejar un balón dentro del área cuando Richardson estiró la suya para provocar el penalti. El VAR avisó al recién entrado colegiado que señaló la pena máxima transformado por el mencionado Rahimi. Después de una celebración poco deportiva ante Arnau Tenas, comenzó un nuevo partido. España se vio obligada a remontar, algo que no había conseguido a lo largo de los Juegos. 

Los de Santi Denia comenzaron a crecer en el partido, aunque costaba crear ocasiones y cuando las generaban el poste las repelía. Emergió Fermín, en su faceta goleadora primero y de asistente después para regalarle a España, por segunda vez consecutiva, otra final olímpica. Ante Egipto o Francia. No importa. El vestuario español no teme, únicamente canta. "Sí, sí, sí, nos vamos a París".