Luce un tatuaje en su muñeca derecha en el que se lee Never lose faith (Nunca pierdas la fe), una frase motivadora que le ha acompañado a lo largo de su primera temporada en Moto2. Una campaña en la que ha sumado dos victorias (Indianápolis y Phillip Island) y 10 podios que le han llevado a proclamarse subcampeón del mundo y mejor debutante de la categoría intermedia. Álex Rins (8 de diciembre de 1995, Barcelona) visita la redacción de EL ESPAÑOL y repasa un año en el que ha aprendido a tener más picardía.
¿Qué le ha faltado en su primera temporada en Moto2?
Mucha experiencia porque era una categoría nueva para mí.
¿Y qué ha aprendido?
A saber gestionar los entrenamientos, a trabajar a tope desde el viernes porque cuanto más rápido vas más problemas te encuentras. Moto2 me ha enseñado a tener picardía porque es la categoría más igualada. He madurado y también me ha hecho madurar. En mi equipo me han enseñado también a tener esa picardía porque tienen mucha experiencia y llevan muchos años en el campeonato del mundo. Recuerdo que al principio de la temporada estaba súper perdido. Llegaba al box y me preguntaban '¿qué se puede mejorar?' y yo no tenía ni idea de qué contestar. Ellos han trabajado con pilotos jóvenes, como Maverick Viñales y Pol Espargaró, y saben cómo guiarnos.
¿Qué es lo que más le ha costado?
Cómo saber gestionar una carrera y cuándo saber conformarme. En Jerez no me conformé y me fui al suelo. Me ha costado aprender a mantener la cabeza fría y no dejarme llevar por los impulsos.
¿Y lo que menos le ha costado?
La gente me hablaba mucho del desgaste de los neumáticos, pero como siempre he sido un piloto bastante fino, por suerte, no los rompo mucho.
Después de todo lo que ha aprendido en sólo un año, ¿cambiará su forma de preparar la próxima temporada?
Sí, va a cambiar algo porque te das cuenta de cosas que has ido viendo y no has podido hacer porque has llegado tarde. Ahora estoy ya en modo desconexión, pero todo lo que se me pasa por la cabeza lo apunto. Ahora tengo dos semanas de vacaciones por delante para descansar.
Una de las cosas que va a cambiar en pretemporada es que se va a marchar a Andorra para entrenar.
Sí, nunca antes lo había hecho. Nunca me había ido fuera de casa para preparar la temporada. Voy a Andorra porque es bueno entrenar en altura y, como voy a estar sólo, me obligo a entrenar todos los días porque no tengo distracciones.
A lo largo de la pasada temporada se tuvo que operar de los dos antebrazos por el síndrome compartimental.
Me quité un peso de encima porque me dolía mucho y era una distracción que no me permitía dar el 100%. Los primeros síntomas surgieron en el último test de pretemporada en Jerez y comenzaron en el brazo izquierdo.
¿Quién será su rival para 2016?
No creo que haya sólo un rival y ahora es difícil sacar conclusiones porque todo el mundo viene fresco de Valencia. Lowes, Zarco, Luthi, Márquez en alguna carrera… Habrá mucha gente peleando por el título y no te puedes confiar.
Imagino que su objetivo en 2016 será ser campeón.
Sobre el papel, sí. No me gusta ponerme objetivos a tan largo plazo porque si en el transcurso me cuesta llegar o veo que no voy a llegar entonces la presión es mucho mayor. Me gusta ponerme objetivos a corto plazo, me gusta trabajar así.
¿Se arrepiente de no haber subido directamente de Moto3 a MotoGP?
No, porque con 18 años no me veía preparado para estar peleando con Márquez, Lorenzo o Rossi. Si subo a MotoGP es para estar peleando con los pilotos de delante. Preferí tomármelo con calma y seguir el curso natural. Creo que lo que ha hecho Miller es una locura. Moto2 es una excelente escuela para después dar el salto a MotoGP.
¿Será 2017 el momento de pasar a MotoGP?
Claro que me gustaría, pero dependerá de lo preparado o no que esté. Tengo un año por delante para pensarlo y meditarlo con tranquilidad.
¿Qué opinión tiene de lo sucedido entre Rossi y Márquez al final de la temporada?
Se les ha ido de las manos, tanto a Rossi como a Márquez. Tenían que haber dejado todo en Malasia porque nuestro deporte no es como el fútbol, que tiene tanta polémica. El motociclismo es un deporte de contacto, de cuerpo a cuerpo, pero los rifirrafes se quedan en la pista. Creo que ambos son lo suficientemente listos para hacer borrón y cuenta nueva.