Fernando Alonso ha dado el penúltimo paso hacia la leyenda. El piloto asturiano decidió este año combinar sus carreras en la Fórmula 1 con el Mundial de resistencia (WEC, por sus siglas en inglés) y este fin de semana ha conquistado la carrera más mítica del circuito: las 24 horas de Le Mans. [Así te hemos contado las 24 Horas de Le Mans]
En una carrera de 24 horas puede pasar de todo. De hecho, ha pasado de todo. No ha sido una carrera fácil en la que el español dominase de principio a fin. A pesar de lograr la pole en los últimos entrenamientos, Alonso ha tenido que dar lo mejor de sí para alzarse con la victoria.
Con plena libertad entre los dos Toyota para luchar, sin preferencias por ninguno de los dos coches y teniendo el mejor coche, la escudería japonesa solo tenía un enemigo: el circuito. Como recordó Alonso antes de comenzar la carrera, Toyota solo ha acabado entre el 10 y el 15% de las carreras que ha disputado en Le Mans.
Los dos Toyota partían desde las primeras posiciones de la parrilla de salida. Eran los más rápidos. En la primera hora y media ya habían doblado a todos los coches de la carrera, excepto al tercero y al cuarto. El Toyota número 8, pilotado por Fernando Alonso, el suizo Sébastien Buemi y el japonés Kazuki Nakajima, perdía y recuperaba la primera posición continuamente. En su primer turno a los mandos del Toyota, el asturiano adelantó al argentino López y dejó a su equipo en primer lugar.
Pero el otro Toyota, el 7, no paraba de dar guerra. Un coche de seguridad y varias paradas en boxes colocaron otra vez al 7 en primera posición. Era un ir y venir constante, hasta que, durante el segundo turno de Biami, el coche de Alonso perdió la primera posición.
El piloto suizo fue sancionado dos veces por adelantar y superar el límite de velocidad en una zona con bandera amarilla. “Cuando me desperté y vi que estábamos a dos minutos y medio del otro Toyota, supe que teníamos que arriesgar y apretar los codos”, explicó Alonso. Y lo hizo. Alonso asumió el liderazgo del equipo. Tomó los mandos de un equipo que estaba grogui sobre la carretera y se echó al equipo a su espalda. En cada vuelta recuperaba un segundo. Llevaba un ritmo frenético. Para hacerse a la idea, dos datos. Uno: el Toyota ha dado 387 vueltas al circuito y el récord absoluto está en 397. Dos: Alonso ha bajado constantemente de los 3:20 minutos en sus vueltas cuando, hasta el año pasado, el récord estaba en 3:18.06.
Cuando Alonso se bajó del coche pasadas las cuatro de la mañana, ya había reducido la ventaja a menos de un minuto. Pero, sobre todo, había enseñado a sus compañeros cuál era el camino a seguir, cómo sacarle el máximo provecho al coche. Fue su compañero Nakajima el que culminó la remontada adelantando al Toyota número 7 tras coger una curva por dentro a las 6.25 horas de la mañana.
Desde esa hora, el número 8 controló la situación. Toyota había confiado en Alonso y el asturiano les había devuelto el favor sacándole el máximo provecho al coche. El camino quedó más claro cuando, a falta de una hora y media, el Toyota número 8 sufrió un problema y tuvo que pasar por boxes. En ese momento, la distancia entre los dos coches, que se había mantenido en torno a los 35 segundos, aumentó. Ya no se contaba en segundos, sino en una vuelta y media. El coche de Alonso había doblado, por fin, al otro Toyota.
Fue Nakajima, el compañero japonés de Alonso, el que cruzó la línea de meta. Pero el héroe era Alonso.
Para la historia
Toyota llevaba buscando una victoria en Le Mans desde 1985. En 1992 habían lograron la plata contra Peugeot, pero cuando más cerca estuvieron de subirse a lo más alto del podio fue hace dos años. En 2016 la escudería japonesa vio cómo su coche, dirigido también por Nakajima, se detenía frente a la línea de meta a poco más de tres minutos de que acabara la prueba. Fue uno de los finales más disputados y más crudos de los últimos años. En Toyota no se lo creían. Habían competido con un coche que no era el mejor, lo tenían en la punta de los dedos (marchaban a más de un minuto y medio distancia a falta de ocho minutos) y se les había escapado. Fernando Alonso, en su debut, le ha dado a Toyota su primer triunfo en el circuito más mítico de la competición.
Además, con esta victoria, Fernando Alonso pasa a la historia como el segundo español en lograr subirse a lo más alto del podio en este circuito francés. Hasta 35 corredores nacionales lo habían intentado. Solo Marc Gené, en 2009, lo había logrado.
El asturiano da también el penúltimo paso hacia la triple corona del automovilismo: el Gran Premio de Fórmula 1 de Mónaco, las 500 millas de Indianápolis (el año pasado iba en cabeza hasta que rompió el motor de su Honda) y las 24 horas de Le Mans. Hasta ahora, solo el británico Graham Hill ha sido capaz de lograrlo.