Sebastian Vettel afronta su momento más complicado en la Fórmula 1. El tetracampeón del mundo con Red Bull se encuentra contra las cuerdas en un equipo que no confía en él y que ya piensa en la próxima temporada porque en tan solo una carrera han demostrado estar a una distancia sideral de sus rivales.
Además, la incertidumbre sobre qué será de su futuro tiene descentrado al alemán, que comete cada vez más errores de conducción a pesar de ser un piloto con un enorme talento, a la altura de los Alonso, Hamilton y compañía, especialmente en su época dorada en Red Bull.
Con la escudería austriaca tocó el cielo, batió todos los records de precocidad y demostró ser un corredor diferente. En el horizonte se dibujó la silueta de un ‘Seb’ superando a Michael Schumacher, ídolo del país bávaro y de la Fórmula 1 en general. Sin embargo, ese gen ganador parece haberse perdido. Esa conducción fina y veloz parece haberse dormido y solo quedan visibles algunos fallos y una sensación cada vez más extendida, la de estar con la mente fuera del ‘Gran Circo’ en lo que puede estar siendo la caída de un campeón.
El desastre de Austria
La primera carrera del Mundial de Fórmula 1 ha dejado patente que Sebastian Vettel no está. Que no está y que puede que ni se les espere en una temporada que no ha afrontado de la mejor manera posible. La no renovación con Ferrari, hecho que el piloto alemán achaca a que desde la escuadra italiana no le han ofrecido ampliar su vinculación, ha terminado por hundir a uno de los mejores pilotos de la parrilla.
Además, el Ferrari no está mostrando un nivel especialmente fuerte, ya que se encuentra considerablemente lejos de los Mercedes y con una pésima velocidad punta en recta. Para muestra, un hecho que se produjo el sábado durante la clasificación, y es que Vettel marcó el segundo meno registro de velocidad máxima de toda la parrilla. Y así, es muy difícil pelear por un mundial.
No obstante, un Vettel implicado física y emocionalmente hubiera intentado dar la vuelta a la situación y, herido en su orgullo, llevar a un coche mediocre hasta un puesto de privilegio. Algo que sí hizo su compañero Leclerc, que muestra un aspecto radicalmente opuesto, sabiéndose figura de la parrilla y piloto líder de la escudería. Su moral llega hasta donde no lo hace su monoplaza.
El primer gran fracaso del fin de semana llegó con la clasificación. El alemán no consiguió pasar el último corte y no llegó a disputar la Q3, lo que significaba que, en la primera carrera de la temporada, el Ferrari del cuatro veces campeón del mundo no partiría entre los diez primeros. Finalmente lo hizo el once.
Este mal resultado ya complicaba sobre manera el Gran Premio del domingo, aunque en el talento de Vettel se podía confiar. Leclerc había sido séptimo, por lo que lago de ritmo, por lo menos para estar en los puestos de arriba, sí tenían.
La carrera no le fue mucho mejor al piloto alemán, siempre metido entre pilotos con menos aspiraciones que él, lidiando con coches más y coqueteando con los últimos puestos de la tabla. Además, su toque con Carlos Sainz cuando este Leclerc peleaban por un puesto provocó el trompo del alemán y la pérdida total de sus opciones. Su resultado final fue un punto, un décimo puesto y fin de semana para olvidar.
Leclerc, imparable
El drama que atraviesa Vettel es aun mayor por culpa de su compañero de equipo. Charles Leclerc se encuentra en un momento de forma increíble, crecido y con mucha confianza que no solo le permite sacar todo su potencial, si no que está haciendo que su talento crezca a pasos agigantados. Además, está mostrando una madurez que un oscuro Vettel no ha sabido poner a carreras como la de Austria.
El joven corredor de Ferrari está demostrando un gran nivel, trazas de ser un campeón en potencia que puede llevar a la escudería más grande de la historia hasta el lugar que le corresponde. Seguramente este año no pueda disputarse el Mundial con Bottas y Hamilton, pero está dejando su impronta para el futuro y además está ganando enteros para la temporada que viene, un momento clave dentro de la escudería.
Leclerc necesita hacer una buena temporada y demostrar, como ya hizo año pasado, que merece liderar al equipo ante la llegada de Carlos, que aterrizará en la escudería italiana con muchas ganas de soñar con triunfos y campeonatos, además de con unas manos privilegiadas con las que ya ha sorprendido a la parrilla pilotando coches realmente débiles.
Triunfar sobre un desvalido Vettel es la primera misión de Leclerc, además de mostrar entereza, madurez y calma para aguantar su momento tal y como hizo en Austria. El francés supo guardar su mejor vuelta el sábado para avanzar a la Q3, situarse séptimo en la parrilla de salida y terminar segundo la carrera tras superar una odisea de contratiempos en una carrera de lo más entretenida y accidentada. Con un monoplaza inferior al esperado supo rendir como un campeón y arañar un podio y muchos puntos.
La situación es tal que, de los 19 puntos que suma Ferrari en el campeonato de constructores, 18 son del monegasco, único sustento de un equipo llamado a liderar carreras.
Sainz tiene mucho que decir
La carrera de Austria no solo supuso la primera de la temporada para Carlos Sainz y para el resto de la parrilla, si no que también fue la primera vez que se apagaba el semáforo y se daba una salida desde que el piloto de McLaren firmase por Ferrari. Y eso, ya es motivo suficiente para mostrarse.
Carlos tiene prácticamente la obligación moral y ética de justificar su llegada a la escudería en todas y cada una de las carreras de esta temporada para comenzar su nueva andadura con las mínimas dudas y críticas posibles, tal y como está viviendo hoy en día el propio Vettel.
Sainz se debe a su todavía equipo McLaren, pero es inevitable que el foco y la lupa estén sobre el español debido a su próximo destino. Sin embargo, el madrileño afirma que la presión le estorba, si no que le hace más fuerte y le permite crecerse y aumentar su rendimiento.
El talento, que lo lleva en la sangre, lo pone en la pista cada que se sube a su monoplaza, tal y como demostró en Austria, donde mantuvo peleas con todos los pilotos de la parrilla. Desde Ocon hasta Hamilton, pasando por Leclerc o su compañero Lando, el Gran Premio de Austria fue rompecabezas para el hijo del doble Campeón del Mundo de Rallyes.
Carlos se enzarzó en muchas batallas y en casi todas salió victorioso demostrando su fuerza y su constancia, pero una estuvo por encima de todas. A pesar de rozar el podio tras rivalizar con Norris, esa épica lucha en la que se embarcó junto a su futuro compañero Leclerc estuvo repleta de morbo y adrenalina. Pero, sin duda ganó enteros cuando Vettel, que llegaba por detrás, quiso unirse a la fiesta intentando adelantar a los dos a la vez. El alemán chocó con el español al equivocarse de trazada y su monoplaza realizó un trompo que le relegó hasta los últimos puestos de la clasificación, dando por terminada su carrera.
Una metáfora de lo que se vivirá el año que viene, con un Leclerc que liderará el equipo y un Sainz que intentará pisarle los talones después de dejar en la cuenta a un deprimido y descentrado Vettel. Poesía del destino en una curva.
Vettel y su futuro incierto
Lo peor para Sebastian Vettel no va a ser este Mundial por el que puede deambular durante meses si no decide intentar revertir la situación. Lo peor puede llegar al término de la temporada, cuando el ‘Gran Circo’ deje de girar y se dé cuenta de que ya no hay sitio para él. De que han llegado leones jóvenes que le han usurpado el liderazgo de la manada y que sigue habiendo viejas glorias como Fernando que le superan en carisma.
Vettel se ha cansado de afirmar que Ferrari nunca le ofreció renovar, y es que en la escudería italiana no han querido saber nada de él. Se llegó a coquetear con un intercambio de cromo con Hamilton y Mercedes, pero la renovación del inglés está en marcha y esa puerta galáctica se le cerró también hace mucho.
El baile de asientos comenzaba y se quedaban en el aire dos huecos, el asiento de Sainz en McLaren, que será ocupado por Ricciardo, y el del propio Ricciardo en Renault, que tiene nombre y apellidos: Fernando Alonso Díaz.
El último hueco que le quedaba, y que parecía estar abierto de verdad, era el de su equipo de siempre, el de su casa, el del retorno a Red Bull. Parecía el plan perfecto, volver a los orígenes con un coche más o menos competitivo y junto a Verstappen intentar llevar a la marca de la bebida energética de nuevo a grandes cotas.
Sin embargo, la desgracia se ha cebado con el pobre Vettel ya que uno de los mandamases de la escudería, una voz autorizada como Helmut Marko, le ha cerrado la puerta de golpe asegurando la continuidad de Albon.
La posibilidad de convencer a Red Bull para ofrecerle un asiento está más lejos que nunca y eso implica que su salida de la Fórmula 1 puede ser un hecho. Tanto es así, que el propio Marko le ha recomendado echarse a un lado para tomar distancia y vivir, y que si prueba la vida y le gusta, que quizás no sea necesario volver. Esta puede ser la caída de un campeón que un día soñó con destronar a Schumacher y que hoy podría no tener sitio en la Fórmula 1.
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