Lewis Hamilton es una persona con una predisposición y una tenacidad dignas de encomio. Todo lo que se propone lo termina consiguiendo o, al menos, pelea y lucha hasta la saciedad por ello. Se podría decir que es un ejemplo de perseverancia, tesón y un líder indiscutible, carismático y que se mueve como pez en el agua sintiéndose el timón de algo, ya sea un equipo de Fórmula 1 o una reivindicación política.
El piloto inglés tiene absolutamente dominado el campeonato de Fórmula 1. Salvo debacle, en unos meses será heptacampeón del mundo y habrá alcanzado el mítico récord de Michael Schumacher, algo que parecía inalcanzable hace tan solo unos años. Entre mitos anda el juego, leyendas absolutas de este deporte.
Sin embargo, antes de alcanzar ese éxito, puede conquistar otro este mismo fin de semana, en Rusia, en el circuito de Sochi. Desde allí, Hamilton peleará por conseguir su séptima victoria de la temporada, la que supondría la 91 de su carrera profesional. Un número mágico, ya que fue en 91 la cifra en la que Michael Schumacher dejó su casillero de triunfos. Y aunque por el contexto debería, el británico no está ni nervioso ni preocupado ante la posibilidad de alcanzar a un elegido del deporte como es el Káiser.
Por ello, tiene tiempo para otras muchas cosas entre carrera y carrera. Entre ellas, quizás la más importante, se encuentra su lucha contra el racismo y contra las desigualdades sociales a través de unas reivindicaciones que no cesan a pesar de los avisos que le ha lanzado la FIA últimamente. El corredor del equipo Mercedes se considera tan fuerte que no le importa enfrentarse al máximo organismo de la Fórmula 1 con tal de defender lo que él considera que es justo.
Una lucha incansable
Lewis Hamilton lleva ya mucho tiempo luchando contra las injusticias sociales y contra el racismo utilizando el altavoz que tiene en la Fórmula 1, un espectáculo que atrae a millones de personas en todo el mundo. Hamilton lo sabe, y sabe el poder del que dispone porque se trata del mejor piloto de la parrilla, en el mejor coche y con el mejor equipo. Por ello no desaprovecha ninguna de sus oportunidades para hacer todo tipo de reivindicaciones.
Este año 2020 está siendo atípico para todos y la Fórmula 1 no ha sido ajena a ello. La temporada comenzó más tarde de lo normal y hasta que la situación sanitaria no permitió que los monoplazas volvieran a rodar, Hamilton empleó casi todo su tiempo en reiniciar una lucha contra el racismo que no era nueva, pero que sí estaba llevando a cabo con más fuera que nunca.
El piloto británico quiso aprovechar el parón para lanzar mensajes en todas y cada unas de sus apariciones. No permitió que se dejara de hablar de ello en ningún momento y se convirtió en uno de los personajes del mundo del deporte que mayor condena hizo de situaciones que se producían en Estados Unidos como el asesinato de George Floyd, hecho que desencadenó multitud de protestas y que levantó a muchos profesionales del deporte, especialmente en la NBA.
Hamilton no se quiso quedarse atrás e inició una campaña en la que advirtió a la FIA que este año, la temporada de Fórmula 1 sería íntegra para denunciar los abusos raciales y policiales que se estaban produciendo al otro lado del Atlántico. Por aquel entnces, la Federación Internacional de Automovilismo le comunicó que dentro del respeto lógico que debía tener por todos, tenía total libertad para hacer lo que quisiera.
De esa forma surgieron actuaciones que se han convertido en rutinas como aparecer con camisetas con el lema 'Black Lives Matter', incluir en los monoplazas, los monos y hasta las mascarillas diferentes mensajes condenando el racismo e incluso permanecer durante la ceremonía de los himnos realizando el gesto viral de hincar una rodilla en el suelo. Todo era poco para Hamilton y su lucha contra el racismo.
El gesto de Mercedes
Quizás, el gesto más representativo y sorprendente fue el realizado por su equipo a petición del piloto inglés. Hamilton, desesperado por la falta de efecto de todas protestas que estaba haciendo, quiso ir un paso más allá para intentar dar todavía mayor visibilidad a este problema y a las reivindicaciones que estaba encabezando en la Fórmula 1.
Tras una conversación con Toto Wolff y el resto de mandatarios del equipo, Hamilton consiguió algo que parecía impensable, que al principio resultó chocante y que ahora mismo ya pasa casi desapercibido. Hamilton puede presumir de haber cambiado el histórico color plata de Mercedes. La compañía alemana es conocida como las balas platedas, pero, a petición de Hamilton, este año se han convertido en negras como nueva señal de protesta contra la violencia sobre personas afroamericanas y de raza negra.
Además, no solo se ha producido un cambio en la imagen de los coches de Hamilton y Bottas, sino que también se ha procedido a cambiar el color de los monos, algo que, por ejemplo, no ha gustado al corredor finlandés, que ha afirmado en más de una ocasión que los nuevos monos negros dan más calor y aumentan la temperatura en el interior del monoplaza, por lo que hace todo un sacrificio aguantar con ellos en carrera.
Contra todo, contra todos
Sin embargo, la lucha de Hamilton no se ha limitado solo a algunos mensajes en sus intervenciones, alguna camiseta condenando el racismo y la violencia policial contra personas de raza negra y haber cambiado la imagen de un equipo histórico como Mercedes. Hamilton también ha conseguido enzarzarse en mil batallas contra todos aquellos que han realizado algún comentario ofensivo hacia las personas de color o que han negado la existencia de este problema.
De esta forma, en estos últimos meses se ha podido ver a Hamilton cruzándose ataques durísimos con personalidades de la importancia de Bernie Ecclestone o de Mario Andretti, de los que ha llegado a decir que son personas maleducadas, ignorantes y de otro tiempo que hacen daño a la sociedad negando la existencia de racismo en el mundo del motor.
Muchos han criticado de Lewis que lleve su militancia hasta el extremo de mezclarla con el deporte y entrometiendo así a rivales y compañeros en una lucha que no sienten como él o en la que consideran que no deben actuar tal y como lo hace Hamilton. Por ello, desde que las protestas racistas entraron en la Fórmula 1, el corredor inglés ha tenido problemas con algunos de sus compañeros.
En la parrilla existen muchos pilotos que consideran que lo que hace Hamilton y lo que se realiza hoy en día en muchos escenarios solo es mera imagen y que no ayuda de casi de ninguna forma a solucionar los problemas existentes. Además, consideran que se está haciendo una especie de clasificación de quién es mejor activista, y que provoca que Hamilton critique a los compañeros que no actúan como él, lo que trae consigo que desde muchos sectores se les acuse de racistas.
Pilotos como Leclerc, Carlos Sainz o Grosjean ya han tenido algunos problemas por no concordar o actuar de la misma forma en la que lo hace el hexacampeón del mundo y han tenido que aguantar sus críticas, en lugar de recibir el respeto que tanto pide el piloto inglés. El útimo en defender a sus compañeros ha sido Vitali Petrov, que lanzó un mensaje a Hamilton diciéndole que debería dejar actuar a cada uno como quisiera y respetar a todos por igual, ya que seguirle a él no es la solución.
Una guerra que no tiene fin
La guerra que está llevando a cabo Hamilton puede tener un propósito digno, acabar con el racismo y con la violencia en el mundo y en la sociedad, pero por el camino se ha ido pervirtiendo y desvirtuando de una forma peligrosa. Lo que comenzó con unos cuantos mensajes reivindicativos tras el triste asesinato de George Floyd y una petición a la Fórmula 1 de dar un paso hacia adelante para criticar lo que no dejaba de ser un crimen, ha terminado convirténdose en una guerra en la que todo lo que se sale su línea de actuación ya no es positivo.
Por ello, muchos han criticado el activismo selectivo y la militancia que el piloto inglés está realizando en las últimas semanas y que ha provocado el enfado de la FIA, que ya se plantea actuar de forma tajante, algo que a principio de temporada había negando otorgando libertad a los pilotos siempre y cuando respetaran al resto.
En estos últimos meses han salido a la luz algunas actuaciones encomiables de Lewis Hamilton como la creación de una comisión específica para acercar a personas de raza negra a la Fórmula 1, especialmente desde la rama de la ingeniería, aludiendo a la poca presencia de personas negras que había en el paddock.
Sin embargo, esa lucha que comenzó de una forma heroica y bien recibida por todos, se ha convertido en una guerra contra la FIA y en una lista de señalados contra sus compañeros de parrilla. Por ello, el británico no ha dudado en afirmar que se enfrentará a la FIA si lo considera necesario con tal de seguir con su lucha, sus mensajes reivindicativos y sus gestos antes, durante y después de las carreras.
La última protesta se pudo ver en el Gran Premio de la Toscana en el que Hamilton apareció en multitud de ocasiones con una camiseta en la que aparecían los mensajes "Arrestad a los policías que mataron a Breonna Taylor" y "Decid su nombre". El pioto del equipo Mercedes ha afirmado que sabe que la FIA va a sacar nuevas normas para controlar las reivindicaciones y los mensajes que podrán sacar o mostrar cuando se encuentren en la carreras, pero también ha asegurado que no le importa, ya que ya han sacado antes otras normas y nunca han conseguido pararle.
Hamilton avanza peligrosamente hacia un hecho que podría ser realmente grave. Este conato de guerra contra la FIA que amenaza con producirse ofrece una figura del británico autoritaria y personalista, camino de olvidar que la guerra real es contra el racismo y contra la violencia, y no por la supremacia de su propia imagen ante nada ni nadie. Él es el medio para intentar ayudar en cuantas más causas humanitarias pueda, pero no el fin de una lucha en la que quedar por encima de todo solo por su propio ego.
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