Nico Rosberg aplastaba cualquier intento de remontada machacando a un Lewis Hamilton al que el GP de Rusia ha dejado huella. Ha visto ante sus ojos a su compañero, como si de un gran campeón se tratase, marcando el mejor tiempo en la última vuelta de carrera. Así, la primera cita europea del Mundial de Fórmula Uno deja con un sabor agridulce a los millones de aficionados que cada fin de semana empujan desde sus hogares a los pilotos españoles.
Sobre el papel, el circuito de Sochi era uno de los peores para el propulsor Honda que monta Fernando Alonso en su monoplaza. Todos decían que ésta sería una carrera dura para los pilotos de McLaren, que finalmente ha sido calificada por el campeón español como “aburrida” por la ausencia de luchas directas, pero que le ha reportado los primeros puntos de la temporada.
Alonso da un paso adelante
Fernando Alonso fue capaz de salir indemne del desastre provocado por Daniil Kvyat en la salida. Sorteó como sólo unos pocos son capaces a sus rivales directos, los monoplazas accidentados y la lluvia de restos de fibra de carbono que inundaron la pista y que terminaron condicionando la carrera de Carlos Sainz.
Cuando al volante de un monoplaza están las manos de uno de los mejores pilotos del mundo, un circuito hostil puede convertirse en el más exitoso de la temporada. En la pista que más capacidad de recarga de energía exigía a las unidades de potencia que propulsan a los monoplazas, justo uno de los puntos débiles de Honda, tanto Alonso como Button han conseguido finalizar entre los 10 primeros. Además, regalaron a los sufridos aficionados imágenes que fomentan las esperanzas cuando por momentos el piloto asturiano llegaba a ocupar la cuarta posición en carrera.
El resultado obtenido en Rusia por Alonso -sexto en carrera- y Button -que finalizó en décima posición- recarga las baterías de la moral del equipo anglo-nipón con un resultado inesperado en principio para propios y extraños. El piloto español confía en las evoluciones ("Hemos dado un pasito adelante importante”). Máxime cuando el equipo podría anticipar al Gran Premio de España la primera gran evolución de su unidad de potencia, que se esperaba para Canadá. Puede ser el inicio de la senda de la recuperación que haga salir al equipo del grupo medio de la tabla para acercarse al ritmo de carrera de los equipos grandes.
Fernando Alonso volverá a Dubai para descansar unos días antes de trasladarse a su país natal para correr en Montmeló, que marcará la pauta real del resto del Mundial. Lo hará consciente de que en Sochi las cosas comienzan a cambiar respecto al devenir de su equipo desde la temporada pasada. "Hemos sido competitivos todo el fin de semana y en carrera también. Había veces el año pasado en que teníamos una salida buena, pero por circunstancias nos pasaban por encima”, confesaba el asturiano.
McLaren-Honda ha llegado a Europa pisando fuerte y Alonso espera impaciente la llegada de dos circuitos que significan mucho para él, donde está acostumbrado a ganar. Así detalla los aspectos claves para afianzar el buen resultado obtenido este domingo en un año que hasta ahora ha estado lleno de dificultades: “Ahora vienen circuitos en los que la potencia no es tan importante, como Barcelona y Mónaco. Así que tal vez tengamos la oportunidad de conseguir puntos”.
La mala suerte de Sainz
La carrera de Carlos Sainz apuntaba buenos resultados. El piloto se mostraba lleno de ilusión minutos antes de subirse al monoplaza, esperanzado poder ofrecer un gran resultado a su equipo y un gran espectáculo sobre la pista. Sin embargo, la suerte del madrileño se desvaneció en las tres primeras curvas por la sobredosis de ímpetu que poseyó a Daniil Kvyat delante de su público. El piloto local arruinó la carrera de un gran número de pilotos por culpa de una serie de maniobras impropias de un piloto de Fórmula Uno.
El ruso ya impidió las opciones de lucha por la Q3 de Carlos Sainz durante los últimos minutos de la Q2 el sábado. Obstaculizó al español a la vez que en el último segundo le eliminaba de la ansiada última parte de la clasificación. Volvió a condicionar el resultado del español nada más comenzar el Gran Premio.
Ya en carrera, Kvyat arroyó en dos ocasiones a Sebastian Vettel como si estuviera al volante de un coche de choque. Le golpeó sin parar hasta expulsarle de la pista. En el podio de China, anterior Gran Premio del curso, el piloto alemán le dio una reprimenda pública en directo delante de las cámaras.
La venganza del piloto ruso tuvo repercusiones enormes durante los primeros metros del Gran Premio. No sólo comprometió la carrera de Vettel, la de su compañero de equipo y la suya propia ante su público, sino que las repercusiones cayeron también sobre el equipo filial de Red Bull. Tras arremeter indiscriminadamente contra el Ferrari, del monoplaza de Daniil Kvyat se desprendieron varias piezas de su alerón delantero. Una de ellas finalizó en el pontón lateral izquierdo del Toro Rosso de Carlos Sainz.
Al tiempo que Sainz sorteaba el caos provocado por el piloto ruso, su coche se llevaba consigo un elemento que penalizaría seriamente su aerodinámica. Y, de paso, provocaría una disminución de la capacidad de refrigeración de los radiadores, lo que llevó a su propulsor Ferrari a saltar las alarmas de los ingenieros ante un incremento anómalo de las temperaturas.
La unidad de potencia italiana se autoconfiguró en “modo protección”, lo que provocó que Sainz se dedicará más a probar diferentes ‘combinaciones de teclas’ en su volante para cambiar la configuración del motor en lugar de concentrarse al máximo en el pilotaje. Tras una salida excelente, la suerte pronto abandonó al piloto madrileño, como él mismo destacaba: “He hecho una buena salida, me he puesto octavo durante la primera curva, pero luego hemos perdido potencia en el motor durante tres o cuatro vueltas”.
La primera parte de la carrera de Carlos Sainz se vio truncada por este episodio que provocó un cambio en los planes de carrera del equipo. En un Gran Premio donde todos se la jugaban a una sola parada, el piloto se vio forzado a anticipar su primera y única estancia en boxes. Entró para cambiar ruedas y ‘limpiar’ su coche de los restos del alerón delantero del monoplaza de Kvyat, que le habían restado “entre 40 o 50 puntos menos de carga aerodinámica”.
Sainz pudo reemprender la carrera sin problemas mecánicos, pero con la desventaja de afrontar la última parte de Gran Premio con unos Pirelli en peores condiciones que los de sus competidores. Aun así, el tesón del madrileño le hacía mantener a su coche cerca de unos puntos que a Toro Rosso se le escapaban tras la retirada de Verstappen, justo cuando ocupaba una magnífica posición que garantizaba un buen botín para el equipo italiano.
Sanción inquisidora
Cuando las cosas parecían funcionar en el Toro Rosso de Sainz, un adelantamiento en las curvas 2 y 3 terminó en un contacto con el Renault de Jolyon Palmer, cuando ambos luchaban por la decimotercera posición. Lo que debía ser considerado como un simple incidente de carrera se convirtió de repente en un acto ‘sin precedentes’ para los comisarios destacados en Sochi. La sanción impuesta por la acción entre los dos pilotos pocas veces se ha visto aplicada con tanta dureza.
Fueron 10 segundos de penalización por un incidente que el piloto español describía de la forma más inocente al no salir de su incredulidad: “No he visto a Palmer a mi derecha, no sabía qué hacía ahí pasándome por fuera cuando no hay sitio para pasarme”.
La ironía de esta descomunal penalización que no tuvo ninguna consecuencia ni provocó daños en ningún monoplaza es que fue la misma impuesta a Daniil Kvyat. El hombre que destrozó una carrera al cuatro veces campeón del mundo Vettel, a su compañero de equipo, al propio Sainz, a tantos más y hasta a sí mismo por la situación en cadena que generó su imprudencia.
10 segundos para quien destroza todo un Gran Premio, los mismos que a quien tienen un contacto con un piloto que acaba de superar y que no tienen mayores repercusiones. Los aficionados no salían de su asombro ante una sanción que impedía a Carlos Sainz llevarse un botín de puntos importante para recortar las distancias con su compañero de equipo en el Mundial.
El piloto compartía la frustración de los aficionados y, disgustado, declaraba abiertamente a la prensa sus impresiones: “No he visto nunca una penalización de 10 segundos por una situación como ésta. Nunca, en mi vida”.