Max Verstappen agranda su hegemonía en la Fórmula 1 y se proclama campeón del mundo por cuarta vez en Las Vegas

No ha sido tan sencillo como en los años anteriores. No ha ejercido un dominio tan abrumador y en ocasiones tedioso sobre sus rivales como en otras campañas. Sin embargo, Max Verstappen sigue siendo el jefe indiscutible de la Fórmula 1 y sigue sin haber nadie que le haga sombra.

El piloto neerlandés se proclamó campeón del mundo por cuarta vez consecutiva en el Gran Premio de Las Vegas, una carrera en la que le bastó con ser quinto para seguir agrandando su leyenda. Verstappen será recordado con el paso de los años como aquel hombre que ejerció un yugo apabullante a sus rivales.

'Sólo' ha ganado ocho carreras esta temporada Max Verstappen en el Mundial, una cifra reducida en comparación a la colección de triunfos de estas temporadas anteriores, pero aún así el de Red Bull ha conseguido rentas suficientes como para dejar todo visto para sentencia cuando aún restan dos Grandes Premios en el calendario.

Verstappen ya está en ese reducido grupo de mitos de la alta velocidad que pueden presumir de contar con un póquer de Mundiales en su palmarés. A sus 27 años no se quedará aquí, y dada su ambición seguramente quiera seguir devorando y agrandando aún más su dominio en los años venideros.

En una temporada en la que ha demostrado debilidades y su coche ha dejado de ser imbatible especialmente en la última mitad de la campaña, la amenaza de Lando Norris finalmente fue insuficiente para ponerle algo de aliciente al tramo final de este Mundial casi visto para sentencia desde el inicio.

Un Mundial más disputado

Un tipo frío e impasible como Verstappen celebró con emoción por la radio el nuevo título. No era uno más. Algo le decía que esta vez había sido más complicado que en otras ocasiones.

Lo que comenzó con 'normalidad' fue experimentando giros de guion inesperados. Lo que empezó siendo otra vez un rodillo de victorias, sin rivales ni coches a la altura de Red Bull, se tornó en una pelea y en una sequía de triunfos durante varias carreras que le apretaron las tuercas al neerlandés.

Reuters

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Siete de los diez primeros Grandes Premios se embolsó Max Verstappen en este Mundial. Parecía la historia de nunca acabar, la misma película de años atrás en la que la F1 se había convertido en un espectáculo de lo más previsible en el que siempre ganaba el mismo.

Pero McLaren puso mucho de su parte para que esto no cayera en el tedio tan pronto. Lando Norris se quiso sumar a la fiesta y, aunque tenía casi una misión imposible por delante, consiguió mantener viva la llama de un Mundial abierto hasta donde pudo.

No llegó más allá de Las Vegas, allí la apuesta de Verstappen fue firme, clara y ganadora. Le salió cara al neerlandés que ya iguala a Vettel y a Fangio con cuatro Mundiales consecutivos, historia de la Fórmula 1.

Fue lo de menos, pero la victoria en Las Vegas fue a parar a manos de Russell en un Gran Premio dominado por Mercedes, ya que Lewis Hamilton fue segundo. Carlos Sainz, en el año de su adiós a Ferrari, volvió a dejar claro que quizás en la Scuderia se equivocan al dejarle salir porque se subió de nuevo al podio para ser tercero.