Del silencio sepulcral que se apoderó de las gradas de Mugello, cuando Valentino Rossi se tuvo que retirar en la novena vuelta, se pasó a una sonora pitada cuando Jorge Lorenzo y Marc Márquez subieron al podio del Gran Premio de Italia. “Hemos visto volar algún tomate en el podio, por eso no he celebrado mucho la segunda posición, porque el ambiente no estaba para ello y no me gusta hacer rabiar a la gente”, confesó Marc Márquez.
El piloto ilerdense aseguró que a lo largo del fin de semana se había sentido respetado en el paddock -quizá porque un par de guardaespaldas se apostaron en la puerta de su box-, aunque en el podio no tanto. “Lo importante es que quien ha venido a disfrutar del motociclismo lo ha hecho, porque hacía tiempo que no se veía una carrera así”, razonó el piloto de Honda, que se vio superado por Lorenzo en la misma recta de meta después de que ambos protagonizaran una última vuelta magistral: “Nunca había perdido una carrera sobre la línea de meta. A pesar de la buena carrera, jode un poquillo perder así. Cuando ha cogido el rebufo, me ha pasado bastante claro”.
Nada más llegar al parque cerrado, el piloto de Yamaha se puso de pie sobre su M1 y simuló que copiaba de una página a otra. Una clara alusión a un destinatario directo después de que el día previo Rossi siguiera la rueda de Maverick para conseguir la pole. “Tomaba apuntes de otra hoja”, deslizó Lorenzo sin necesidad de desvelar el destinatario del mensaje.
“Soy el rival más fuerte que ha tenido Rossi en su equipo. El único, quizá, que ha conseguido batirle regularmente con la misma moto. No tenemos una relación muy buena, especialmente este año a raíz de la teoría de Rossi que sus fans han comprado. Hemos pasado a ser los enemigos, tanto Marc como yo. Ahora apoyan a Iannone, por ser también italiano, y a Viñales porque será su compañero y parece que se llevan tan bien”, explicó el vigente campeón del mundo que, desde lo más alto del podio, mando besos a una grada teñida de amarillo.