Nada más proclamarse el tricampeón del mundo más joven de la historia de MotoGP, el pasado fin de semana en el circuito japonés de Motegi, ya avisó de que a partir de ahora tocaba divertirse y arriesgar después del ejercicio de contención realizado a lo largo del curso. “Esta temporada que tenían atado. Ahora que el título está decidido, volveremos a ver al antiguo Marc”, lanzó Márquez antes de llegar a Phillip Island, una de sus pistas favoritas en el calendario mundialista, donde la pasada temporada ganó una carrera en la que se produjeron un sinfín de adelantamientos entre los cuatro primeros en la última vuelta.
El trazado australiano, donde se rueda en sentido inverso a las agujas del reloj y donde predominan las curvas a izquierdas que tanto le gustan al flamante campeón del mundo, es una pista rapidísima en la que hay que arriesgar. Todavía más si cabe después del espantoso fin de semana que están viviendo los pilotos mundialistas, azotados por la lluvia, el viento y el frío. En estas circunstancias se vieron obligados a afrontar la sesión de clasificación, en la que Marc Márquez arriesgó más que nadie y le funcionó la estrategia.
“Ahora me puedo permitir estos riesgos. Como decía que venía la lluvia, he decidido arriesgar”, señaló el piloto del equipo Repsol Honda tras conseguir su tercera pole consecutiva en Phillip Island –la séptima de la temporada-, que le permite convertirse en el primer piloto de la historia en sumar 65 poles mundialistas.
Ante el aviso de diluvio durante los últimos cinco minutos del entrenamiento oficial, en cuanto el semáforo se puso verde todos salieron en tropel en busca del mejor tiempo. Después de un solo giro y tras comprobar el estado de la pista, Márquez decidió volver al box para cambiar sus neumáticos de lluvia por lisos. Una decisión arriesgada pero que le funcionó a la perfección, porque en su primera vuelta lanzada se colocó al frente de la sesión y después consiguió rebajar su crono hasta en cuatro ocasiones para terminar marcando (1:30.189) en el penúltimo giro mientras que Cal Crutchlow y Pol Espargaró, en su mejor clasificación en MotoGP, peleaban por la segunda y tercera posición de la parrilla, respectivamente.
Mucho peor les fueron las cosas a Jorge Lorenzo (duodécimo) y Valentino Rossi (decimoquinto), que sucumbieron en el caos australiano. Los dos pilotos oficiales de Yamaha se vieron obligados a pasar por la Q1, aunque sólo el español consiguió superar el corte para meterse en la Q2. Para el piloto italiano, que tomará la salida desde una quinta fila de la parrilla en la que también estará Maverick Viñales (decimotercero), es su peor clasificación de la temporada y hay que remontarse hasta el Gran Premio de Aragón en 2011 (decimotercero) para encontrar una situación similar, exceptuando la sanción de la pasada temporada en la última cita del año.