La fecha de su nacimiento (1 de septiembre de 1997, Palma de Mallorca) nos retrotrae justo al día después de que Valentino Rossi, su ídolo, se convirtiera en campeón del mundo de 125cc en Brno. Un guiño del destino para un chico que guarda muchas similitudes físicas y familiares con el piloto al que admira desde niño porque siempre ganaba.
Tan alto (1,80 metros) y espigado (58 kilos) como Il Dottore, Joan Mir ya puede presumir de tener algo más en común con el italiano tras ganar la carrera australiana y proclamarse campeón del mundo de Moto3 en Phillip Island, el circuito donde con 18 años hizo su debut mundialista hace dos temporadas para sustituir al lesionado Hiroki Ono.
“Recuerdo que después del primer entrenamiento libre estaba último a dos segundos del penúltimo y le dije a Dani [Vadillo, su entrenador y mano derecha] que esto no era para mí, pero seguí luchando y cogiendo toda la experiencia posible. Ser ahora campeón del mundo te da qué pensar al nivel que he llegado”, rememora el flamante campeón del mundo de Moto3, que se subió por primera vez a una moto con 10 años, mucho más tarde que el resto de sus compañeros de parrilla, porque su padre Juan le daba largas mientras trataba de sacar adelante Roll and Roll, la tienda de skate y surf que posee en el centro de Palma de Mallorca.
“En mi casa no hay mucha afición por las motos, aunque mis dos tíos maternos sí son aficionados al mundo del motor. A mi tío Jaime, que es el mediano, le gusta mucho el motocross y es bastante bueno”, concede Joan Mir, cuya fulgurante carrera deportiva comenzó con 10 años cuando una mañana fue a ver entrenar a Joan Perelló, piloto mundialista de 125cc y primo de su padre. La cita que marcó su destino fue en la escuela de Chicho Lorenzo, padre del piloto de Ducati, donde permaneció un año y medio antes de pasar a entrenar en las instalaciones de la Federación Balear de Motociclismo.
Fue allí donde conoció a Dani Vadillo, el monitor que le formó como piloto y que ha terminado convirtiéndose en su persona de confianza después de casi una década guiando sus pasos dentro y fuera de los circuitos. “Tiene mucha visión para las cosas y su punto de vista siempre me ayuda”, asegura un Mir que ha ganado el título de campeón en su segunda temporada mundialista completa, como su ídolo. “Es sólo un dato más, pero poder compararme con él ahora ni soñarlo. Al final, aunque tiene mucho mérito ser campeón, son categorías pequeñas. Pero que empiecen ya a preguntar, es una buena señal”, razona un piloto que, pese a su corta edad, tiene la cabeza muy bien amueblada gracias a los valores de sacrificio y lucha que le han inculcado sus padres Juan y Ana.
Separados desde que era un niño, como los progenitores de Valentino Rossi, Joan Mir tiene una hermana paterna (Fiona, siete años) y un hermano materno (Mauro, 11 años), que comienza a dar sus primeros pasos en las motos. Otra similitud más con Il Dottore, que el año de su primer título ganó 11 carreras mientras que el piloto español ya acumula nueve cuando restan dos pruebas para el final de la temporada y antes de dar el salto a Moto2 en 2018 de la mano del equipo Marc VDS Estrella Galicia, donde compartirá box con Álex Márquez.
“La envergadura me va a ayudar el próximo año porque este me está dando muchos problemas con la espalda. Estoy creciendo muy rápido, pero antes era el más pequeño de la clase”, afirma Mir, que desde hace tres años entrena con una Honda CBR 600cc similar a la que pilotará el próximo año.
Antes de que comience la nueva temporada hará las maletas de casa de mamá y papá, en cuyos domicilios vive de forma alterna, para tener su propia casa. “Ya me han dicho que me alquilé un apartamentito”. Tan modesto como él.
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